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NUESTROS SUEÑOS, NO CABEN EN SUS URNAS
La contra-cumbre, o la impotencia de la vieja política
Raúl J. Cerdeiras *
Revista acontecimiento
La fogata
Nuestro país parece condenado a vivir sus anhelos de políticas emancipativas bajo la obligación de tener que optar entre un populismo trasnochado o un purismo ideológico marxista-leninista que hoy es un cadáver.
La reciente cumbre dejó un par de pinceladas que merecen ser reflexionadas. Fue una foto que puede situarnos para seguir convencidos que hay una historia que ya no va más y que sobran razones, ideas y prácticas novedosas que ya son de otro palo y no de ese tronco podrido. Ensayemos una radiografía geográfica, puramente distributiva, de lo que hoy hace ruido en la política nacional.
Digamos que en el Hotel Hermitage se concentraba el centro-derecha, el poder real del Estado y los intereses económicos en danza. En las calles y frente a las vallas, nuestra izquierda radical, el purismo doctrinario e intransigente. No quiero poner el calificativo de "violentos" porque ese término es siempre una acusación de la derecha, y de lo que se trata es de abrir otra vía política y no de ser un alcahuete del poder. Y, en tercer lugar, en el estadio mundialista, la contra cumbre, hegemonizada por la presencia y el discurso de Chávez, al que voy a llamar el populismo del siglo XXI.
A decir verdad, estoy convencido que estas dos alternativas al poder político y económico del capitalismo para nada han modificado sustancialmente lo que eran hace 30 años. La real novedad -y de ninguna manera es un mérito de ellas- es que ahora podemos detectar su total impotencia y eso es un merito de nosotros, de un nosotros aún incipiente del que creemos formar parte y que debemos seguir inventando. Una de las claves de esta esterilidad contestataria consiste en que el andamiaje discursivo del que se valen se acopla perfectamente al objetivo central de las políticas subordinadas al Estado y a la economía que consiste en borrar de un plumazo y para siempre la idea de que la política es una invención colectiva de los pueblos y no una respuesta subordinada a las necesidades -por más apremiantes y justas que sean- de la gente.
En efecto, esencialmente encadenada al Estado y a la economía el socialismo y el populismo crecieron al amparo del anticapitalismo y el antiimperialismo. Para el marxismo ortodoxo el capitalismo era el enemigo principal, y para el populismo lo era el imperialismo. Sus diferencias fueron tomando cuerpo en el conjunto de estrategias que se derivaban de esa jerarquía de importancia para señalar al "enemigo principal". Pero eso ya es historia pasada, y su incapacidad para implementar políticas emancipatorias es reconocida de manera indirecta por ellos mismos cada vez que declaran que el imperialismo, el imperio o lo que sea, es cada vez más poderoso y hegemónico.
Lo que quiero destacar es que esa impotencia tiene el único poder del gozan los impotentes que es el de reproducirse y repetir siempre lo mismo con algún que otro maquillaje. Esa reproducción se vio escenificada en el montaje de la llamada contra-cumbre. Y de ésta sólo quiero ocuparme de la manifestación organizada para desembocar en el acto central llevado a cabo en el estadio y el discurso político que lo sostuvo, el de Hugo Chávez. En consecuencia, de la vieja, ortodoxa y cadavérica izquierda vernácula no me voy a ocupar. Sólo quiero remarcar que ésta, para diferenciarse, se alimenta de la critica al populismo y que el populismo, a su vez, siempre se empecina de encasillar a quienes lo combaten de pertenecer o utilizar los argumentos de la izquierda doctrinaria. Es necesario romper este círculo a partir de un pensamiento y una acción, este nosotros oscuro del que hacía mención al comienzo, que tenga la capacidad de trazar una nueva línea divisoria, que ponga de un lado a todo el pensamiento político dominante de la derecha junto con sus oponentes contradictorios que no hacen otra cosa que obedecer a las mismas reglas del juego que le propone el enemigo que dicen combatir.
También voy a dejar de lado el acceso por la vía del humor. Porque el tren del Alba, sus pasajeros y los personajes de la escenografía mundialista dan para eso. Soy un convencido que un humor severo y desplegado con rigor, tiene una efectividad vital sobre la subjetividad política de la gente. Pero no manejo ese arte y sospecho que si me aventuro caería en lugares comunes. Pero ¡es necesario que otros mejor dotados lo intenten!
Mi estrategia se desplegará en tres tiempos: 1. El discurso de Hugo Chávez; 2. El silencio sintomático y 3. El alba del nosotros.
1.- El discurso de Hugo Chávez.
Una de las características del discurso populista de esta época es la mezcla indiferenciada. Es cierto que la mezcla y la falta de rigor teórico siempre lo acompañó como un ingrediente propio, pero antes era necesario un cierto cuidado en la mención de los "mezclados" porque eso podría traer problemas en la constitución de su identidad, vital para distinguirse de otros populismos y de su archienemiga la izquierda "teoricista" a la que se la acusaba de estar "fuera de la realidad" y ser orgánica al sistema. No sólo al comienzo, lleno de algarabía y festejos, sino en su desarrollo y conclusión, Chávez abrió la bolsa del populismo del siglo XXI y de allí salieron en una mágica unión personajes tales como Marx, Evo Morales, Mao-tse-Tung, Jesucristo, Bonasso, Tupac-Amaru, D'elía, el niño Lazarito, Perón, Fidel Castro, San Martín, Eva Perón, Rosa Luxemburgo, ex combatientes de Malvinas, Pérez Esquivel, José Martí, Hebe Bonafini, Bolívar, Martin Luther King, Chomsky, Miranda, Artigas, Che Guevara, y siguen los nombres. Nada hay de malo en rendirle homenaje a personas que uno cree han sido luchadores por alguna causa ligada a la liberación de los pueblos. Pero este no era el caso, aquí el llamado a estos nombres, algunos vivos, otros muertos, muchos incompatibles entre sí, estaba destinado a sostener un discurso en el que entraban todos para disimular que nada nuevo se estaba en condiciones de decir. Porque eso es lo que desplegó Chávez, el museo del pasado, de las políticas muertas, apelando al golpe bajo y cautivante del prestigio que en su momento tuvieron esas políticas sostenidas, por ejemplo, por una Rosa Luxemburgo, un Che Guevara o un Mao. Muchas políticas de extrema derecha han usado y usan ese método que consiste en tomar nombres prestigiosos entre los pueblos para neutralizarlos y disfrazar así el carácter reaccionario de su política. Sin ir más lejos el partido nazismo en Alemania se llamaba Nacional Socialismo.
Confundir todo, para de esa manera siempre caer bien parado en cualquier situación, oportunismo que le dicen, es el horizonte general en el que se va a depositar el populismo del siglo XXI. Y después, lo que desgraciadamente ya conocemos. Como buen populismo hay que adorar al pueblo, aparecer como un interprete fiel de sus necesidades, ser comprensivo con su sufrimiento, un humanismo revolucionario. ¿Y quién mejor que nadie ha entregado el amor a la humanidad, nos ha redimido, hasta convertirse en el primer socialista? Escuchemos a Chávez: "Yo, cristiano como soy, siempre he dicho que el primer gran capitalista de nuestra era fue Judas Iscariote, que vendió a Cristo por unas monedas, y el primer gran socialista de nuestra era se llamó Jesús, el redentor, el Nazareno crucificado." (aclaro que todas las citas de Chávez se extraen de la Trascripción del Ministerio de Comunicación e Información -de Venezuela- difundida por el Congreso Bolivariano de los Pueblos). Entonces, por debajo de los gestos ampulosos del venezolano, aparecen los contenidos reales de este populismo: la religión. ¿Esto es lo nuevo? Ese horizonte de mezclas exóticas empieza a rendir sus frutos, puesto que si D'elía y Bonazzo comparten el cartel con Marx y el Che, ¿por qué no llamarlo a Jesús para que se tome su revancha contra Judas derrotando al capitalismo? Chávez subestima, como todo Amo bueno, a la gente.
El otro ingrediente de todo populismo son las Fuerzas Armadas. Siempre el mismo argumento: nuestros ejércitos tienen un origen popular porque se formaron en la lucha por la independencia de los pueblos de América, pero después, dice Chávez: "el imperialismo norteamericano penetró las Fuerzas Armadas de nuestros pueblos, y formaron dictadores y enseñaron a nuestros soldados a torturar, a desaparecer y a arremeter a nuestros propios pueblos.". Pero Hugo Chávez nos da una luz de esperanza, porque parece que algunos ejércitos que habían sido penetrados por los yanquis no les ha gustado esa penetración y se han rebelado, por ejemplo el de Venezuela. Dice su presidente: ".yo pertenezco al ejército venezolano que retomó las banderas de Bolívar y se unió al pueblo para hacer una revolución". Además, está confiado, porque así la pudo ver "en los ojos de ese soldado el brillo de la conciencia", esa conciencia que se despertó cuando se le acercó y le dijo: "no te olvides que ese fusil que tienes en el pecho es para defender al pueblo argentino." está confiado, decía, que en la medida en que los pueblos sigan avanzando en el camino de la liberación definitiva de América "seremos cada día más acompañados de nuestros soldados que son y deben ser siempre parte del alma de un pueblo".
Por supuesto que el tercer elemento infaltable de este "novísimo" populismo será la patria. Al respecto diremos que la invocación a los valores de la patria tenían que ser llevados a la unión de las patrias. La patria grande. Los Europeos han abierto con su unión aduanera primero y luego la Comunidad Europea, el camino que siempre los americanos, con Bolívar a la cabeza, habían aspirado. Por supuesto que esto tampoco implica agregar nada nuevo a la vieja retórica del nacionalismo vernáculo sobre el tema. Lo que sí desorienta es que el discurso termine con la muy recordada consigna de los años 60/70: "Patria o Muerte, venceremos". Y desorienta porque si, como lo vamos a ver enseguida, el objetivo de la Revolución Bolivariana es enterrar al capitalismo en nombre del socialismo del Siglo XXI, no se entiende que la alternativa sea la patria o la muerte. Pero no hay que ser demasiado profundo para percatarse que el populismo de este hombre no tiene escala ni medida de ningún tipo y puede decir cualquier cosa, puesto que ya abonó el campo con una mezcolanza de personajes, ideas y estilos digna de la posmodernidad más audaz. Basta fecundar el confuso imaginario de la patria con el socialismo para engendrar al capitalismo nacional y popular, o de Estado, como también se lo llama.
