Gente, hace unos 10 o 15 días Fabricio Estrada, un buen poeta hondureño, publicó en su blog la noticia de que habían intentado asesinar al presidente de Honduras Mel Zelaya. Los medios de comunicación, decía, directamente ocultaron el hecho y sólo uno que otro habló de "incidentes en una actividad del presidente" y no dio detalles.
Esta madrugada fue secuestrado en su casa y deportado a Costa Rica, en pijama. También fue secuestrada su canciller (no sé qué hicieron con ella, no la mataron) y los embajadores del eje del mal caribeño: Nicaragua, Cuba y Venezuela. A estos tres les dieron una biaba.
¿Por qué el golpe? No lo va a contar CNN, que habla de una "sucesión forzada en Honduras" y que menciona como ex-presidente a Zelaya y como nuevo presidente a Micheletti. Tampoco lo van contar los canales argentinos que desde las 5 y pico de la tarde sólo hablan de la fiesta de la democracia argentina y seguirán festejando por al menos 48 horas. Luego, ojalá que ya repuesto Zelaya en su primera magistratura, harán algún comentario, pero --imagino-- ya no tendrá sentido explicar este deja vu de salvajismo ultraderechista en un país demasiado minúsculo y demasiado centroamericano.
Zelaya fue electo presidente hace más de 3 años representando al Partido Liberal, un espacio de derecha que confrontaba con otro, igualmente derechoso, el Partido Nacional. El pueblo hondureño, azotadísimo durante decenios por dictaduras militares, no se ha animado en décadas a votar a la izquierda. Pero recibió gratamente sorprendido las políticas antioligárquicas, nacionalistas, de protección de los bienes naturales, de distribución del ingreso, de protección de la niñez y la diversidad étnica... de Zelaya.
Su popularidad subió tanto a los ojos de la población como disminuyó a los ojos de la corporación empresaria y política. Impulsó una reforma constitucional. El congreso no la permitió. Zelaya tuvo el descaro, la maldad imperdonable, la criminal idea de promover un plebiscito para que el pueblo se manifestara por el sí o el no a la modificación de la carta magna. Tal atropello a la democracia fue --según CNN y los correos electrónicos que a esta cadena noticiosa enviaron tantos hondureños inflamados en su republicanismo-- naturalmente corregido por el Ejército, impelido a actuar por orden judicial.
Esta tarde chateé con Fabricio Estrada. No mucho. Yo le preguntaba y él me respondía (o no) a la media hora, entre una nota y un comunicado que redactaba en paralelo. Le prometí dar difusión a la charla y a los documentos que me iba enviando. Cumplo con él y, quisiera creer, de algún modo con los hondureños. Ver archivo adjunto. Gracias.
Marcelo Mangiante.
PD: Al final del adjunto va el texto de un mail que ni lo envía Fabricio ni soy yo el destinatario, pero me ha llegado hace instantes y lo incorporo in extremis al anexo.
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