LAS LECTURAS DE DELEUZE Y GUATTARI QUE INSPIRARON TACTICAS DEL EJERCITO
ISRAELI
*Durante los años '90, el brigadier general (hoy retirado) Shimon Naveh
fundó y dirigió el Instituto de Investigación de Teoría Operacional,
cuya función era tratar de pensar la guerra a contrapelo de viejos
conceptos militares. Los textos elegidos para ser difundidos entre las
Fuerzas de Defensa de Israel fueron los de pensadores posmodernos
franceses, pero el autor favorito resultó Gilles Deleuze, sobre todo su
libro en colaboración con Félix Guattari, Mil mesetas. Así, muchos
comandantes del ejército israelí se familiarizaron con un modelo
descentralizado e irregular para enfrentar a la resistencia palestina en
su propio terreno.*
Que un yuppie en el Metro de París pueda leer ¿Qué es la filosofía? de
Deleuze y Guattari mientras se traslada a hacer negocios a la Bolsa de
Comercio ya no debería sorprender a nadie. Más difícil sería que un
oficial israelí en un tanque en la Franja de Gaza se pusiera a leer Mil
mesetas. Capitalismo y esquizofrenia antes de disparar sobre niños
terroristas (o terroristas-niños). Sin embargo, esto también ya ha ocurrido.
Para evitar francotiradores y trampas "cazabobos", los soldados
israelíes aprendieron a entrar por el costado de las casas abriendo
agujeros en paredes laterales y así poder moverse de una habitación a
otra, con un dispositivo de observación manual que produce
representaciones tridimensionales de cuerpos orgánicos entre obstáculos.
También a usar bombas ligeras y precisas, como la GBU-39, que minimiza
daños colaterales sobre la superficie, pero puede penetrar bajo tierra
para destruir túneles y escondites. O a llamar por teléfono a residentes
de Gaza haciéndose pasar por árabes preocupados de países limítrofes que
preguntan por familias vecinas y así obtienen datos sobre la situación
en el barrio. A golpear rápido, disparar y ocultarse, huir pero
llevándose un arma, entrar por donde menos se espera, como milicianos
islámicos o guerrilleros de todas las épocas, máquinas de guerra
nómades, flexibles, móviles, errantes, dispersas.
Las nuevas tácticas no sólo fueron posibles por el desarrollo técnico de
la industria militar norteamericana ni evolucionaron meramente en forma
espontánea sobre el campo de batalla, ajustándose "por instinto" a
condiciones cambiantes. Los textos deleuzeanos habrían tenido efectos
impensados y acaso anómalos pero duraderos en las Fuerzas de Defensa de
Israel (FDI), donde fueron introducidos en los años '90 por el brigadier
general (hoy retirado) Shimon Naveh, director del Operational Theory
Research Institute (OTRI), en el cual participaron militares en
actividad junto a académicos civiles. Allí los oficiales pudieron leer
en hebreo a Deleuze y Guattari, entre otros pensadores franceses. Y
comenzaron a familiarizarse con conceptos como el de rizoma, cuyos
principios de conexión, heterogeneidad, multiplicidad, ruptura y
cartografía ofrecieron al ejército israelí un modelo de despliegue
descentralizado e irregular para enfrentar a las guerrillas palestinas
en su propio terreno.
Un espacio estriado
En el rizoma, dice Deleuze, cualquier punto puede ser conectado con
cualquier otro, la línea no sigue un contorno, no está subordinada a la
horizontal ni a la vertical, la diagonal se libera, rompe o serpentea,
pasa entre los puntos y entre las cosas (y las casas). El rizoma
pertenece a un espacio liso, no estriado, otro concepto que también
comenzó a discutirse en las FDI en términos de operatividad militar. Un
espacio estriado es siempre limitado y limitante. Como la ciudad o la
ruta: en él se ordenan las vías fijas y hasta las variables en la
circulación, se va de un punto a otro, se distingue de modo tajante
entre lo exterior y lo interior, lo público y lo privado, en él rige lo
sedentario, la propiedad, el Estado y la Ley. Un espacio liso, en
cambio, es abierto e indefinido como el mar o el desierto, es el espacio
de los nómades, de la variación continua, allí donde los puntos tienden
a subordinarse al trayecto, donde es posible trazar una diagonal pura y
se producen los flujos y movimientos de manada, enjambre o cardumen, con
todas esas multiplicidades que siempre escapan, contagian, infectan,
desenraizan, sorprenden.