Veamos entonces con qué se teje realmente este neo-populismo del Presidente Chávez, aplaudido y ovacionado a rabiar por el público que fue en busca del espectáculo y del discurso que quería escuchar. Y lo escuchó. Ese populismo es un rejuntado reaccionario de una esencia inmaculada llamada pueblo, anudado con la religión, articulado profundamente con las Fuerzas Armadas y envuelto en el manto sagrado de la patria. Que anuncia finalmente un destino: la muerte, la muerte de toda posibilidad de que los pueblos inventen ellos, sin tutelas, las ideas y las acciones de nuevas políticas de emancipación en una ruptura profunda con todo ese cementerio.
Sin embargo hay algo que inquieta a los poderosos, al capitalismo imperialista. Algo que según Chávez ha hecho que los EE.UU ya estén preparando alguna forma de eliminarlo personalmente o erradicarlo del poder y, realmente, ya lo intentaron sin éxito hace dos años. Es que la Revolución Bolivariana ha proclamado enterrar al capitalismo en nombre del socialismo del Siglo XXI, coronando de esa manera la tarea que empezó Jesús hace exactamente 2005 años.
A decir verdad, la oposición -realmente mesurada- de EE.UU, sumada a la palabra socialismo con la que adorna su discurso, son las únicas cartas de triunfo que exhibe a su favor el presidente de Venezuela para que se lo tome en serio. Por eso quiero aquí ser muy cuidadoso.
Debemos recordar que una de las características del populismo es la de ser atacado simultáneamente por dos frentes: la derecha marcadamente liberal y "democrática" y la izquierda ortodoxa organizada bajo la forma de partidos. Incluso -y el peronismo fue en este caso emblemático- llegan a formar alianzas para combatirlo. Asimismo, la derecha "totalitaria" y nacionalista, siempre exhibe una pata en común con el populismo, lo mismo que la izquierda que, a falta de obreros en sus filas, concede "aflojarse" un poco e ir a buscarlos al nido populista. Esto siempre provoca, en el seno e la vieja política, una serie de de alianzas y configuraciones estratégicas para la conquista del poder o para "acumular poder", bastantes conocidas por todos. Esto se ve en especial en los países llamados subdesarrollados, que son los lugares típicos en donde se gestan los populismos en razón de la existencia de una burguesía "nacional" impedida de desplegarse en libertad por la acción del imperialismo y da lugar a que la cuestión nacional y de las patrias, presten un marco de cierta unidad para una alianza táctica con los obreros y el pueblo explotado. De allí la formación de los Frentes de Liberación Nacional y Social.
¿Por qué recordar todo esto? Justamente porque se recuerda lo que ya pasó. Lo que se dijo en el párrafo anterior es un típico análisis basado en una concepción de la política que nosotros declaramos muerta. Muerta para involucrar a los pueblos en una nueva subjetividad rebelde y emancipadora, pero bien viva para seguir funcionando como la alternativa del sistema para conservar al sistema. Es un análisis típicamente "clasista" que sostiene que la política es una simple expresión de la lucha de clases, de la economía, y hace de los partidos y los movimientos que dirigen los partidos los lugares exclusivos de la política, a la que se la dota de un solo objetivo: conquistar el poder del Estado para luego "cambiar el mundo". ¿Habrá que recordar nuevamente que todo eso se cayó estrepitosamente? ¿Tendremos que repetir una vez más que esa gran invención política ya dejó su traza extraordinaria, y también sus desastres, en el siglo XX, porque fue la subjetividad política con la que se plasmaron las luchas emancipatorias de los pueblos? Pero ¡ya basta!
Llegó la hora de recordar a Marx cuando él, recordando a su vez a Hegel, decía que la historia se da una primera vez como tragedia pero se repite como farsa. La contra-cumbre del Alba: la farsa. Pero tengamos cuidado porque las políticas de derecha, cuando se repiten, suelen ser más sutiles que las de izquierda puesto que transforman a sus contendientes del pasado en la mano ejecutora de su presente. Y todos sabemos que los socialismos en Europa y los populismos en los países emergentes han llegado al poder para realizar la más despiadada tarea de integrar y subordinar a sus países al reino unificado del neoliberalismo mundial, tanto económica como militarmente.
Entonces, el colmo de la ingenuidad (¿ingenuidad?) es creer que vociferar la palabra socialismo o contar con la oposición de los EE.UU, basta para prestigiar a una política o a un gobernante con las virtudes de una nueva aurora o de un venturoso porvenir. Hoy la palabra socialismo no significa nada, incluso para Marx, Lenin y Mao el socialismo fue siempre una figura oscura y difusa, una "transición" siempre resbalosa, puesto que lo que ellos fundaron fue el comunismo, palabra, por otra parte, sintomáticamente sacada de circulación por estos personajes y del lenguaje político contemporáneo ¿Por qué?: porque fue el comunismo y no el socialismo la figura subjetiva de la política de los revolucionarios desde el 1848. Lo que hoy sí podemos constatar es que el Partido Socialista Obrero Español, con Felipe González a la cabeza, cuando llegó al poder en España, produjo una verdadera revolución capitalista en su país y, entre otros obsequios le regaló a EE.UU el ingreso de España a la OTAN. Por supuesto que todos recordarán la preocupación y alarma que mostraban los yanquis en aquella época ante la posibilidad de una España.socialista. ¡Por favor! Nadie puede ignorar que desde hace 25 años lo que hizo Felipillo se repitió en todos los lugares en donde un socialista o un populista agarraron el poder.
Por otra parte, que EE.UU esté a favor o en contra de un gobierno tiene aún menor entidad para calificar a una política o a un gobierno, que el desgastado rótulo "socialista". Baste recordar que Hussein, que se declara laico y socialista en medio del poder religioso de los fundamentalistas árabes, no es un obstáculo para contar con el apoyo de EE.UU en su disputa contra Siria, e incluso lo surte de pertrechos militares. Pero cuando los intereses estratégicos o coyunturales de Norteamérica así lo exigieron no vaciló en acusar al mismo personaje de ser su enemigo principal.
Pero Chávez tiene un problema adicional que, por ejemplo, no lo tiene en este momento la izquierda principista. Y es que Chávez tiene el poder del Estado en Venezuela y, además, se jacta que cuenta con unas fuerzas armadas totalmente fundidas con su proyecto y no se cansa de repetir que el pueblo lo ha confirmado con su voto nueve veces en los últimos siete años y que ha reducido a escombros a la vieja rosca oligárquica de los partidos del sistema. ¿Entonces? En vez de venir a gritar a Mar del Plata que hay que enterrar al capitalismo ¿Por qué no lo hace en su país? Es que el socialismo para Chávez no es otra cosa que un programa "progresista" de asistencialismo a las necesidades perentorias de la gente más castigada, y el desarrollo de un capitalismo de Estado fuertemente entrelazado con algunas multinacionales -REPSOL, por ejemplo- y sustentado en una coyuntura internacional muy favorable derivada del conflicto en Medio Oriente y que pone a Venezuela, cuyas reservas de petróleo son enormes, en una posición estratégica importante frente a los tradicionales países dominantes.
Inútil esperar que del extenso discurso de Chávez en la contra-cumbre pudiera salir algo que anuncie un nuevo comienzo, un Alba, una aurora, para las políticas de emancipación. ¿Pero existe lo nuevo?
2. El silencio sintomático.
El 1 de enero de 1994, el mismo día en que México firmaba el NAFTA, que es el ALCA para los países de EE.UU., Canadá y México, irrumpe en el Estado de Chiapas, México, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Conmoción en los centros del poder de esos países, y la confesión oficial de los gobernantes de ese entonces fue que los Zapatista les aguaron el festejo.
Sin embargo han sido los grandes ausentes en el circo que armó Chávez y en sus muchas horas de oratoria, ni una mención, ni una salutación, nada de nada. Silencio, ese silencio que dicen "habla más que mil palabras". ¿Por qué ese silencio? ¿Habrá pensado que bastaba con la parte de su discurso en el que ensalzaba a Evo Morales (considerado por las organizaciones populares no partidistas de los Altos de la Paz como un entregador de las luchas del pueblo de Bolivia a cambio de la Presidencia vía las elecciones) que termina diciendo "¡qué vivan los indios de América!"? No. Hay profundas causas para sostener ese silencio, y es que la experiencia política en el pensamiento y la acción que lleva delante de manera colectiva el movimiento zapatista está abriendo, trabajosamente, ese nosotros que se instala a una distancia insalvable de la "política" del populismo del siglo XXI. Es lo nuevo a distancia de lo viejo. Es una apuesta al borde del abismo frente a las viejas certezas del orden constituido. Los zapatistas han logrado trazar desde la particularidad de su lucha una línea divisoria frente a la cual los tres escenarios de la Cumbre de las Américas: el poder en el Hermitage, la vieja izquierda dogmática de los partidos frente a las vallas y el populismo de Chávez en el estadio, quedan sólidamente unidos y atravesados por una misma lógica.
Esta es la profunda razón del silencio: la impotencia no puede nombrar a aquello que denuncia su esterilidad cadavérica.
También existió otra manera de silenciar mucho más sutil. Porque en Mar del Plata también se dieron experiencias minoritarias de un número muy grande de actividades y desenvolvimientos políticos alternativos. Pero Chávez, que del poder del Estado y sus vericuetos sabe mucho, ya venía preparando el acto desde hacía tiempo, con Maradona y su entrevista con Fidel Castro, y fue el encargado, con la complicidad de todo el aparato mediático, de aplastar todo lo que se dio por fuera del formato de "su" acto.
Pero ¿qué dicen los ignorados en el discurso de Hugo Chávez? Marcos, hablando del Zapatismo dice: "Nuestra propuesta política es la más radical que hay en México (y tal vez en el mundo, pero es pronto para decirlo). Es tan radical que todo el espectro político tradicional (derecha, centro, izquierda y los otros de uno y otro extremos) nos critican y nos deslindan de nuestro 'delirio'". Afirman que "no son las armas las que nos dan radicalidad; es la nueva práctica política que proponemos y en la que estamos empeñados con miles de hombres y mujeres.". Se proponen ser "una fuerza política cuyos integrantes no desempeñen ni aspiren a desempeñar cargos de elección popular o puestos gubernamentales en cualquiera de sus niveles. Una fuerza política que no aspire a la toma del poder. Una fuerza que no sea un partido político".
