[Pensamientoautonomo] BOLETIN DE LA FOGATA - Año 7 - 27-02-2…

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Author: La Fogata
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Subject: [Pensamientoautonomo] BOLETIN DE LA FOGATA - Año 7 - 27-02-2007
La Fogata


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            NUESTROS SUEÑOS, NO CABEN EN SUS URNAS 



      ¿Donde esta Julio López?  ¿Donde esta Julio López?
      ¿Donde esta Julio López?  ¿Donde esta Julio López?


      ¿Donde esta Julio López?



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      Totalidad y  Nuevos Rumbos. 


      de Jorge Luis Cerletti
      La Fogata


      Totalidad es una categoría de estirpe filosófica de marcada incidencia en el campo político. De allí que la crítica que realiza Mattini (1) incite a la reflexión.


      El esbozo histórico que hace respecto a su aplicación en el imaginario socialista y sus puentes con el que se sustenta en el capitalismo resulta un pantallazo ilustrativo. Y algo poco usual es el rescate de la significación de lo coyuntural, de lo particular, en el cuerpo de ideas marxistas. Pero por otro lado, pone de relieve el sentido finalista que portó con notorias implicancias deterministas en su visión de futuro que en cierto modo lo emparenta con la "totalidad totalizante" de raigambre capitalista. Mientras lo primero tuvo que ver con la capacidad política que desplegó el movimiento socialista; lo segundo, si bien le otorgó una gran dosis de energía, lo proyectó dentro de un marco que resultaba más afín a lo que deseaba combatir. Digamos que esto último influyó en su lado oscuro con sus fuertes contradicciones que fueron socavando al principal movimiento liberador del siglo XX. Vale decir, que esa óptica totalizante incidió en su concepción sobre la representación, el poder, el rol del Estado y también en la vertiente economicista y productivista que se desarrolló bajo su sombra.


      Aclaremos de entrada que lo anterior no desmerece en modo alguno las luchas ni las conquistas generadas por el socialismo ni pretende sacarlas fuera de su contexto histórico. Sí responde a una visión crítica comprometida con la causa de la emancipación que nutre las polémicas en curso las que, como es característico, emergen a posteriori de los acontecimientos. Y para su evaluación conviene recordar un principio básico del marxismo, el de la práctica como criterio de verdad. También es interesante el comentario que hace Mattini acerca de las "derrotas" transformadas en victorias como antídoto al culto del éxito tan en boga. Pero claro, para semejantes mutaciones se necesitan talento, creatividad y no tener miedo a arriesgarse con las ideas y acciones propias frente a situaciones nuevas que dejan sin el amparo de paternales "tutorías". Y en el campo emancipatorio hoy resulta imprescindible abrir nuevos caminos despojados de "garantías" ilusorias.


      Y ya metidos en la problemática actual, adentrémonos un poco más en el tema de la totalidad por las contradicciones que conlleva las que se relacionan con el debate político contemporáneo.


      Vivimos inmersos en un sistema totalizador como lo es capitalismo, aún desde sus orígenes. Pero ahora la "percepción mundo" se ha amplificado notoriamente y cala hondo en lo cultural, lo económico y lo político atravesando las diferentes condiciones sociales. El desarrollo tecnológico debido al capitalismo ha alcanzado una incidencia planetaria sin precedentes y en vías de expansión. El tiempo y las distancias físicas se han acortado de manera espectacular potenciando los alcances del discurso hegemónico. Y si en el registro antropológico es más que improbable hallar etnias sin contacto con influencias externas, en la actualidad esto es prácticamente inexistente. Pero el "efecto mundo" es su reverso contradictorio que se da a través de las múltiples particularidades de gran heterogeneidad que configuran la diversidad de situaciones y contextos concretos. Luego, existe una fuerte tensión entre el imaginario hegemónico sustentado en el poder del gran capital con sus gigantescas corporaciones transnacionales y el amplio espectro de culturas y realidades locales sobre las que opera.


      Dicha tensión se manifiesta plenamente en la fabulosa concentración de la riqueza que produjo un abismo entre sus beneficiarios y su "economía" del desperdicio y depredación del planeta en contraste con la amplia gama de empobrecidos cuyo extremo es la marginalidad de cientos de millones de personas. Esta "totalización" de las desigualdades y las injusticias crea fisuras reales que afectan al sistema y a la imagen "virtual" que construyen mediáticamente las minorías dominantes y que lo exhiben como lo único "posible" y capaz de una perfectibilidad social que, en verdad, se desplaza siempre a un futuro irrealizable en orden a las premisas que lo fundamentan.


      Convengamos en que esa "totalización fallada" ha engendrado una capacidad productiva enorme junto a la universalización del mundo de la mercancía que le es inherente y que se ha expandido económica y culturalmente urbe et orbi. Esa simbiosis le ha conferido un poder sin precedentes luego de la implosión del campo socialista que generó el ensayo anticapitalista de mayor trascendencia de la historia.