"Las áreas palestinas podrían entenderse como estriadas, en el sentido
en que están cercadas por vallas, muros, zanjas, obstáculos", decía
Shimon Naveh en una entrevista con Eyal Weizman, autor del libro Hollow
Land: Israel's Architecture of Occupation. "En las Fuerzas de Defensa de
Israel se utiliza ahora con frecuencia el término 'alisar el espacio'
cuando quiere referirse a realizar una operación en el espacio como si
éste no tuviera fronteras. Antes que contener u organizar nuestras
fuerzas de acuerdo a fronteras existentes, el 'alisamiento' nos permite
movernos a través de cualquier barrera." Naveh, un hombre que según
algunos periodistas tiene el cuerpo de Rambo y la cabeza de Foucault
(incluso la calva), ha utilizado a Deleuze para pensar contra la lógica
binaria que opone teoría y práctica, modelo y terreno, uso y función, a
fin de emancipar la acción militar de toda restricción y transformar,
cada vez que sea necesario, el espacio privado en una superficie pública
y sin fronteras.
Uno de sus mejores alumnos fue el brigadier general Aviv Kochavi,
comandante de Brigada de Paracaidistas que aplicó sus lecturas de Mil
mesetas al ataque al campo de refugiados de Balata y a la ciudad vieja
de Nablus en la Ribera Occidental en 2002. Allí, en una operación de
"geometría urbana inversa", Kochavi implementó por primera vez en forma
masiva el método de "caminar a través de las paredes", es decir,
abriendo boquetes en las casas para evitar el desplazamiento por calles,
rutas y puertas de entrada donde pudieran hallar trampas o
francotiradores. Así lo explicó Kochavi al arquitecto Weizman: "Este
espacio al que diriges tu mirada, esta habitación que miras, no es más
que tu interpretación de la misma... ¿Cómo interpretas un callejón? ¿Tal
como lo haría cualquier arquitecto o urbanista: un lugar a través del
cual se puede caminar? ¿O como un lugar por el que está prohibido
caminar? Nosotros optamos por la metodología de caminar atravesando
paredes como un gusano que se abre camino comiendo, surgiendo en ciertos
puntos y después desapareciendo". Esa "maniobra rizomática" provocó la
destrucción de 800 viviendas y la muerte de cerca de 500 palestinos. Y
Kochavi, ya como comandante general de división en Gaza, tuvo que
cancelar en 2006 un viaje a Londres tras advertir que podía ser detenido
y juzgado por crímenes de guerra.
No sólo los autores de Mil mesetas, sino Jean-François Lyotard, Paul
Virilio e incluso Guy Debord fueron estudiados --diríase, como mínimo,
"fuera de contexto"-- dentro del instituto fundado por Naveh, en el que
cursaron, entre otros, el comandante de colegios militares israelíes
Gershon Hacohen, el jefe de una unidad de inteligencia Nitzan Alon y el
brigadier general Gal Hirsch, comandante de la División 91 que actuó en
Líbano en 2006. Pero el principal referente que tomaron para pensar en
contra del viejo concepto militar de segmentos estrictos, con batallones
y regimientos en formación lineal, para que el soldado israelí se ajuste
a la capacidad furtiva de sus oponentes y actúe en enjambre, de modo
disperso, difuso y flexible, fue sin duda el "comandante Deleuze". Como
dijo Naveh a Yotam Feldman, periodista del matutino Haaretz, cuando se
le preguntó si era consciente de que el pensamiento de resistencia y
liberación de Deleuze había sido influido por las revueltas de 1968:
"Por supuesto. Y esta guerra tiene que conducir a la liberación de los
palestinos. Liberación es crear una prisión y desmantelarla, crear una
forma de pensamiento y desmantelarlo: liberación es la idea de cambio
permanente... Y el movimiento de ejércitos implica liberar al
pensamiento de sus cadenas".
