Author: Profesor J Date: To: lista por una ronda de pensamiento autonomo entre sujetos de los movimientos argentinos Subject: [Pensamientoautonomo] Chile: Los nuevos procesos y mecanismos de control social. (¿Similitudes con Argentina?)
*Los nuevos procesos y mecanismo de control social *
*Pablo Villagra Pañalillo*
*Buenos días a todos y todas.
Doy las gracias por la invitación a nombre de todos quienes damos vida al
periódico El Quinto.
El tema es de una amplitud enorme y no se agota en estas precarias palabras.
Pero para contextualizar, debería empezar por definir el tipo de Estado o
como se puede categorizar el sistema imperante. Para saldar la deuda, debo
manifestar que el Estado que conocemos es una mixtura, una mezcla, un
engendro entre un Estado burgués, tal como existió antes de Allende y los
mecanismos de control heredados por la dictadura, es decir, la Constitución,
las leyes de amarre, los pactos secretos, etcétera. Todo lo cual da por
resultado este sistema de dominación que administra la Concertación. Aún
así, esta democracia burguesa–autoritaria, no es lo mismo que la dictadura
de Pinochet, creer lo contrario es engañarse y tomar el camino fácil para no
pensar y teorizar respecto a este nuevo modelo, a esta nueva
reestructuración capitalista.
Podemos afirmar, entonces, que la cara del modelo cambió, pero también su
ser interior. Constatar, describir y afirmar que existe una política
represiva en un Estado Burgués, autoritario y anti popular, no es decir nada
nuevo. Que otra función le cabe a la policía en ese contexto, más que
reprimir y mantener el orden social que los poderosos han impuesto. Pero no
quiero colocar el acento en la política represiva particular que aplican las
fuerzas policiales en la marcha o la manifestación, porque entiendo que la
violencia es mucho más que lumazos, detenciones, agua y gas lacrimógeno,
sino que es un constructo, una conceptualización mucho más profunda, que se
funda, en su origen, en la explotación y marginación de gran parte de las
clases populares.
Por tanto, la reflexión no puede reducirse a la acción directa de las
fuerzas represivas, sino más bien, en los procesos ideológicos, culturales y
políticos que construyen, por una lado los mecanismos de control y, por
otro, la maquinaria discursiva y propagandística que convenza a la sociedad
de la legitimidad y el monopolio de la violencia por parte del Estado. Qué
hace que cualquiera de nosotros ingrese a una academia policíaca y salga
-luego de unos años- con una investidura y una autoridad que lo coloque por
encima de todos los demás. Y lo más dramático, ¿qué hace que los demás crean
y respeten esa autoridad? Una cosa: el aparato ideológico del modelo. El
Estado, nacido para garantizar la hegemonía y el dominio de una clase por
sobre la mayoría de los seres humanos, se apropió de manera exclusiva del
uso de violencia.
Desde los orígenes del Estado moderno, la violencia es patrimonio exclusivo
de la clase dominante. Entonces, no puede parecer extraño que la apliquen
cuando personas, movimientos o pueblos, como el caso del Pueblo Mapuche,
amenacen su orden y su estabilidad.Pero para que esto funcione*, para que la
mayoría del pueblo acepte esta violencia como legítima y necesaria, debe
operar un sistema complejo de símbolos y construcciones culturales heredadas
.* Para que la mayoría acepte la autoridad y la violencia del Estado como un
orden natural, un contrato histórico, o hasta como una obra divina*, debe
operar, entre otras instituciones, un órgano ideológico de la clase
dominante.*
Convengamos que la Concertación, como administrador eficaz del modelo, es
mucho más inteligente que los Milicos. Por tanto, no tiene necesidad de
ejercer una política sistemática de represión. Ni mucho menos colocar a todo
su aparato estatal en función de ello. Cosa que sí hizo la Dictadura.Aún
así, ha desarrollado una constante represión callejera, ha configurado
burdos montajes, ha encarcelado, torturado y asesinados a jóvenes
luchadores. Y, lo más dramático, es que todo ello no ha provocado el estupor
y la solidaridad de la sociedad y el pueblo. La represión, salvo en el caso
Mapuche y hoy en los compañeros Okupas y anarquistas, no es una política
sistemática de Estado. Existe porque es la naturaleza del sistema, así
funcionan los mecanismos de control del Estado y así funcionaran en el
futuro inmediato las policías y los jueces.