Basta esto solamente para entender que el Zapatismo no podía estar en la bolsa de los personajes y organizaciones que desparramó Chávez. Esta manera de pensar-hacer la política trae consecuencias inéditas al momento de ser fieles a su puesta en marcha. Trae también una riqueza de incertidumbre sobre sus propios efectos. Despierta la inventiva de la gente. La del populismo es una política del Estado, del Amo, del que viene a salvar al pueblo de su sufrimiento, el que lo interpreta en sus anhelos y necesidades. De los partidos y movimiento que ordenan, que bajan línea, que "conducen". En cambio, para el Zapatismo, "nunca más apostaríamos nada a una institución del Estado ni a los partidos políticos que se disputan su conducción" La nueva política no viene a decirnos qué hay que hacer. Dicen los zapatistas: "El objetivo de la otra campaña es escuchar a todas las personas" [.] "no es ir a tirar línea, ni promover la lucha armada. Es preguntar a la gente qué piensa" [.] "un espacio de escucha, uno nuevo, sin precedentes, muy otro como decimos los zapatistas; un espacio que es lugar donde la palabra del otro nace, donde agarra su modo, la manera de nombrar la injusticia, la explotación, el desprecio, la represión, la discriminación, el dolor y también su manera de nombrar la lucha, la resistencia, el no dejarse, no rendirse, volver una y otra vez sobre lo que nos pertenece legítimamente: la democracia, la libertad y la justicia".
¿Podemos ver aquí una variante más de lo mismo o es la irrupción de algo radicalmente distinto? El trío de posturas que describí en la geografía de Mar del Plata ¿estaría dispuesto a construir su política a partir de lo que piensa (¡ojo, leer bien, lo que piensa no lo que opina!) la gente? ¿Estaría dispuesto Chávez, en vez de hablar horas y horas para no decir nada nuevo ni sustancial, a escuchar la manera en que la gente nombra la injusticia, la explotación, la resistencia, la libertad, etc.? ¿Se enteró su política de lo que piensa la gente? Seguro que tampoco se enteró que hay una nueva consigna que recorre el mundo y que está destinada a personajes como él y como Bush y que dice sencillamente: "no en nuestro nombre".
Este silencio sobre el Zapatismo, nada más y nada menos que en una cumbre de los pueblos contra el ALCA, es sin duda el signo de lo viejo y de la impotencia. Podríamos decir que el Chavismo es la política entendida como la quiere el capitalismo: pura gestión del Estado, un programa de gobierno legitimado por el voto de la gente cautiva de esta "democracia"; mientras que el Zapatismo es una posibilidad que busca inventar con el pensamiento de la gente nuevas formas políticas de emancipación.
Hay una incompatibilidad de fondo entre pensar la política como gestión de las necesidades o pensarla como una invención colectiva en cada momento histórico de la idea misma de emancipación. Ahora bien, en el discurso de Hugo Chávez hay una perla que sirve para comprender esta distancia insalvable. Chávez cita una frase que John Kennedy dijo en vísperas de lanzarse la Alianza para el Progreso hace 44 años atrás y que decía: "Hay una revolución en el Sur, y la causa de esa revolución es el hambre, es la pobreza, no es el comunismo". Esta es la visión del capitalismo, su manera de entender la política, es decir, la subjetividad política que quiere imponer en el mundo: la lucha política de los pueblos no es por ideas, por principios en los que se juega el destino colectivo de la humanidad, sino que es la consecuencia de necesidades básicas insatisfechas. Los pueblos no se levantan por el comunismo que es una idea, un pensamiento, algo que afirma en acto la humanidad del hombre. No, para el yanqui los hombres se mueven, igual que los animales, porque tienen hambre. De ahí que la política se debe convertir en la administración de las necesidades y el equilibrio -según muy variadas recetas- de la lucha entre intereses. La política debe subordinarse a la economía, hay que desterrar la política como pensamiento. El cuerpo humano está condenado al sufrimiento o al consumismo, jamás al pensamiento.
Como consecuencia de ello, nos recuerda el venezolano, Kennedy propuso la Alianza para el Progreso que volcó 20.000 millones de dólares, no como un préstamo a devolver sino como una inversión para erradicar el hambre y la miseria de América Latina. Según ese plan, recuerda Chávez: "Kennedy propuso reforma agraria, entrega de tierra a los campesinos [.] cobrar impuestos a los más ricos, para redistribuir los ingresos. Kennedy dijo -con una claridad impresionante, desde su punto de vista, por supuesto- : 'Los que le cierran el camino a la revolución pacífica, le abren al mismo tiempo el camino a la revolución violenta.'y llamó a los pueblos a hacer una revolución pacífica". Momento delicado porque estaba hablando flanqueado por la delegación cubana, así que aclaró las veces que pudo que él no era kennedysta ni mucho menos, recordó la invasión a Cuba en la Bahía de los Cochinos, etc. y siempre que lo citaba hacía una aclaración que rezaba: "desde su (el de Kennedy)punto de vista, por supuesto". ¿A qué viene todo esto? A que en definitiva la propuesta de Chávez es exactamente igual a la de Kennedy. Primero empezó a tirar datos económicos de intercambios comerciales y convenios que llevaba adelante su gobierno con otros de la región, indicando que si se hacían algunas cuentas referidas a porcentajes de financiación, tiempo, tasas y descuento de porcentajes, quedaba en limpio que Venezuela estaba prestando al resto de los gobiernos dinero a un interés casi irrisorio. Por eso finalmente propone a la contra-cumbre su proyecto "La Alianza Contra el Hambre" el "ALCHA".
Y no podía esperarse otra cosa. El populismo del Siglo XXI, que en definitiva es el de siempre, pero ahora inofensivo y taponando toda nueva política de emancipación, se presenta en el mismo dispositivo teórico (la política es un medio para satisfacer las necesidades básicas) y práctico (una alianza para combatir el hambre) que el que "con una claridad impresionante" aventuró el imperialismo hace medio siglo. Chávez, envuelto en el torbellino de su "estar en contra" nunca podrá percatarse que su constante y compulsiva aclaración cuando citaba a Kennedy: "desde su punto de vista, por supuesto" intentaba recubrir la inconfesable realidad: "desde su punto de vista, por supuesto" que es idéntico al mío.
Por último quisiera señalar que ese gran ausente, muestra una novedad o, mejor dicho, repone una virtud de las grandes políticas de emancipación, y que es la de erradicar el número como criterio para decidir o valorar el significado de cualquier política. Pero también, y en este caso es bien patente, la de construir un tiempo propio, autónomo del ritmo del sistema. Como el sistema intenta reducir la política a la economía, a un programa económico, es el pulso del mercado y sus necesidades el que termina marcándole el compás a la política. Y si a esto le sumamos el empeño de los manifestantes que marcharon a Mar del Plata en ser los héroes de lo "anti", de lo "en contra", etc. veremos sin dificultad que los acontecimientos que nos ocupan fueron siempre manejados por el Amo.
En nuestro país, estaba todo triste y parado después de las elecciones del 23 de octubre. Sabemos que no hay cosa más paralizante de las energías inventivas para pensar-hacer la política que los dispositivos electorales que nos mandan elegir y votar como el acto supremo de la vida política. No voy a repetir los argumentos por los cuales considero que la "democracia" así presentada es la ideología política del sistema mundial capitalista, y que hasta que no se ponga en cuestión ese tema vamos a seguir encerrados en el mismo círculo. Pero vale la pena recordar que todas las variantes políticas que se dieron cita en Mar del Plata, cumplieron religiosamente y sin chistar el sacrosanto acto de ir y votar, poniendo así el sello invisible, pero que entraña un cerrojo de hierro, que sanciona la aprobación unánime de este sistema político. ¿Por qué no hubo la misma energía para repudiar ese bochorno electoral? Pregunta ingenua la mía, ¡cómo van a ir contra las elecciones, la representación, los partidos, etc., si ellos viven de eso! Pero vino Bush, y entonces salimos contra Bush; porque el ALCA es un proyecto de EE.UU, salimos contra el ALCA; cuando estemos presionados a firmar un acuerdo con los banqueros del FMI, saldremos a protestar contra el FMI. El resultado de todo esto es que siempre giramos en torno a lo que supuestamente queremos modificar. Así salimos de la esterilidad del voto "democrático" y nos metemos en la esterilidad de un acto cuyo único contenido es ratificar que estamos en contra.
Al final de este trabajo voy a aclarar que no se trata de estar en contra de los que están en contra, pero de lo que no me cabe duda alguna es que si a un acto político uno va sabiendo de antemano lo que quiere escuchar, y lo escucha, y si al regresar nada nuevo se ha producido en la manera de pensar, si todo fue como uno lo preveía, entonces, repito, no tengo ningún empacho en decir que eso es políticamente estéril. Y quizás sea hora de reflexionar si no es mejor no hacer nada cuando uno no tiene nada nuevo que ofrecer a seguir repitiendo machaconamente lo mismo. Los zapatistas abren ciertos lapsos de "silencio" para pensar en común lo que están haciendo o se proponen hacer.
Quiero coronar con dos citas de Marcos, una referida al número y la otra al tiempo, para ir perfilando algunas ideas que se tejen del lado de este nosotros, y que pueden ayudar a entender porqué el EZLN fue el gran ausente de la cumbre de los pueblos y en especial del discurso de Hugo Chávez.
El número:
"La lógica mediática y la lógica cuantitativa de que una organización es importante por el número de gente que tiene no pega con nosotros".
El tiempo:
"Habíamos aprendido que no debíamos nunca sujetarnos al tiempo del poderoso, sino que teníamos que seguir nuestro propio calendario e imponerlo al de arriba. Así lo seguimos haciendo. Por eso se desesperan con nuestro modo".
3. El alba del nosotros.
No soy ni somos zapatistas. Creo ver en esta inédita experiencia un horizonte común y difuso a la vez, en donde compartimos unos pocos principios sobre los que creo se puede pensar-hacer, hoy y aquí, un camino para reinventar una nueva subjetividad política emancipativa. Este nosotros no debe construirse y alimentarse en la simple oposición a las viejas políticas. Si nosotros hiciéramos con la política de los viejos partidos de izquierda y del populismo lo mismo que le criticamos que ellos hacen respecto a la política del sistema, entonces seríamos una simple variante de aquello con lo que queremos romper. Y nosotros aspiramos a romper en serio.
