Author: jchueco Date: To: pensamientoautonomo Subject: [Pensamientoautonomo] Para leer tranquilos
Cambien de argumento
Guillermo Giacosa
Perú 21 - Lima
Creo haber relatado que, durante años, los dueños del dinero llamaron
'terroristas verdes' a todos aquellos que se oponían, por razones
probadamente científicas, a sus proyectos destinados a generar más
dinero para sus empresas sin tener en cuenta las consecuencias sobre
el medio ambiente.
Esa experiencia la viví, de primera mano, en el interior de la UNESCO,
donde desde 1970 se advertía sobre los desastres que el planeta padece
en la actualidad. La prensa callaba o hablaba en voz muy baja sobre el
tema y, por tanto, la población era ajena a la tragedia que se
avecinaba, y que hoy comienza a exponerse en todo su esplendor
destructivo. No obstante, el poder del dinero y la enfermedad que
dicho poder contagia hace que, a pesar de todo lo que estamos
viviendo, los mercenarios que fungen de periodistas sigan insistiendo
sobre los grandes beneficios que traerá tal o cual inversión.
Su cinismo ha llegado a tal extremo que acusan a quienes objetan, por
razones medioambientales, una inversión de enemigos de las mismas o de
partidarios de una ideología que pretende sojuzgar al Perú. Por
cuestiones de buen gusto deberían, al menos, cambiar los argumentos.
Nadie en su sano juicio está contra las inversiones que traigan
crecimiento económico, trabajo y, por ende, bienestar a las regiones
donde se instalan y, también, al país en general. Sin embargo, creer
que una inversión es apriorísticamente "buena" es una soberana
cretinada. Hay inversiones muy buenas, buenas, regulares, malas y
pésimas, como todo en la vida. Hay inversiones magníficas y
bienvenidas sean, pero hay inversiones que, a la larga, no solo
terminan produciendo el efecto contrario al esperado, sino que dejan
zonas enteras estériles, poblaciones enfermas y todo en torno a ellas
se transforma en un escenario de muerte.
Hace poco viajé a La Oroya en un auto particular y, mientras elogiaba
una bellísima laguna rodeada de cerros, el chofer, hombre del lugar,
me respondía: "Verdad que es linda, pero ni los pájaros se acercan
pues los fulmina la contaminación". No diré que vi el plomo en la
sangre de los niños de la zona, pero sí vi caras que no olvidaré
nunca, pues anunciaban la muerte, y escuché historias que tampoco
podré olvidar.
Como todos saben, La Oroya es una de las diez zonas más contaminadas
del planeta. Triste récord para un país cuyos habitantes merecen mejor
suerte.
Un periodista ha escrito sobre peligrosas confabulaciones contra el
Perú y dio datos de cómo conocer los hilos macabros de esa
conspiración. No sé, y aunque no pueda asegurarlo, no estoy muy seguro
de que haya tal conspiración, pero en vez de dar hilos macabros, le
recuerdo a dicho periodista que decir que las grandes empresas
internacionales son atacadas gratuitamente me obliga a sugerir su
metodología y ver, en Internet, el maravilloso récord de "bienestar"
que esas compañías han diseminado alrededor del planeta. Les aseguro
que el presunto complot es absolutamente opacado por la trágica
realidad que algunas de esas empresas han sembrado allí donde llevaron
sus inversiones.