La policía, por su naturaleza, siempre reaccionará de la misma manera en el
estadio, en el concierto de rock, en la marcha, pues para eso fue creada.
Para todo lo demás, operan otros mecanismos de represión tan o más violentos
que el garrote y el gas lacrimógeno a pesar de todo, no se puede desconocer
que en materia de Derechos Humanos el Estado chileno va de mal en peor.
Amnistía Internacional acaba de presentar su informe del año 2009, donde
deja en evidencia el nivel de preocupación internacional por la situación
del pueblo Mapuche, la represión a las protestas sociales y el aumento de la
violencia doméstica y sexual contra las mujeres. La nueva violencia y los
mecanismos de control. El órgano ideológico del Estado y el modelo ha sido
extremadamente exitoso en sus empeños. Eso ha provocado que el sistema no
opere como en dictadura. Es decir, no llegue al asesinato indiscriminado, a
la tortura desatada, a la desaparición forzada. Hoy, no es necesaria tanta
violencia directa para reprimir al pueblo que lucha, por que *la mayoría del
pueblo, no está en la lucha*. Así de de claro. Y quien quiera afirmar que
las contradicciones del sistema están expresadas hoy en día en la calle,
está, desde mi punto de vista, equivocado. Hoy, la lucha de clases no se
expresa en la realidad cotidiana, en otras palabras, no hay una lucha que
enfrente de manera antagónica a pobres y ricos, a una clase contra otra.
Hoy, la violencia del sistema y su explotación depredadora, no está en
cuestión. No existe una franja popular de mayorías que exprese una fuerza
real que se oponga al modelo. Y porqué no se expresa este conflicto. Porqué
está contenido, anulado, sumergido. Porque desde hace un tiempo a esta
parte, están funcionando tres elementos claves para mantener el orden y el
equilibrio social:
1. Un órgano ideológico que construya un discurso y un sentido a los nuevos
procesos de control y represión. Este órgano va desde la retórica y el
discurso oficial, expresado en los medios de difusión de masas, hasta
procesos más sutiles de propaganda, como también los mecanismos de
intervención social de las distintas instituciones gubernamentales. Así
tenemos la Concertación que ha instaurado su discurso represivo en la
comunidad nacional. A modo de ejemplo: asociar al anarquismo con la
violencia, matar la identidad social y política del encapuchado y asociarla
a la de un simple delincuente, criminalizar la protesta social a través de
montajes y falsas acusaciones). La Concertación consolidó un discurso de
éxitismo económico. La bonanza económica no sólo cambió el rostro del país
(grandes edificios, autopistas, mall, etc.), sino también el nivel de
consumo de las clases más pobres. La gente está más interesada en consumir
que en comprender y derribar los mecanismos de explotación que los oprimen.
El discurso caló hondo en las masas populares, muchas de ellas ya ni
siquiera se consideran y reconocen como pobres). La Concertación instauró un
discurso que despojó de contenido la discursiva de la izquierda. Ciudadanía
por Pueblo no solamente es un cambio de nombre, hay todo un discurso
ideológico que trasciende.
2. Un complejo de inteligencia policial del nuevo tipo: La policía y la
inteligencia nada tienen que ver con la ejecutada por la Dictadura. Los
mecanismos son más sutiles y se fundamentan, en lo técnico, en un uso
avanzado de la tecnología y, en términos políticos, en la neutralización de
los movimientos más avanzados (aislarlos de su entorno inmediato y aislarlos
social y políticamente). En caso de fallar, se recurre a la violencia
directa de los aparatos represivos.
La derrota militar de los movimientos revolucionarios post dictadura, se
debió, entre otros aspectos, a una política sistemática de infiltración.