Es por eso que no estamos en contra de lo viejo, sino a distancia. La distancia es un modo muy diferente del de la negación por oposición. Ponerse a distancia significa la necesidad de marcar un lugar para que la distancia tome cuerpo, se haga real. Si no se inventa ese lugar es imposible medir la distancia. En cambio, la oposición nunca puede fundar un espacio propio, nunca puede producir una distancia real, porque al menor intento de separación pierde toda su fuerza y razón de ser puesto que se separa de la misma fuente que lo alimenta. Con lo único que cuenta es con cierta libertad para cambiar los personajes que ocupan los lugares de la estructura en la que convive. Al que está arriba podrá ponerlo abajo, así vivirá la ilusión de que está combatiendo al dispositivo, pero la esencia del dispositivo consiste precisamente en mantener que siempre haya un lugar arriba y otro a bajo.
En lo que se refiere a la distancia la dificultad estriba en que no debe pensarse como una exterioridad respecto a aquello de lo que quiere distanciarse, sino que debe tratarse de una distancia inmanente. A los efectos del tema que nos convoca quiere decir que el nosotros se ubica en el interior mismo de la situación política y desde allí opera. Por ejemplo, nosotros no haríamos jamás campaña contra la cumbre de los pueblos, contra el repudio a Bush, etc. Haremos otra cosa o no haremos nada. Todo dependerá de la potencia que vaya adquiriendo ese nosotros.
La fuerza de esta crítica al discurso populista de Chávez mide la distancia que nuestra política pudo construir para no coincidir con su proyecto político. No se alimenta del anti-populismo. Nosotros planteamos la política a distancia del Estado, pero eso no significa estar en contra del Estado, ni afuera del Estado ni ignorar el Estado. El sentido profundo de esa consigna consiste en que el Estado impone una determinada manera de entender y practicar la política (la que hoy hacemos sin darnos cuenta, como si fuera algo natural) pero nosotros queremos otra. Nuevamente, dependerá de la potencia que pueda tener la invención de esa otra que se producirá una distancia real con las políticas de Estado. Siempre será en situación, es decir, ante un problema real planteado, que se podrá medir la capacidad de una nueva política de marcar su distancia con lo viejo.
En consecuencia nada tenemos que objetar y alentamos todas las medidas que tome Chávez en Venezuela en caminadas a mejorar las condiciones de existencia del pueblo venezolano. Para nosotros eso es una obligación y no una gracia, teniendo en cuenta que desde 1789 los Estados modernos han declarado la igualdad de todos los ciudadanos y eso conlleva la exigencia de que el Estado sea para todos y no para algunos. Por el contrario, respecto a lo que mantenemos una distancia irrenunciable es al pensamiento político populista del Chavismo, en la medida en que intenta hacer pasar esas medidas como las pruebas irrefutables del carácter supuestamente emancipador de su política. Para nosotros esas medidas (por otra parte ínfimas respecto al potencial real del Estado y la verborrea del enterrador del capitalismo) no tienen nada que ver con la emancipación y si mucho con la gestión.
Resumiendo, para estar en contra no hay que inventar nada, el plato siempre lo sirve otro; en cambio, si queremos practicar la política a distancia, entonces si no se inventa nada nuevo la distancia será inexistente. Nosotros queremos subvertir la política, esto quiere decir abrir una distancia con la existente. Y esto no es fácil. Sin embargo esta escritura es testimonio de que algo está pasando en la política. Es un efecto real de un nosotros que va tomando cuerpo y que tiene sus señales débiles y muchas veces no tan débiles. Incluso ese nosotros nos trae mensajes y advertencias que dicen que deberá organizarse de una manera inédita, inédita e incomprensible para la vieja política que ha confundido a la política con la organización (el partido) a tal punto que cree que si la política no es de un partido no es política. Ha fundido la política con el partido.
Los zapatistas parecen intuir algo parecido a esta aurora. Ellos creen que son "el síntoma de algo más grande que está pasando en todo el mundo"[.] "A todos corresponde ya definir esto y darle rumbo, se puede llamar como se vaya a llamar, pero el Zapatismo como lo que ocurrió en 1994, en toda la guerra de palabras que se ha llevado desde entonces, es el síntoma de algo más que está pasando en Sudamérica, en Norteamérica, Europa, Asia, África y Oceanía".
Para entusiasmarnos aún más con este nosotros incipiente que recorre el mundo, podemos constatar que nuestras dificultades parecen ser las propias a toda situación cercana a un alumbramiento. Como se puede comprobar sin dificultad alguna, el Manifiesto Comunista de 1848 es una crítica radical a la política tal como se la había entendido hasta ese momento. Sin embargo, Marx, en 1843 se encontraba desorientado respecto a la manera y el rumbo que tomarían las "nuevas ideas". Escuchemos lo que le escribe en ese año a su amigo Ruge: "Aún casi mayores que los obstáculos externos parecen ser las dificultades internas. Pues si no media duda alguna en cuanto a 'de dónde venimos', reina en cambio, gran confusión acerca de 'hacia dónde vamos'. No sólo se ha producido una anarquía general entre los reformadores, sino que cada cual se ve obligado a confesar que no tiene una idea exacta de lo que se trata de conseguir". Así es, es más fácil tener en claro aquello que ya no va más, ese cadáver que nos reveló la contra cumbre de Mar del Plata, que el rumbo de lo nuevo, de lo que hay que inventar.
* Director de la revista acontecimiento, integrante del Grupo Acontecimiento.
Nota: Todas las citas del Zapatismo han sido sacadas de los números 16 y 29/30 de la revista acontecimiento.
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La Soja es Bolivariana.
Editorial del sábado 12 de noviembre de 2005
Jorge Eduardo Rulli
Horizonte Sur Radio Nacional AM Argentina
La Fogata
El sábado pasado, algunos oyentes quedaron preocupados por las presiones que sufrieron nuestros amigos de Carlos Casares, los amigos que nos habían invitado a esa localidad, de parte del mayor de los sojeros argentinos para que se suspendiera la invitación que nos habían hecho y no se realizara nuestra presentación allí ese día. Creo que también quedaron algunos oyentes preocupados por nuestra suerte. En verdad, fue para preocuparse, en especial considerando el peso económico y político del adversario presuntamente ofendido y salido de sus casillas, y también nosotros nos preocupamos, y mucho, y esa es la verdad de la milanesa de soja. De todos modos fuimos a Carlos Casares, porque ese era nuestro compromiso y también, porque era nuestro deber hacer uso de nuestra palabra ante quienes nos esperaban. Y él, Gustavo Grobocopatel, estuvo también allí, como había prometido, en primera fila del público, rodeado el voluminoso corpachón por sus empleados de confianza y al parecer convencido que se trataba de una especie de duelo personal o que proyectar la película "Hambre de Soja" en el pueblo que considera suyo es una especie de mojada de oreja inadmisible. Abierto el debate, no dudó en pedir la palabra, el primero, y manifestarse con altanería como el responsable o al menos como la figura que corporizaba todo o casi todo, según sus palabras, lo malo que describía la película y nuestras exposiciones. No obstante, manifestó que para él la Soja era una oportunidad enorme para el desarrollo de nuestros países, que era también y por ello mismo un factor de unidad de la América Latina y luego remató con una frase que si hace historia yo creo que nos deja afuera de la historia.de toda historia. dijo enfáticamente y con absoluta desfachatez que la Soja es Bolivariana.
Bueno, creo que no es común que alguien hable de lo bolivariano si no tiene algún tipo de llegada a Venezuela, si no dialoga con gente del chavismo, si no pretende o aparenta ser un hombre de izquierda o al menos progresista, si ..Bueno, podríamos continuar especulando y de hecho lo hicimos, lo hicimos con pena y con dolor, por el modo en que estos corsarios nacidos para manejar el poder, especulan con la ignorancia de los pueblos, con la confusión de los procesos de cambio y por el modo en que sacan su tajada mientras otros comprometen sus vidas por un mundo mejor.
Interroguémonos ahora. Es un hombre de izquierda Gustavo Grobocopatel? con sus doscientas o acaso trescientas mil hectáreas de monocultivos, es un hombre vinculado a la Revolución Bolivariana? Vale preguntárselo. a primera impresión cualquiera diría que no, que no tiene nada que ver. sin embargo, él fue quien organizó por el Gobierno argentino la Expo Barinas de maquinaria agrícola con que nuestro país pagó el Gas Oil venezolano, y a más de ello pareciera tener barajas escondidas en su mano como para pretender corrernos por izquierda. Pero, nos puede correr acaso por izquierda Grobocopatel? Bueno, pareciera que no, pero después de escuchar a Toni Negri y reflexionar en que tiene razón cuando nos dice que la izquierda se quedó en el antiimperialismo yanqui. Y nosotros no podemos sino continuar con ese pensamiento y sacar consecuencias. Claro que se quedaron en el antiimperialismo. O sea que se quedaron en los años setenta, en los paradigmas de los años setenta. Y cuando entre el público de nuestras conferencias, alguien pide la palabra y nos interroga sobre las tecnologías dando por cierto que las tecnologías no son buenas ni malas, sino que ello depende de quien las maneja. acaso no está repitiendo criterios de la guerra fría? Nos preguntamos, sabrá ese joven que levanta la mano entre el público que con ese criterio de que las tecnologías eran neutras, un imperio tan gigantesco como la URSS terminó colapsando? Sabrá ese joven cómo los EEUU obligaron a la URSS a competir en un camino donde no le pudo seguir el tren al Imperio?
Parece que no hemos aprendido demasiado de la historia, quizá porque se siguen leyendo los mismos manuales de marxismo que condujeron a tantos y a tantos fracasos de la humanidad. Grobocopatel nos corre por izquierda y mientras amasa fortunas con la soja, pone en duda que el Capitalismo sea el camino para la Argentina. Seguramente muchos se conmoverán por esas declaraciones de un gran empresario. Pero nosotros, que nos hemos conmovido en cambio cuando un piquetero nos ha expresado que construían el comunismo en Gerli, en torno a un par de panaderías y a tres comedores de indigentes, que nos hemos conmovido por su mirada de excluido, su candidez piquetera y su alma sin complejidades, y no obstante, le hemos sugerido con bastante crueldad que le pidan un subsidio a Cargill para construir la sociedad comunista en el Gran Buenos Aires. porque dejarlos persistir en una estrategia idiota nos parecía aún más cruel que despertarlos al mundo terrible de lo real..
