Author: Profesor J Date: To: Patricio McCabe, Lista por una ronda de pensamiento autónomo Subject: [pensamientoautonomo] Salud Comunitaria
Salud comunitaria
La medicina oficial se mueve por mecanismos mercantiles, por lo que el
profesional individualista sabe que va a poder ganar y tener un buen nivel
de vida, así se mueve más por el interés que por la vocación de vida y
salud. Muchos profesionales y estudiantes lamentan ese estado de cosas y
desean cambiarlo, algunos creen que cambiando el gobierno podrán favorecer
la salud pública, sin embargo está penetrada por las relaciones
mercantiles. Una señora fue al consultorio por hinchazón de piernas, pero
no la derivaron al vascular periférico porque usaba medias ortopédicas que
le permitían manejar el problema, pues en las mañanas amanecía con los pies
normales debido al uso diario de esas medias. Ella quería solucionar el
problema y no pasar comprando medias especiales. En otra oportunidad un
caballero con rosácea dijo al oftalmólogo que se le irritaban por eso los
bordes de los ojos, pero que a veces se ponía cloranfenicol y amanecía muy
bien, a lo que el profesional dijo que entonces usara ese antibiótico todos
los días, pues le ayudaba a limpiar.
En ambos casos y otros miles, el profesional enfatiza más el control del
problema que la solución, con lo que se estimula abiertamente la
circulación mercantil de fármacos y productos varios. El visitador médico,
personaje siniestro que regala muestras farmacéuticas de laboratorio a los
profesionales también ofrece porcentajes de las ventas y aún el pago
directo como abono de gracia por sus «servicios». Al mantener el problema,
la química-farmacéutica amplía su radio de ventas, lo que explica la
impresionante red de cadenas farmacéuticas. De allí que la «cura» del
cáncer, de la diabetes y otras no se han podido hacer, pues las
investigaciones son financiadas por las empresas aún en las universidades.
Tratamientos hay por cientos y buena parte de ellos permiten mantener vivo
al paciente largos años pagando al mercado. Mantener es la palabra, pues la
muerte del paciente es el fin de la cadena de compraventa.
Terrible, pero así funciona mientras exista el predominio del mercado por
sobre los intereses reales de la gente. Los audífonos que vende a buen
precio la empresa Gaes en Chile a los municipios para distribución gratuita
a los deficientes auditivos, en su mayoría ancianos de muy baja capacidad
adquisitiva, son de pésima calidad y cuando el paciente llega a una tienda
de esa empresa para revisión, le ofrecen uno mejor con «facilidades de
pago». La red de salud pública y distribución gratuita de fármacos químicos
es sostenedora del amplio mercado de esos productos. Otro ejemplo es el de
la aspirina diaria para el corazón. No vamos a hablar de las vacunas, que
no sólo permiten la generación de anticuerpos que resistirán la llegada
posterior del virus (hasta cierto punto), sino que nos transforma en
verdaderos conejillos de laboratorio ambulantes, portadores de gérmenes
«controlados» y de los anticuerpos correspondientes que influyen en el
desarrollo y crecimiento del cuerpo y su equilibrio natural. Por ejemplo,
el resfrío, que puede matar, en nuestro caso no lo hace porque estamos
debidamente vacunados, sin embargo nos tira a la cama y nos hace trasmitir
activamente el virus generando epidemias controladas los meses de invierno,
en que se dispara la venta de Tapsin, ácido acetilsalicílico, jarabes, etc.
Como gente «vacunada» somos una plataforma o red por donde circulan esos
bichos de forma manipulada, sin exceder los límites, siendo así fácil
abono, tierra fértil y presa fácil de los fármacos.
La dependencia mercantil y la ausencia de soluciones que eliminen el
problema, transforman a los consultorios en verdaderos enjambres de gente
angustiada por los dolores, circulación de virus, epidemias «mortales» y
otras falencias que se calmarán con pastillas, inyecciones, cremas o
jarabes, para luego regresar nuevamente o dejar de hacerlo para comprarlas
directamente en las farmacias. Los pueblos no contactados de la Amazonia no
tienen el resfrío que tenemos los occidentales por las vacunas que
mantienen el «control», de modo que basta que un visitante resfriado entre
en contacto para que mueran en masa, como ya ha sucedido con un par de
comunidades en los territorios ocupados por el estado brasileño, de modo
que parece mejor para la empresa que la red de vacunación y dependencia a
los fármacos se siga extendiendo hasta los últimos confines del planeta.