Donde los “infiltrados” eran, en gran medida, ex compañeros de militancia.
Acá se desarrolló una política de aniquilamiento brutal, pero sin la
bestialidad de la Dictadura, lo que dio inicio a esta nueva etapa de lucha
contra lo que quedaba de los movimientos populares armados y, que continúa
hasta nuestros días. Fundamentalmente con la anulación de las orgánicas, a
principios de los ‘90, la Concertación necesitó, al igual que la Dictadura,
de la reinvención de un “enemigo interno”. Para los milicos, el enemigo era
el militante revolucionario, el marxista, el organizado. Hoy, la
construcción de este “otro” enemigo, lleva la impronta del encapuchado sin
identidad, del Mapuche, del anarquista, todo muy mediatizado por el
“conflicto terrorista de nuevo tipo” iniciado tras los ataques a las Torres
Gemelas y que cuenta con la impronta estadounidense y la política represiva
al movimiento de izquierda independentista del pueblo hermano Vasco.
No deja de sorprender, por tanto, que aún hoy, algunos movimientos
revolucionarios se sigan nucleando y operando con la misma estructuras que
hace 20 años, a razón que la inteligencia las conoce de sobremanera. Ese
comportamiento sólo refleja el desconocimiento y la falta de análisis en los
nuevos mecanismos de inteligencia.Pero además, la inteligencia operó con su
oficina de seguridad no sólo infiltrando, sino también sembrando la
desconfianza entre los militantes de las orgánicas. Hacia principios de los
años 90, todos éramos potenciales “sapos”. Hoy su política no es tan
distinta, los aparatos represivos siguen aplicando la infiltración y uso de
“analistas de la realidad” que les permita adelantarse a futuros hechos.
Todo da cuenta de un modelo represivo distinto, donde el acento no está
puesto en el aniquilamiento físico de los “militantes”, sino en *la
neutralización, aislamiento social y político y descomposición de los
“nuevos enemigos”. Fundamental es el proceso ideológico y psicológico que
buscó que la sociedad interiorizará que este enemigo no es solamente un
problema del gobierno y las policías, sino de la sociedad en su
conjunto.*Este ente extraño, ajeno y sin identidad, es percibido
-gracias a la
propaganda del sistema y los medios de comunicación- como individuos
anti-sociedad, violentos, sin moral y asociados permanentemente a actos de
delincuencia común, más que a actos políticos (ex militantes en asaltos para
beneficio personal, actos de narcotráfico, etcétera). La pregunta que nos
debemos hacer es: ¿por qué se reprime a algunos y a otros no?. Desde mi
punto de vista y sin un juicio de valor, me atrevo a sentenciar que es
porque el modelo necesita comportamientos (para no decir grupos, movimientos
u orgánicas), que les sean funcionales a su modelo de inteligencia y
represión. Ellos necesitan el argumento de la molotov, de la rotura de
ventanales, del saqueo, para justificar una política de criminalización de
la protesta social y así frenar un proceso de desarrollo organizativo mayor.
3. Nuevos mecanismos de control y represión. Al afirmar que para el sistema
es más fácil controlar que reprimir, no me estoy centrando en los procesos
represivos que afectan a los sectores más avanzados del pueblo, sino que a
la sociedad en su conjunto. El dicho popular “que es mejor prevenir que
curar”, refleja a cabalidad este planteamiento.Más que colocar el acento en
el garrote, el sistema está interesado en consolidar y perfeccionar nuevas
formas y mecanismos de control social. La eficacia de estos nuevos elementos
a permitido mantener un modelo post dictadura sin grandes tensiones. Para la
Concertación el costo político y moral de estos nuevos procesos es
infinitamente menor que el uso indiscriminado de la represión directa. Pero
a la vez, es mucho más eficaz. Estos nuevos procesos y mecanismos pueden ser
tan o más violentos para cualquiera de nosotros que la acción directa de los
organismos de seguridad. De manera interna opera con un individuo apelando a
una autocensura y, por otro, de manera externa, reprimiendo la voluntad
libre del individuo de escoger su propio camino.