Nosotros, podemos creer en la candidez de un piquetero, pero no creemos en la candidez de los poderosos. Y en esto del Poder y de los poderosos creo que no hay izquierdas ni derechas, porque el Poder entraña siempre la sumisión de los otros, la delegación del poder de unos en los otros, entraña la antigua ecuación entre el amo y el esclavo. Y bien que recordamos que los que aborrecían las relaciones del pueblo con su líder durante el Peronismo, y no comprendieron o no quisieron comprender, que en la eclosión de los países periféricos de la posguerra, esa adhesión incondicional a un líder dado, entrañaba la mayor garantía de lucidez y de futura ciudadana y también de posible madurez de la conciencia. Y años más tarde, los mismos que decían aborrecer aquella relación de supuesta subordinación, ellos, o acaso sus descendientes directos, nos ofrecieron la alternativa de los partidos de clase o de las organizaciones político militares que ahora si institucionalizaban definitivamente las relaciones internas de poder en nombre de un horizonte mesiánico, y obligaban a la obediencia extrema bajo las formas militarizadas de una racionalidad instrumental y bajo la amenaza de la punición de las heterodoxias y de las conductas transgresoras.
Y estamos ahora en la zona del Ecotono de los paradigmas, esa frontera difusa entre aquellos que no terminan de morir y los otros que no terminan de nacer o de imponerse, tal como es el caso de la complejidad. Una zona de frontera entre ecosistemas mentales donde abunda la confusión y la ignorancia. Queremos cambiar el capitalismo por el Socialismo pero no cuestionamos las tecnologías y nos alimentamos con comida chatarra o con soja transgénica. Somos antiimperialistas yanquis e insistimos en que esto de la Globalización es el mismo verso de siempre, desde Colón hasta hoy siempre lo mismo, me dijo uno. qué maravilla de idiotas ilustrados, se crían como el perejil y abundan como la bosta de paloma! Ni siquiera parecen haber metabolizado el colapso de la URSS, como si no se hubiesen dado por enterados, y ni siquiera sospechan que los paradigmas de entonces sean cosa del pasado. En un encuentro de pensamiento en la CTA recuerdo que uno dijo algo tremendamente honesto, pero a la vez, patético: yo sé que el mundo cambió, y que cambió mucho, pero yo tomé la decisión de seguir pensando igual que en los setenta. El mundo puede cambiar, yo no..
Seguimos con un Che convertido en camisetas ilustradas, olvidando que si hubo algo que caracterizó al Che que conocimos fue el compromiso extremo con su tiempo, su disposición a darlo todo, a retirarse del poder y arriesgarlo todo nuevamente en una empresa revolucionaria. Y también que hasta último momento se esforzó por entender, por reflexionar y por aprender de su entorno, de sus errores y de la tragedia de la que fue parte principal. Una tragedia en que estuvimos todos metidos, cada uno dando lo que podía, con la mayor lealtad que teníamos, y que en aquellos años no era poca. La recuerdo a Beatriz Fortunado, Bechy, en octubre del 67 visitándome en el hospital de la Cárcel de Villa Devoto donde me reponía yo de las torturas a que había sido sometido a inicios de ese mismo años por insurgente y por la Policía de la Provincia de Buenos Aires. La recuerdo absolutamente choqueada por las noticias que nos bajaban de Bolivia, no soportó su mente tanto dolor y se escapó para siempre hacia el mundo atroz de la locura. Había sido la mente más brillante en la generación de los primeros activistas de la Juventud Peronista en el 55, ella personalmente pensó, fundó y dirigió Trinchera, el histórico periódico de la Juventud Peronista en los años difíciles del Plan Conintes. Cuando la llevé a Cuba en el año 68 los médicos me dijeron que eran muchísimos los trastornados por la muerte del Che, una legión de locos entrañables que dieron a su manera testimonio extremo e insensato, de aquellos años difíciles.
Lo siento, no puedo compartir estas historias tan pero tan fuertes, con yogures transgénicos aunque sean socialistas, ni con empresarios de la Soja progresistas, pero que iniciaron sus fortunas durante la dictadura militar, no puedo sacralizar a las tecnologías de punta en nombre de una idea de progreso que se me cayó definitivamente con la nube de Chernobyl que me pasó por arriba de la cabeza cuando estaba en Estocolmo, no puedo comprender que se pretenda profundizar en el estudio del sistema capitalista y que se proponga cambiar la relación de propiedad de la tierra y se acepten los cultivos de soja transgénica como un instrumento útil a las nuevas comunidades campesinas, tal como está ocurriendo en algunos movimientos sin tierra del hermano pueblo de Brasil. Creo que haberse quedado en el antiimperialismo yanqui, puede en ciertos casos significar estar del otro lado del mostrador...
Las transnacionales de la globalización sólo saben hacer negocios y convertir todo en mercancía. No podemos dejar de señalar hoy los riesgos de ciertos acuerdos comerciales entre la República Bolivariana y la República Argentina. Nuestro país dispone de enormes reservas petroleras, y siempre tuvo abundante gas oil propio y subsidiado para las actividades rurales. Si hoy no lo tenemos y precisamos de la ayuda venezolana es porque hemos convertido graciosamente a España en una potencia petrolera y porque nos hemos transformado gracias a REPSOL YPF en exportadores de petróleo crudo. La ayuda venezolana no nos ayuda, todo lo contrario, posibilita mantener esa ecuación neocolonial en que entramos en los años noventa y que el actual Gobierno mantiene sin mayores modificaciones. A ese Fuel Oil venezolano lo pagamos con maquinaria agrícola y crecientes acuerdos de cooperación tecnológica para el agro. También ello nos preocupa y mucho. El INTA, el instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, que interviene en las negociaciones, fue formado luego del golpe que derrocó al Gobierno Constitucional de Perón en 1955 para incorporar en la Argentina la llamada Revolución Verde, proceso que modificó las pautas de la agricultura tradicional con agrotóxicos, semillas híbridas y maquinaria pesada. Desde aquellos años, finales de los 50, el INTA se ha ocupado siempre, de "modernizar" nuestra agricultura, ello quiere decir: industrializarla, hacerla de mayor escala, y en los últimos tiempos abrir las puertas para que de la mano de las Transnacionales la Argentina entre en la llamada Revolución Biotecnológica, semillas GM (genéticamente modificadas) con creciente dependencia a insumos, aumento en el uso de venenos, mayor concentración de la tierra e incorporación de tecnologías de punta como GPS o sistemas de agricultura satelital.
Las tecnologías no son neutras. Pensar que su signo o sus valores, dependían de quienes las manejaban, condujo en forma reiterada a la humanidad y a la lucha de los pueblos a enormes fracasos. Y si algo hemos aprendido es a evitar caer en la fascinación que en forma de espejitos o cuentas de colores, costó alguna vez la libertad de los primeros americanos. Nosotros tememos que las tecnologías que la Argentina, el INTA y en especial el coordinador técnico del INTA designado responsable de los acuerdos, lleven a la República Bolivariana, sean elementos que terminen favoreciendo a los sectores más reaccionarios del país hermano y, en especial, que saquen a la Reforma Agraria en curso de su escala actual de producción local y campesina. Estamos seguros que Venezuela es hoy uno de los lugares claves donde se decide el porvenir de nuestra Patria Grande y por ello mismo, donde las tensiones entre lo viejo y lo nuevo, entre los paradigmas obsoletos y las nuevas miradas sobre el mundo global, encuentran las tensiones que son propias de todo gran alumbramiento. Todos los pueblos de nuestro continente miran con expectativas los caminos que en Venezuela se deciden y esas miradas y esas expectativas nos comprometen mutuamente.
Nosotros pensamos que los monocultivos de Soja atentan absolutamente contra los pueblos aborígenes y campesinos, contra sus Culturas y sus hábitats, pensamos que han provocado el despoblamiento del campo y que han convertido las ciudades en megalópolis inmanejables. Pensamos, asimismo, que la ingesta de Sojas transgénicas es parte de un exterminio calculado para acabar con los sectores "prescindibles" de este modelo de concentración y de exclusión. La Soja no es un alimento humano, a lo sumo es un forraje para rumiantes. Reencontrarnos y asumirnos como Pueblos, significa fundamentalmente pararnos en nuestra propia Cultura y ello implica arraigo en la tierra, recuperar y reasumir como nuestras las propias semillas de variedades y reconocer nuestros patrimonios culturales, entre ellos y principalmente, el patrimonio alimentario. Por todo ello, lo decimos bien claro: la Soja no es ni será Bolivariana, que nadie se confunda, la soja es y será de Monsanto y de los grandes pooles de siembra que han transformado a nuestros países en Republiquetas Sojeras.
Jorge Eduardo Rulli
Horizonte Sur Radio Nacional AM Argentina
www.grr.org.ar
grupodereflexionrural@???
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La situación pre-electoral en Nicaragua
La estaca en el corazón
Sergio Ramírez
La Jornada
La Fogata
Masatepe, Nicaragua. No sé si a Somoza le hubieran perjudicado en algo las encuestas, pero el caso es que en aquel tiempo no las había. Me imagino, sin embargo, lo que hubiera dicho al ser confrontado con los resultados de alguna, pulverizado por el peso implacable de la opinión pública: "no creo en las encuestas porque han sido mandadas a hacer por mis enemigos". Y quizás hubiera dicho también: "no hay más encuesta que el día de las elecciones, allí nos veremos las caras", seguro como estaba de que al ser contados los votos por fieles subalternos suyos, siempre saldría ganador.
El viejo Somoza tenía un fiel subalterno de éstos que digo: el doctor Modesto Salmerón, abogado y notario que inscribía en el registro público todas sus propiedades mal habidas, y que también le contaba los votos. Ya cerradas las urnas, lo llamaba siempre para preguntarle cuántos votos quería sacar. En las elecciones de 1947, el doctor Salmerón ordenó que los votantes debían alinearse en dos filas en los recintos de votación, una con los que iban a votar por el candidato del gobierno, escogido por Somoza, y otra con los que iban a votar por el candidato de la oposición. El propósito era amedrentar a los enemigos de la paz y la democracia.