Los problemas de salud, enfermedades, dolores, etc. se dan con mayor
profusión en espacios de vida donde se rompe el equilibrio natural de
relación entre las personas y de éstas con la naturaleza, cuestión que ya
ha sido aceptado por el mercado y en todas partes se habla ahora de
medicina complementaria, es decir aquella que no es de origen occidental
«civilizado», sino de los indígenas y los orientales, como la acupuntura
china o vietnamita. Muchos centros privados o estatales de salud están
colocando áreas de atención complementaria, pues saben que algunas personas
prefieren la medicina natural y las instituciones no están dispuestas a
perder esa clientela, además que la mayoría de las veces les envían
«desahuciados», gente que no tiene solución con los medios
técnico-occidentales, así podrán decir que los medios naturales no son tan
eficaces como sostienen sus defensores (la competencia). Por lo mismo
muchas universidades están trabajando carreras de esa medicina no
convencional, ya que prefieren integrarlas antes que desarrollen
alternativas al mercado y se conviertan en parte de nuevas formas de
entender y actuar el mundo de la vida.
Por otro lado el abaratamiento de costos industriales para ganar mercado en
la competencia entre empresas ha llevado también a las industrias de
alimentos a utilizar componentes químicos y de modificación biológica, ya
que es más barato utilizar los ejemplares creados en laboratorios que los
obtenidos mediante procesos naturales. Así la leche líquida en caja o bolsa
es elaborada con leche en polvo que se hace mediante procedimientos
industriales donde el porcentaje de lecha de vaca es cada vez menor y las
vacas pronto llegarán a ser clonadas, lo que falló en Europa y dio origen a
la enfermedad denominada de «vaca loca», pero que en el cerdo permite
aumentar la producción, venta y consumo masivo de cecinas llenas de
productos químicos, biológicos y de laboratorio que modifican la carne
haciendo que comamos algo desconocido para el cuerpo, que nuevamente tiene
que producir anticuerpos y rechazar ciertos alimentos mediante la aparición
en nuestros cuerpos de granos e hinchazones hasta el punto de ahogarse,
esto es, el surgimiento y multiplicación de nuevas alergias. De esa manera
hoy en Chile, por hablar solamente de los territorios ocupados por el
estado chileno teniendo en cuenta que eso va por todo el planeta, más del
50% de los niños y niñas sufren de alergia al gluten y a los lácteos. Aquí
se han mezclado dos temas, por una parte el gluten (presente en muchos
granos que consumimos diariamente, incluyendo el trigo) está modificado
por vía transgénica, y por la otra ya no puede aceptarse el gluten natural
debido a las modificaciones que ha sufrido el cuerpo. Es claro que tomando
leche de laboratorio durante años, el cuerpo genera un anticuerpo tras
otro, fuera de los producidos por las vacunas y otras gracias «médicas» del
sistema de salud.
El mercado ha descubierto que sale más barato cultivar la tierra con
semillas de laboratorio, ya que las plantas que crecen de ellas no producen
semillas y así el productor debe comprarlas para cada una o dos cosechas.
Anteriormente, en el cultivo tradicional, el productor tenía sus propias
semillas que retiraba de parte de su plantación, con lo que a la vez
mantenía a la tierra bien alimentada y llena de nutrientes, pero ahora las
debe comprar una y otra vez, contribuyendo a que la población se alimente
de química y de modificaciones biológicas resultantes de la modificación en
laboratorios de los genes de la semilla, por lo que llevan el nombre de
semillas, alimentos y productos transgénicos que presentan, por ejemplo, un
tomate más grande, redondo y hasta apetitoso a la vista, pero que se madura
casi de inmediato y muchas veces viene con una especie de raíz dura y
fibrosa de fuerte color amarillo en el centro. Se vende más barato y la
población se nutre de transgénicos, en tanto los pocos que tienen mayor
poder adquisitivo compran en el nuevo mercado llamado de productos
«orgánicos», cuyo precio es el doble, triple o cuádruple de aquel destinado
al consumo popular. Los pesticidas y abonos químicos que matan diversidad
de bichos y plagas, llegan al organismo humano por más que se laven las
verduras y frutas, sin acabar con las plagas, por lo que hay que comprarlos
y añadirlos a la siembra cada vez, pues la tierra ya está enferma.
Con esa alimentación tóxica, química y transgénica y con esos remedios
químico-farmacéuticos, es obvio que los cuerpos se ven cada vez más
afectados y el mercado de soluciones parches de los remedios aumenta
alegremente, lo que se convierte en una espiral destructiva a corto,
mediano y largo plazo. Y si a ello sumamos las formas químicas y biológicas
de tratamiento de minerales, bosques, ríos, hidrocarburos, montañas y
mares, por sólo señalar algunas de las lacras del extractivismo que
mantiene la acumulación de fondos estatales por vía de la exportación de
commodities, se entiende que la salud se encuentre en franco progreso de
deterioro acelerado. No sólo la salud del planeta y del llamado medio
ambiente, que está sumamente deteriorada, sino la salud humana, vegetal y
animal.