Bajo cada judio, un egipcio
Alguno dirá que no lo leyeron bien, que olvidaron la condena de Deleuze
a la ocupación israelí en 1987. Otro observará que ciertas apropiaciones
de este autor tienden a crear jerga para uso y abuso. Otro, que una
lectura sesgada y fragmentaria puede perfectamente oponer a los
sacerdotes despóticos del Islam y a los arcaicos estados teocráticos,
árabes o persas, toda la artillera teórica deleuzeana, con sus trazados
conectivos y contagios del pensamiento producido en estados capitalistas
"avanzados". Y aun otro podrá lamentar que en la guerra las palabras no
sirvan o que también entren en guerra las palabras.
De cualquier manera, la introducción de estos textos en las fuerzas
armadas israelíes no dejó de ser una aventura marginal. Naveh tuvo que
retirarse en 2005 tras un informe negativo acerca de su instituto,
cuestionado porque la mayor parte de la investigación había tenido
producción oral y no escrita, y por otras críticas de académicos
militares que señalaban que su trabajo estaba viciado por una
"indistinción posmoderna entre mentira y verdad".
Hoy Naveh es ya un autor publicado en Londres (In Pursuit of Military
Excellence: The Evolution of Operational Theory) y consultor en EE.UU.,
da conferencias en varios países y, sintiéndose incomprendido, suele
lanzar agresiones de cierto calibre ("idiotas", "ignorantes") sobre
muchos jefes militares israelíes, a quienes acusa de no haber sabido
conducir con inteligencia la guerra. Pero los efectos de las lecturas
que introdujo pueden tener largo alcance. La última intervención en Gaza
parece confirmar la intención de las FDI de operar tanto a escala
convencional, con bombardeos masivos sobre poblaciones civiles, como a
través de "maniobras fractales" más selectivas para "alisar" el terreno.
En fin, ya se sabe: ser fluidos, cambiantes, apelar a todos los
recursos, entrar por la ventana en vez de usar la puerta. Queda por ver
si terminarán teniendo más capacidad de mutación y conectividad que los
milicianos de Hamas en Palestina.
En Mil mesetas, Deleuze y Guattari describen cómo los Estados convierten
las máquinas de guerra inventadas por los nómades en instituciones
militares, cómo las adaptan a la forma estatal, y cuáles son las
consecuencias de esa adaptación. Una de ellas es que pueden terminar
convirtiéndose en máquinas de (auto)destrucción, con la guerra como
único objetivo. "Es cierto que la guerra mata y mutila espantosamente.
Pero lo hace tanto más cuanto el Estado se apropia de la máquina de
guerra." Refieren al ejemplo del nazifascismo europeo, por cierto: un
nihilismo realizado, una pura línea de autoabolición. El Estado suicida
del que habló Virilio. Pero ¿qué lejos estamos del encuentro con ese
peligro final en Medio Oriente?
"Bajo cada negro y cada judío hay un egipcio", decía Deleuze. En jerga
criolla básica: aun las minorías más perseguidas y las formas más
evolucionadas recubren una inscripción despótica, un sueño de faraón o
emperador, un Führer en potencia. Cierta miopía puede ilusionar a
algunos con que esas lecturas habrían de volverlos más claros, mejores,
superiores. La claridad del microscopio, del radar que mira a través de
las paredes, la claridad que enceguece. De esa oscura claridad al
delirio del poder hay un solo paso. Y de ese poder a la guerra por la
guerra en sí, apenas otro.
Osvaldo Baigorria
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5100-2009-02-10.html