Cuando se presentó Somoza a votar a la mesa que le tocaba, muy temprano de la mañana, se halló que en la fila del gobierno no había nadie, y en la del candidato de la oposición la cola daba la vuelta a la esquina. No se inmutó. Depositó su voto, sin necesidad de hacer fila, ya se sabe, y subió a su Cadillac negro bajo la rechifla general de los votantes, a la que contestó con la señal de la guatusa, que en España llaman higa. Una semana pasaron las urnas electorales secuestradas en los sótanos del Palacio Nacional, hasta que el doctor Salmerón proclamó ganador al candidato que había perdido.
¿Por qué me entretengo en esta vieja historia? Porque hoy mismo en Nicaragua, los que están en la cola de las encuestas dicen que las encuestas mienten en contra de ellos, y por tanto no sirven. El comandante Daniel Ortega, por ejemplo, es uno de esos reiterados incrédulos, aunque los datos que no lo favorecen vienen de firmas encuestadoras diferentes, y coinciden no sólo en revelar que los ciudadanos lo juzgan mal en cuanto a imagen y simpatía, sino que muy pocos votarían por él si se presentara como candidato a la presidencia en las elecciones del año que viene, que ya están a las puertas.
Sin embargo, no sobra recordar que un día el comandante creyó en las encuestas, como estoy seguro que de todas maneras hoy sigue creyendo. Para las elecciones de 1990, cuando éramos los dos parte de la misma fórmula, hacíamos una encuesta por semana, para nuestro consumo, y contratamos a Stan Greenberg, quien luego sería el encuestador estrella de las campañas de Clinton, para que nos ayudara a leer las nuestras. Pero las leímos como quisimos, al revés, porque nos decían que íbamos a perder, y la palabra perder no estaba en nuestro vocabulario. ¿Sigue leyendo el comandante Ortega al revés?
Pero no sólo opinan mal los ciudadanos de su persona, sino también de sus obras, la más repudiada de todas el pacto que tiene acordado con el doctor Arnoldo Alemán, quien también recoge muy poco en las encuestas, y en esto van bastante parejos. El problema para el país es que entre los dos controlan el poder en Nicaragua, a pesar de que no cuentan con el favor popular: los diputados de la Asamblea Nacional, los magistrados del sistema judicial, el fiscal, los contralores, el tribunal electoral que tiene la potestad de contar los votos.
El problema se vuelve más grave si pensamos que ninguno de los dos se siente dispuesto a aceptar que no tienen respaldo popular, y que por lo tanto perderían sin remedio no sólo las elecciones presidenciales, sino también la mayoría parlamentaria que forman entre ambos, y que les permite controlar la totalidad del poder, tal como queda explicado, salvo el gobierno que resiste solitario. El riesgo es, entonces, el fraude electoral, mediante la invocación del viejo espíritu del doctor Salmerón.
Si las encuestas no valen para nada, como reza el alegato, los que van a la cola pueden perfectamente resultar triunfadores, que de eso ya vimos que hay experiencia. Y lo primero será salir de los candidatos disidentes que estorban, porque tienen el respaldo popular mayoritario, Herty Lewites, disidente del FSLN de Daniel Ortega, y Eduardo Montealegre, disidente del Partido Liberal de Arnoldo Alemán. La manera de hacerlo, como está ya anunciado, es inhibiendo a ambos mediante decisión del Consejo Supremo Electoral, en acatamiento de alguna sentencia judicial de las muchas que se fabrican en Nicaragua, porque aunque llegue a faltar la energía eléctrica a consecuencia de los drásticos racionamientos, o la ciudad de Managua quede paralizada por las huelgas de los lagartos empresarios de transporte, la fábrica de sentencias es la única que nunca se para. Es decir, la cosecha de sentencias nunca se acaba.
Nicaragua sigue apostando por la democracia, las encuestas lo demuestran. La gente no quiere pacto, no quiere candidatos eternos, no quiere diputados serviles, no quiere jueces de partido, y respalda a los dos candidatos que, rebelándose contra esa funesta cauda de males, proponen acabar con el pacto que engendra esa misma cauda de males. Entre Lewites y Montealegre, creamos a las encuestas, suman más de 70 por ciento del voto, y tendrían los dos votos la mayoría necesaria en la Asamblea Nacional para reformar la Constitución y anular el pacto.
La única manera en que el fantasma del doctor Salmerón no planee sobre nosotros dejando su olor a azufre es que las elecciones de 2006, que ya vienen, puedan ser unas elecciones de verdad. Unas elecciones en serio, vigiladas desde dentro y desde fuera. Lo peor que puede pasar a los dueños del pacto es que si arreglan unas elecciones para ellos solos, sacando del juego a los que las ganarían, esas elecciones no tengan legitimidad alguna, ni para los ciudadanos ni para la comunidad internacional.
Necesitamos, por tanto, decenas de observadores, mejor centenas, de dentro y fuera de Nicaragua, pero no para el día mismo de las elecciones, sino desde ahora. Los observadores deben abortar las inhibiciones arbitrarias de candidatos, deben observar con lupa la renovación y extensión de cédulas, la depuración del padrón electoral, la justa representación de los partidos contendientes hasta en la última de las mesas electorales, la asignación de los recursos estatales de campaña, aun el proceso de imprimir las papeletas de votación y establecer conteos paralelos a los resultados oficiales.
Que nadie venga a decirme que la presencia masiva de observadores internacionales es una violación de la soberanía. Los tuvimos en abundancia para las elecciones de 1990, llamados por el propio gobierno sandinista para que certificaran nuestra victoria, y les dimos crédito cuando certificaron nuestra derrota.
Así que no hay que dejar sola a Nicaragua en su lucha por librar a su democracia de quienes la tienen secuestrada. Vengan. No dejen salir de su sarcófago el espectro del matrero doctor Salmerón. Hay que clavarle al pacto la estaca en el corazón.
http://www.sergioramirez.com/
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Un cruento y sanguinario mensaje al rey Abdullah
Robert Fisk
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
La Fogata
Fue un mensaje cruento y sanguinario al Valeroso Reyezuelo Mark II. Ayuda a los estadunidenses, adiestra a sus policías iraquíes, recibe a sus oficiales de fuerzas especiales y será un nuevo blanco de Al Qaeda. No tan nuevo, claro: un empleado de la embajada estadunidense, Laurence Foley, el más blando de los blancos porque amaba a Medio Oriente y vivía en Amman como en su casa, fue asesinado hace tres años. Pero 67 muertos, jordanos en su mayoría, son un golpe devastador para el hombre que alguna vez dirigió las fuerzas especiales jordanas, supuestamente de elite, y es hoy monarca de esa pequeña mina de arena que Winston Churchill creó y llamó "Jordania".
¿A quién culpar? Pues a Abu Musab Zarqawi, desde luego. El mismo fastidioso, extraño, despiadado y nebuloso Zarqawi a quien los estadunidenses parecen tan poco capaces de capturar o liquidar como a Osama Bin Laden, al mullah Omar o, para el caso, a Radovan Karadjic y Ratko Mladic, los criminales de guerra que hicieron una carnicería de musulmanes en Srebrenica y otras ciudades de Bosnia.
El atacante suicida que mató a 67 inocentes en Amman llevaba, para utilizar ese lugar común tan amado de todos los periodistas, "todas las señas" de Al Qaeda y Zarqawi. ¿Por qué seguimos dando a esas criaturas los atributos de la plata? Es decir, si es que Zarqawi vive en realidad. Delincuente de poca monta, originario de la ciudad jordana de Zarqa, sin duda existía en 2003, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña emprendieron la ilegal invasión de Irak. Pero muchos en Irak creen que murió en los primeros ataques de esa guerra. En Zarqa, su esposa -de la cual era muy posesivo- se ha puesto a trabajar para sostener a su familia. Cuando la madre de Zarqawi falleció, el año pasado, la familia no recibió mensaje alguno de condolencia de él, extraña omisión en un hombre supuestamente consagrado a una interpretación tan estricta del Islam.
En repetidas ocasiones, funcionarios de inteligencia estadunidenses han "identificado" a Zarqawi en cintas de video que muestran el asesinato de rehenes occidentales. Pero por lo regular los asesinos llevan velo y su voz está distorsionada. ¿Cómo supieron que se trataba de él?
Hay muchas preguntas sin respuesta en cuanto al papel de Al Qaeda en Irak -y ahora en Jordania- que los periodistas preferiríamos dejar por la paz. ¿Por qué Jordania? ¿Por qué ahora? Bueno, en parte porque Abdullah es un siervo tan fiel del presidente George W. Bush. En parte porque sus fuerzas adiestran a soldados iraquíes, y porque permite que las fuerzas especiales estadunidenses adiestren a esos soldados en suelo jordano. También porque Jordania se ha vuelto una base de retaguardia para cazas y bombarderos estadunidenses que atacan ciudades iraquíes. Y finalmente, por supuesto, porque Jordania, con su monarquía inconstitucional y sus cada vez mayores barrios pobres de islamitas en sus grandes ciudades, es el blando abdomen de "Occidente" en Medio Oriente.
Desde la muerte del padre de Abdullah, los jordanos y otros árabes han preguntado si el monarca puede justificar su existencia en lo que alguna vez se llamó Transjordania. "¿Para qué sirve el rey?", me preguntaron hace no mucho tiempo en Jordania. Pregunta peligrosa, y cada acto de violencia cometido contra el reino le da un sentido más ominoso.
El tratado de paz de Jordania con Israel es tan impopular como siempre en el país. El hotel Radisson, uno de los blancos de los ataques del miércoles, era usado a menudo por visitantes israelíes. Como es tan popular en Occidente, como habla inglés mejor que árabe, como es hijo de Hussein -el Valiente Reyezuelo Mark I-, como es egresado de la Real Academia Británica de Sandhurst, el rey Abdullah es una figura simpática en Europa y Estados Unidos, siempre bienvenido en Downing Street y en la Casa Blanca. En cambio, en Jordania hay quienes no lo quieren tanto. Los despiadados ataques de la noche del miércoles fueron una advertencia de que el rey tal vez se encuentre más seguro en Londres que en Amman.
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La furia después de la furia
Unas firmezas que contrastan con otras pasividades
Samuel Blixen
Brecha
La Fogata
Los hechos de la Ciudad Vieja del pasado fin de semana mostraron en acción a pequeñas organizaciones políticas "a la izquierda de la izquierda" que podrían crecer ocupando ciertos vacíos dejados por el gobierno progresista. Militantes de esos grupos, que reivindican "otra manera de hacer política", rompieron autos, vidrieras y negocios en varias calles de la city en protesta contra la presencia de George W Bush en Mar del Plata y la firma del tratado bilateral de comercio entre Uruguay y Estados Unidos.