La flexibilización laboral y la subcontratación: mecanismo que colocó un
intermediario entre el patrón y el trabajador. Hoy las demandas no son
dirigidas al empresario, sino que interviene un segundo sujeto. Esta
mediación provoca que la relación histórica entre la clase trabajadora y la
patronal se corte bruscamente (cosa también replicada en el Estado, quien
subcontrata a gran parte de sus funcionarios).
La tarjeta de crédito y el endeudamiento: El miedo a perder el trabajo ha
provocado una autocensura, es decir, el trabajador vive con temor a perder
el trabajo y por consiguiente, a no poder pagar las deudas. Esto, a mi
juicio, hace que gran parte de la clase trabajadora se reste a cualquier
iniciativa para organizarse y luchar por sus derechos. La tecnología
represiva en la ciudad ha cambiado su rostro amable. Hoy las cámaras de
vídeo lo inundan todo. Los ojos de la autoridad están por todos lados, en el
banco, el mall, la calle, el estadio, la población, etcétera. La
intimidación y los ojos del sistema abarcan la ciudad por completo.
Lo mismo ocurre con el anuncio de que en los próximos años entrará en
operaciones un nuevo carnét de identidad y pasaporte. Cual es lo nuevo, que
el carnét contará con un chip de información conteniendo todo tipo de datos
personales, de salud, prontuario policial, etc. Pero la cosa es más
complicada, pues los nuevos documentos traerán una especie de chip a modo de
antena, para acceder a los datos a distancia.También parece preocupante la
nueva adquisición del gobierno de Bachelet, un satélite. Los satélites
sirven para muchas cosas, aunque el gobierno manifieste que se usará para
fines pacíficos, el nuevo aparato no es de telecomunicaciones, entonces,
quedan pocas posibilidades de uso; buscar y estudiar posibles depósitos de
combustibles fósiles, prospecciones mineras, o para uso militar o
inteligencia.
La política de aislamiento: Del mismo modo que la inteligencia policial
intenta aislar a los luchadores sociales del resto de la población,
quitándole sustento ideológico y mostrándolos como meros delincuentes, el
sistema creo un mecanismo de control territorial, fundamentado en la
marginalidad y la exclusión social.No es casual que desde la Dictadura, la
política gubernamental haya sido el desarraigar a miles de familias de sus
barrios, para darles soluciones habitacionales en los extremos del gran
Santiago. Sin identidad, arrancados de sus poblaciones de infancia y
concentrados en verdaderos bolsones de pobreza, ha nacido un nuevo poblador.
La política estatal ha sido desentenderse del asunto. Su única preocupación
es que el problema no salga de su espacio físico y se propague por la
ciudad. Mientras tanto, la violencia, el tráfico y el consumo de drogas
actúan como muros de contención para que esa frustración de miles de
chilenos no se transforme en rabia organizada.
Afirmar, por tanto, que la droga fue introducida en las poblaciones para
mantener a los jóvenes pasivos, no digo nada del otro mundo, ya se aplicó
con éxito en las comunidades afroamericanas de EEUU, en la década del 60,
para frenar el ascenso del Partido Revolucionario de los Panteras Negras.
Desde un punto de vista, social, cultural y geográfico, la nueva población
marginal es funcional al modelo, pues permite tener un control total de lo
que allí sucede. Desde luego que existen más procesos de control, unos más
evidentes que otros. El sentido de esta ponencia es precisamente provocar
una profundización y estudio de ellos. Para terminar, sólo agregar que
entender y profundizar en estos nuevos mecanismos de control y represión,
nos servirán para construir un análisis acertado de la realidad, para
conocer y reconocer los verdaderos alcances del sistema dominante; primer
paso para contribuir a su derrota.
* *Director del periódico El Quinto
Director de Umbrales Televisión
Favor de divulgar citando como fuente: Red Abya Yala de Reflexión y Acción
Comunitaria rayarac@???
Gracias
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