De esa manera el tratamiento de la salud sólo puede hacerse por fuera de
esas redes de control del estado y del mercado, que volverán a cerrase
sobre nuestras gargantas cada vez que recurrimos a ellos, lo que lleva a
acoger soluciones alternativas en varios planos.
Los problemas del individualismo y la competencia de la vida moderna, del
llamado crecimiento, donde crecen solamente los empresarios y las
burocracias, mientras decrecen, se deterioran y enferman los sectores
populares, generan el llamado stress moderno, tensiones, presiones,
angustias y expansión de la soledad, las distancias, el odio, el miedo, el
aburrimiento, el cansancio y la competencia entre personas, lo que trae
como consecuencias un mayor deterioro de las relaciones personales,
familiares y de todo tipo. Las familias prefieren encerrarse en casa y
decir a los hijos que el mundo y la sociedad están mal, que ellos están
bien. El pelambre es el deporte nacional en Chile: en casa estamos bien y
los demás presentan estos y otros problemas. Más se refuerza el
individualismo, el odio y el miedo, es decir, las distancias entre las
personas. Las soluciones son el solipsismo (sólo existo Yo, los demás son
una ilusión), el hedonismo individualista (la búsqueda del placer propio,
independientemente del placer o la felicidad de los demás), el utilitarismo
(los demás existen para ser utilizados en mi beneficio), la competencia
(debo ganar yo y deben perder los demás), el sálvese quien pueda, mientras
allá arriba, en la corte del poder, planifican nuestras desgracias los
malos y detrás van los buenos ofreciendo las mil maravillas que luego
olvidan cuando acceden al aparato.
Esta situación de deterioro de las relaciones humanas y la ausencia de una
ética práctica del compartir, traen como consecuencia la multiplicación de
los problemas mentales, hijos con problemas, traumas, etc. lo que llena los
consultorios de gente que deben atender los sicólogos y psiquiatras que nos
llenan de pastillas que relajan el organismo y más nos atontan.
Es decir, la salud es agredida en todos los frentes y la solución de fondo
pasa por cambiar las formas de relacionarnos, convivir, alimentarnos,
cuidarnos y vincularnos a la madre tierra. Sin generar espacios de
compartir entre vecinos en la forma de una gran familia, seguiremos
viviendo encerrados y sometidos al envenenamiento diario de nuestros
cuerpos y nuestras mentes. En épocas pasadas existía lo que se llamaba la
gran familia de la cuadra, donde a veces se cortaba la calle, los niños
jugaban allí, los jóvenes les ayudaban o apoyaban a los adultos, las madres
en la olla y los varones degustaban allí mismo cara a cara con la familia,
desarrollando una cultura del compartir que servía como ejemplo, referente
y escuela para los menores y adolescentes. Había un micro mundo de
formación afectiva, sana, algo que ya no se ve, que se ha perdido y debería
ser el primer paso para modificar el entorno y avanzar hacia un contexto
propio que estimule y cuide la salud física y mental de la población de ese
espacio urbano.
En ese espacio barrial es posible hacer una o más huertas donde se cultiven
alimentos sanos y plantas medicinales. Es posible colectar y reciclar
materia orgánica para las huertas y lombricultura que produzca humus como
remedio para la tierra. Colectar basura no orgánica que sirva de materia
prima para artesanías y manualidades de niños y niñas. Catastrar a los
enfermos y generar medios propios de atendimiento y curación recurriendo a
la medicina ancestral. Higiene, nutrición, reciclaje de aguas usadas,
energía alternativa, juegos no competitivos. En fin, las tareas son
múltiples. De esa manera no enfocamos la salud como una profesión
mercantil, sino como una vida y vocación de servicio comunitario, donde es
la propia comunidad la que asegura el equilibrio y la armonía del Buen
Vivir, que hace su propia salsa de tomates o mayonesas sin recurrir al
mercado transgénico, sus propios jugos de frutas sin recurrir a polvos
químicos ni productos industriales gasificados.
Todo ello vamos a trabajar en el Taller de Salud Comunitaria de la
Universidad Libre, la Desuniversidad, que opera la teoría y la práctica de
construcción de otros espacios de vida donde la salud sea primordial en sus
formas de prevención y promoción en torno al desarrollo de formas de vida
comunitaria.
Para estudiantes de primer año de áreas de la salud, sicología y similares,
aunque puede participar quien lo desee. Una sesión semanal teórica de dos
horas y práctica barrial en horarios a combinar. Estudiantes de primer año
colaboran con mil pesos y los demás con dos mil pesos por sesión teórica.
La práctica es gratuita y voluntaria junto a la población en el desarrollo
de huertas, actividades con niños, reciclaje, plantas medicinales,
nutrición, elaboración de alimentos sanos, catastro de salud barrial, etc.
Interesados en la Quinta Región comunicarse en unlibre@???