Si las acciones de los jóvenes se salieron del cauce pacífico, la reacción de la Policía en primer término, y la de un juez luego, sobrepasó toda proporción. Los fundamentos del juez Fernández Lecchini para imputar "sedición" a cuatro de los manifestantes y el derrotero mental de dicho juez para explicar su fallo moverían a risa si no formaran parte de un contexto que de risueño nada tiene: por un lado, la "firmeza" exhibida contra los manifestantes contrasta con la pasividad de la mayoría de los jueces para investigar -aunque más no fuera- los crímenes de lesa humanidad; por otro, instala un mecanismo represivo que amenaza con criminalizar cualquier protesta social no bien sus promotores osen plantear una mera crítica "anticapitalista y antimperialista".
Por más que se quiera minimizar el exabrupto, desde el domingo 6 Uruguay tiene un gobierno progresista que exhibe, al menos para el exterior, desmanes de la ultraizquierda, brutalidad policial, presos políticos (de acuerdo a los considerandos del juez que los llevó a prisión) y cuatro organizaciones "sediciosas". La imagen no es propicia para la estrategia que apuesta a un perfil de seguridades jurídicas y de tranquilidad institucional para atraer inversiones.
Esta especie de travestismo de la realidad política es consecuencia de la prestidigitación de un juez penal que contra viento y marea, y a despecho de las múltiples e insistentes sugerencias a la moderación, aplicó contra cuatro manifestantes "antimperialistas, anticapitalistas y antiglobalización", un artículo del Código Penal olvidado en los orígenes fascistas del ordenamiento de 1934, que demócratas de distinto pelo repudiaron pero no expurgaron de los textos.
El juez Juan Carlos Fernández Lecchini instaló abruptamente la sedición en el panorama nacional, al aplicar los incisos 3 y 5 del artículo 143 del Código Penal, un delito que incluso los militares descartaron en su guerra antisubversiva. La decisión descolocó al gobierno y al Frente Amplio. La oposición, en cambio, subió la apuesta y sin tomar en consideración el escenario que se abría con supuestas organizaciones subversivas actuando en la capital, reclamó la cabeza del ministro del Interior, José Díaz, por una supuesta indolencia en la respuesta policial que llevó a ciertos medios de prensa a cronometrar la inoperancia en términos de minutos y segundos.
Acuciado por una interna ministerial complicada, Díaz basculó entre el respaldo a sus subordinados, la reafirmación de una política que apuesta al diálogo y a la prevención, y a no conceder espacios para la brutalidad policial, que los hechos, confirmados por videos y fotografías, revelan sin lugar a dudas. Así lo consignaron diversos sectores del partido de gobierno (la Vertiente Artiguista en forma explícita), pero lo que era evidente para televidentes no lo fue para el magistrado, quien dedujo la sedición como extensión del acto de arrojar piedras y romper vidrios, en virtud del soporte ideológico que activó el músculo.
La sospecha de una vinculación entre la decisión judicial y ciertos extremos represivos impuso la consideración de una eventual maquinación de la derecha para impulsar la desestabilización. El clima generado por algunas expresiones reales de descontento, como el incremento de las huelgas y movilizaciones populares, las críticas a la política económica y los callejones sin salida de la impunidad, es un buen caldo de cultivo para que proliferen algunas iniciativas aisladas contra el gobierno, pero también algunas no tan aisladas.
Simultáneamente, la insistente apuesta de la derecha a fabricar una sensación de inseguridad ciudadana cuya respuesta es, inequívocamente, la imposición de un endurecimiento de la represión -lo que el ministro Díaz califica de "demagogia punitiva"- habría encontrado en los episodios del viernes 4 en la Ciudad Vieja una rampa de lanzamiento. La demora entre la ubicación, por parte de la inteligencia policial, de militantes "caratapadas" pertrechándose de piedras, y la reacción de la Policía, dejó un espacio de especulación para una condena por supuesta "inactividad".
Versiones de prensa que acudieron a las ya inefables "fuentes militares" afirmaron que las alertas sobre posibles desmanes durante la concentración de un centenar de manifestantes en la plaza Matriz fueron ignoradas por el gobierno y por la jerarquía policial. El jefe de Policía de Montevideo, Ricardo Bernal, desmintió tajantemente haber recibido tal información de los servicios de inteligencia, y conminó a las "fuentes" a que se identificaran. Pero es un hecho que los efectivos de la Guardia Metropolitana descargaron la represión en forma indiscriminada. Voceros de la Plenaria Memoria y Justicia -una organización creada para combatir la impunidad y que está en la mira de algunos magistrados, objeto de sus escraches y pintadas- explicaron los desmanes como consecuencia de los nombramientos de jerarcas policiales que controlan los aparatos represivos que coordinan la acción policial.
Dos de esos jerarcas fueron, precisamente, funcionarios procesados por la justicia por su responsabilidad en los hechos sangrientos ocurridos en las inmediaciones del hospital Filtro en octubre de 1994, cuando se produjo el asesinato del joven Fernando Morroni. Los múltiples testimonios y las secuencias fotográficas que integran este informe no dejan dudas sobre la forma en que se descargó la represión, independientemente del hecho, también evidente, de que algunos de los participantes en la movilización protagonizaron desmanes.
La propia fundamentación político-ideológica del juez revela la incapacidad para obtener elementos objetivos de culpabilidad de los procesados y, quizás, de que ni siquiera fue ése un extremo decisivo y necesario para imponer un procesamiento a todas luces divorciado de la magnitud de los hechos. Igualmente desproporcionada parece ser la iniciativa de una fiscal que pretende procesar a Irma Leites, vocera de la Plenaria, por negarse a identificar a quienes efectuaron pintadas calificando a los miembros del tribunal de apelaciones que archivó el "caso Gelman" como "alcahuetes de los militares".
Todo este cuadro amerita la reedición de la afirmación "pérdida de los puntos de referencia", que el general Hugo Medina puso en circulación para justificar torturas y desapariciones. Lo que está por definirse es en qué medida la acción policial buscó, premeditadamente, extender la represión según un plan, y hasta dónde la decisión del juez de instalar la sedición como elemento determinante de la movilización fue una simple coincidencia o, por el contrario, parte de un esquema elaborado con anterioridad. La fuerte sospecha de que entre los "caratapada" hubo infiltrados de la derecha angosta la incidencia del elemento coincidencia.
Como en los episodios del Filtro, las circunstancias parecen haber actuado a favor de la premeditación para fabricar un estado favorable a la desestabilización política. La "demagogia punitiva" cuenta, para avanzar en su esquema desestabilizador, con elementos policiales de clara filiación de extrema derecha, con magistrados apuntalados en una concepción cerril de la impunidad, con dirigentes políticos decididos a atizar el fuego en medio de una crisis económica y social heredada por la izquierda, y operadores de los medios de comunicación que aceitan los engranajes de la desinformación y la manipulación.
Y, cuando todo esto ocurre en medio de un creciente malestar en sectores que eligieron a este gobierno, el escenario requiere una cruda precisión para separar la paja del trigo. Si las investigaciones de los próximos días corroboran esa hipótesis, el gobierno entonces se enfrenta a una situación de hecho que lo expone a nuevas tormentas. La condena de los desmanes no justifica el clima de inseguridad que instala el exabrupto de la sedición.
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Liberté, egalité... Toque de queda
Achour Boutelja Bondy
(Seine-Saint-Denis), en la "Francia ocupada"
La Fogata
Achour Bouteldja vive en la localidad de Bondy, distante unos quince minutos de París. Hijo de padre argelino y madre francesa, en este artículo Bouteldja narra lo que implica vivir en las ciudades periféricas de la capital francesa. Respecto a las protestas, expresa que «estos jóvenes no buscan la provocación, ni ser arrestados o expulsados; tampoco un triunfo del FN, buscan un futuro diferente».
Documentación! ¿Algo que declarar? ¿Drogas? ¿Armas? Uno registra tus bolsillos y te cachea, para comprobar que no has mentido, mientras otro hurga dentro de tu mochila, con insistencia. Escrutan tu DNI (imprescindible, en el caso de los franceses de origen norteafricano) y piden comprobar los datos, por radio, a la Central: puedes formar parte de una de las tres tipologías que manejan: ser clandestino con documentos falsos, ser drogadicto o ser un dealeur (revendedor) criminal y ladrón. En caso de que vayas en grupo, pensarán que puedes ir a perpetrar un robo organizado.
Tras el 11-S, un cuarto supuesto está presente: si eres de origen árabe y llevas barba, eres potencialmente un terrorista adscrito a Al'Quaeda. Por ese motivo, sufres continuos controles en la ciudad, en el barrio, en los centros comerciales, en el transporte colectivo, en los pasillos del metro, en los andenes de cualquier estación.
Si eres joven y tu cuadrilla la componen principalmente árabes y negros, esos controles se convertirán en algo cotidiano.
La única prevención considerada eficaz por una parte de la opinión pública y política es la de la seguridad. La Brigade Anti Criminalité (BAC), una genialidad por la que Sarkozy pasará a la posteridad, fue creada en 1994 para dar respuesta al «problema de inseguridad ciudadana» inherente a las banlieues (suburbios). Este cuerpo se nutre de miembros de la Policía Nacional, y su test de admisión es muy selectivo a la par que muy revelador del ánimo de esos policías de élite con pintas de cow-boys: son varones, son cinturón negro de karate y son capaces de reducir a un sospechoso en tres segundos cronometrados.
Una policía excepcional y fuera de lo común para unas banlieues a punto de estallar. Con un coche camuflado, provisto de un kit antirrebelión y antimotín, con chalecos antibalas, estos agentes irrumpen en nuestras ciudades. Su intervención es ultrarrápida, eficaz y, sobre todo, provocadora.
Informativos del miedo
Cada noche, viendo los informativos de las 20.00, «Francia tiene miedo», que cantaba el grupo de St. Etienne, Mickey 3D. En nuestras banlieues hay consumidores de porros que, por el sólo hecho de fumar o revender canabis, contribuyen, según dice en esas noticias Villepin, «a financiar una red terrorista». En nuestras banlieues hay integristas religiosos en potencia, o potencialmente criminales pirómanos, especialmente dotados para el hurto de coches y la reventa de drogas.
Incluso, hay violadores que practican la tournante (violaciones colectivas) en los bajos de las HLM (Habitation à Loyer Modéré, alquileres sociales o VPO). Según lo que muestran los medios, para los jóvenes, para todos los jóvenes de las banlieues, sólo existen dos categorías de mujeres: las putas y las sumisas.
Los años 80 vieron nacer en nuestras ciudades a SOS Racisme; los años 90, al colectivo Ni putes ni soumises. Entonces y ahora, los jóvenes son estigmatizados y caricaturizados hasta convertirles en carne de cañón con la que alimentar el odio al extranjero. Vivir en los suburbios es ser un paria social (en el corazón de Europa). Existen folletos turísticos que desaconsejan estas zonas. Yo no he visto jamás turistas en Bondy, que está a quince minutos, en RER (tren de cercanías), de París.
La inseguridad de las banlieues ha tomado el relevo a la inseguridad en el empleo en nuestros medios de comunicación.
Sarko quiere limpiar los barrios. Sin embargo, la delincuencia de la patronal no le molesta lo más mínimo, ni siquiera le molestaron los obreros de Metaleurop cuando amenazaban con verter toneladas de ácidos en un río, o cuando los agricultores «saqueaban» en sus protestas un centro comercial.
Entonces miraba hacia otro lado. Y es que Sarko quiere limpiar las banlieues, haciendo desaparecer a estos jóvenes a los que varias veces ha llamado «escoria» con un karcher (manguera de alta presión que se emplea, entre otras cosas, para borrar las pintadas).
La obsesión de la seguridad es tal que pronto las cárceles serán un anexo de la escuela primaria. Los centros educativos de nuestras ciudades se asemejan, cada vez más, a las prisiones: barreras, rejas y un vigilante que te solicita la cartilla de identificación escolar.
Cada vez más recintos de seguridad, cada vez menos profesoras y profesores, cada vez menos medios, cada vez menos plazas.
Así las cosas, para estos jóvenes el mayor éxito social consiste en evitar la cárcel. Ni más, ni menos. Que termines siendo un obreros endeudado y explotado es lo de menos, mientras no tengas antecedentes penales, pueden considerarte como alguien que ha triunfado.
Aunque algunos consideran ahora que el ascensor social se ha detenido a medio camino, en realidad, jamás ha habido ascensor social. Lo que hay es, justamente, escaleras de madera como las de los «clandestinos» en Melilla.
Unas escaleras y un muro de prejuicios tan altos como las torres que se interponen en nuestro horizonte. Algunos consiguen dar el salto. Pero, ¿por qué los obstáculos se suceden y siempre aparecen para las mismas personas?
A Platini se le perdona el «fracaso» cuando no gana la Copa del Mundo. El equipo blanc-black-beurre de Zidane ha tenido que hacer lo imposible para ganarse el derecho a cantar La Marsellesa y, todavía algunos encontraban esto insultante. Para ser un buen ciudadano francés es imprescindible saber La Marsellesa (desde la más tierna edad). Pero, ¿de qué himno hablamos? ¿De La Marsellesa que entonaban los ciudadanos en las comunas de París antes de ser masacrados por el Ejército venido de Versalles o de la que cantaban los funcionarios enviados en «misión civilizadora» por esa potencia colonial que «fue» Francia? A fuerza de insistir con la bandera tricolor en el corazón de las y los conciudadanos, se han multiplicado los potenciales fachos (fascistas) que revitalizan las nociones de «Travail, Famille, Patrie» (Trabajo, Familia, Patria), como un remake de la República de Vichy
Guardo un recuerdo de la escuela: la extraña lógica del orientador. Algunos de ellos aconsejaban a nuestros progenitores que no hablaran árabe o bereber en casa, ya que ello implicaba un riesgo, una perturbación, implicaba entrar en conflicto con la lengua francesa...
todo ello so pretexto de prevenir el fracaso escolar... Quizás temían que nuestros padres llegaran a cuestionar aquellas lecciones de Historia aprendidas de memoria que decían cosas como que «Charles Martel logró parar a los árabes en Poitiers». En resumen, nuestra aspiración, desde quinto: ser obrero en el sector de la construcción. O, como mi hermano Tahar, mecánico de automóvil que ha hecho prácticas en empresas donde el patrón le ha hecho comprender de manera clara que, en lugar de dedicarse a aprender cómo se usa una llave inglesa, le convendría más hacer como hizo nuestro padre: aprender a utilizar una escoba. Así tendría más oportunidades de encontrar un trabajo a la medida de sus orígenes. Unos orígenes que ese patrón conocía muy bien, ya que había combatido en las montañas de la Kabilia contra nuestro padre y nuestra madre.
En el trabajo y en el ocio
Para dar una idea de la segregación que impera en el mercado laboral, se puede aludir al debate abierto sobre el curriculum vitae, en el sentido de que cuando se presente el mismo no se haga mención al apellido ni a la dirección ni, evidentemente, se incluya fotografía...
unas medidas tendentes a posibilitar que nuestros currículos al menos se lean, antes de terminar igualmente en la papelera.
La segregación abarca también al ocio: en las discotecas de fines de semana, un individuo llamado Bouba, de 1,90 m. y 100 kilos de peso, te hace comprender enseguida qué poco importa tu nacionalidad francesa: "Désolé, toi, tu rentres pas!"("Lo siento, tu no entras"). Si es amable, añade: "Désolé, c'est la direction; moi, je fais que mon boulot, faut bien que je gagne ma vie!" ("Lo siento, órdenes de la dirección; yo sólo hago mi trabajo, necesito ganarme la vida")... Lo más patético es que la juventud que puede entrar baila a ritmo de Johnny Clegg y Savuka S
Frente a esa segregación, nos dicen que «debemos ser capaces de salir de los barrios». ¿Con alquileres de 800 euros al mes, casi el equivalente a nuestros salarios? Un milagro si se trata de una familia.
Además, aunque tengas suficientes ingresos, los propietarios no quieren alquilarte, bajo pretexto de que puedes convertirte en un futuro desempleado; o por las razones que expuso Chirac en su discurso del 19 de junio de 1991, cuando llegó a hablar de «las molestias que generan, con ruido y olores» las personas de nuestras ciudades.
Y es que todo el mundo no tiene la suerte de llamarse Hervé Gaymard, como el ex ministro de la UMP (mayoría conservadora en el gobierno), y obtener, con cargo a los presupuestos del Estado, un tríplex en pleno París por el que pagar un alquiler de 16.000 euros al mes.
Para la población negra, los apartamentos en París no son tríplex, sino que son, frecuentemente, crematorios disfrazados de viviendas sociales.
En la región parisina no hay más que 180 ciudades sobre un total de 480 que llevan a cabo políticas sociales de vivienda. No es casualidad que sea en las zonas que cuentan con más HLM donde hay más revueltas.
No lejos de Bondy, un poco antes de llegar a Clichy-sous-Bois, hay una ciudad llamada Raincy y su alcalde es Eric Raoult, de la UMP. En Bondy, el 50% de las viviendas construidas son viviendas sociales. Por el contrario, en Raincy, el porcentaje de viviendas sociales apenas alcanza el 1%. Su alcalde forma parte de la asociación de ayuntamientos de Ile de France (región parisina) que se opone a construir HLM. Es la fraternité a la francesa, unas localidades concentran un 50% de HLM, otras un 0%... Y así desde los años 60. Siempre son las mismas ciudades, el norte y el este parisinos, las que soportan las cargas de la «integración«, formando una periferia saturada. Las cités son nuestra imagen y su estallido era tan previsible como evitable.
Días atrás, un joven de Courneuve era machacado por cinco policías. Ninguna imagen en el informativo de France2.
Esa noticia daba paso a otra sobre el «éxito» alcanzado por un joven de origen magrebí en un supermercado de Aulnay-sous Bois. Un ejemplo más realista hubiese sido que nos mostraran a un joven magrebí como jefe de sección en un supermercado de Alsacia o de cualquier otro lugar del territorio.
La desigualdad se supera... siempre que no salgas del barrio, que te mantengas en los márgenes de las grandes ciudades.
Es lo que quiere y nos ofrece esta República: que nosotros, los franceses de origen africano, permanezcamos en el lugar que nos ha asignado. Es por eso por lo que los jóvenes queman sus propias cités: no quieren estos ghettos a caballo entre el Bronx y la Franja de Gaza.
Sarko ha delimitado para la UMP unas fronteras colindantes con las del FN. El rol del Estado no es fomentar el odio sino combatir las desigualdades, dicen. Sin embargo, ¿dónde estaban quienes han acompañado, hace unos días, a sus cargos electos en las marchas que pedían paz cuando se retiraron o redujeron las subvenciones a las asociaciones sólo unos meses atrás? ¿Y cuando se redujeron las partidas de educación? Desde los enclaves de Melilla a las fronteras de las banlieues; desde los Sangat (centros de detención para inmigrantes sin documentación) hasta la expulsión de los sans papiers, Sarko, ayudado por la prensa y las cadenas televisivas, ha definido claramente cuáles son los limites de la divisa «liberté, égalité, fraternité»: el toque de queda.
¿Quién es más criminal para esta democracia? ¿Quienes dan paso a la extrema derecha en las presidenciales de abril de 2002, dejándonos un mensaje claro y sin ambigüedades; o el grito de una juventud que quema ese bosque de desigualdad que es su barrio?
Estos jóvenes no buscan la provocación por la provocación, ni ser arrestados; ni las expulsiones, ni el voto fascista.
Buscan un futuro diferente mientras Francia apoya a Sar-ko, con el miedo, y le da la razón a Le Pen.
Abandonados a su suerte, incomprendidos, arrojados de las cités... Deberíamos intentar comprender este fenómeno complejo y contradictorio, en lugar de condenar, precipitadamente, a estos chicos que hacen grafitis y gritan desde Marsella a París: "Nique la BAC, nique Sarko" ("Jódete BAC, que te jodan, Sarko").
Encendamos un contrafuego contra la xenofobia que crece, en vez de estar contra unos jóvenes que lanzan un SOS... Ya en los años 90, estos jóvenes de las banlieues entonaban la estrofa de una canción del grupo de rap marsellés IAM, que decía "Ce soir on vous met le feu". ("Esta noche os prendo fuego") ¿Una profecía? ¿Una amenaza? Ya no cantan ese himno, ahora queman. -
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