      Pero si a esta "totalización" del reino del capital en el planeta la calificamos de "fallada" es precisamente por sus efectos locales en donde se materializa. Y éstos son tan diversos como las situaciones que origina. Luego, debiéramos apreciar de un modo distinto las luchas y oposiciones que continuamente crea y recrea este orden social. Tratar de entender qué características pueden llegar a erosionar de manera sostenida al sistema sin que lo común de esas situaciones sea apropiado por nuevos centros totalizadores, vale decir, que no se erijan en conductores de un proceso que pertenece al conjunto. 


      Bajo esa óptica, aparecen en foco las "fallas" que se manifiestan en los efectos locales como expresión de las contradicciones que produce el sistema. Y mientras la "fuerza centrípeta" del mismo tiende a universalizar su presencia, ésta provoca la reacción "centrífuga" de los efectos que engendra generando una constelación de situaciones que abre nuevos interrogantes. Emerge entonces a primer plano la significación de las partes, sus niveles de autonomía y sus interrelaciones, lo cual configura una problemática que el marxismo leninismo descuidó subordinándola a los criterios "totalizadores" de su propuesta.


      Recordemos que en la etapa precedente se concibió la lucha contra el capitalismo como eslabones de una totalidad liberadora que, en los hechos, resultó una réplica de la capitalista atentos al devenir real del internacionalismo proletario y la revolución comunista mundial. Es que esa concepción inspirada en la más noble causa, llevada a la práctica, arrastró problemas insolubles que terminaron minándola. En primer lugar, la construcción piramidal y las relaciones jerárquicas de poder ligadas a la representación y condensadas en las figuras del partido y del Estado como insustituibles instrumentos organizativos. Cuestiones que ya hemos abordado en otros textos pero que no terminan ni terminarán de saldarse mientras no se creen políticas que resuelvan la contradicción entre poder y organización. Demás está decir que esto no lo entendemos como un acto de iluminación sino como un proceso colectivo de ensayo-error, de marchas y contramarchas, cuyos trayectos irán aportando nuevos trazados a los movimientos emancipatorios.


      Autonomía relativa de las partes y la totalidad.


      Así situados y asumiendo la problemática señalada con los interrogantes abiertos por nuestra interpretación de lo acontecido en el campo socialista, comencemos por encarar dos aspectos que permiten establecer un marco de referencia. Uno, relativo a la escala; el otro, acerca de la interrelación de la acción política.


      La escala determina el ámbito de influencia de la acción política en función de dos espacios interrelacionados. El territorial, remite a una localidad, provincia, país, región.hasta llegar al planeta. El institucional, comprende a los organismos que componen el Estado y en forma más abarcadora, a los que operan en la sociedad. Ahora bien, las acciones políticas se desarrollan en distintos escenarios cuya amplitud y repercusión depende de una suma de factores donde también interviene el azar. Pero, si se pretende cambiar el orden de dominación existente, se plantea el problema de la interrelación de dichas acciones y su efectividad para profundizar las fisuras del sistema afectando a su "totalización totalizante". Esto tiene mucha relevancia si pensamos que la resolución en situación de los conflictos, de mantenerse aislados, no pueden superar la fragmentación y, por tanto, tienden a su propio debilitamiento en la medida en que no se resuelva el problema de los vínculos. Y este riesgo perdura por más que en su momento se consigan los objetivos buscados debido a la probada capacidad del capitalismo para suturar sus heridas. 


      Considerando los ejes contrapuestos que orientan el debate actual, los mismos presentan una disyuntiva con acechanzas también de signo contrario: reintentar la totalización ya ensayada por el socialismo en aras de una efectividad que otrora llegó a desvirtuar a la propia causa o promover la independencia de las partes y correr el albur de quedar sujetos a la asimilación de los conflictos ya sea por agotamiento, cooptación o por imposición del poder dominante.


      Como nuestra búsqueda se orienta según la última opción me parece necesario tener claridad acerca de sus debilidades. En ese sentido creo que el obstáculo señalado subsiste aún considerando que en la parte esté el todo. Porque el orden capitalista, si bien atraviesa a los conflictos que origina en las partes, de allí no se derivan los alcances de la acción de las mismas ni los vínculos necesarios para que se potencien los logros de quienes lo combaten. A propósito de esto tomemos un ejemplo "local" por demás significativo: la lucha del pueblo de Gualeguaychú en contra de las papeleras. 


      Han enfrentado nada menos que a empresas transnacionales que generan un producto superior al P.B.I. del Uruguay y que son expresión del poder que hoy campea en el mundo. Expulsar a una de ellas ya significó un logro de marca mayor a lo que se le deben añadir otras cualidades, comenzando por la importancia de su experiencia democrática (aspecto muy promisorio) y siguiendo por su repercusión nacional e internacional que incluye el reciente fallo de la Corte de La Haya que no condena los cortes (al menos por ahora) como reclaman los personeros del establishment de una y otra orilla. Y si bien no comprometen al orden capitalista vigente (tampoco se lo propusieron), le clavaron un molesto aguijón que se hinca en las fisuras que presenta dicho orden haciéndolas visibles. Es otra expresión de lo nuevo que pugna por nacer al poner en acto la potencialidad que encierran las luchas locales tras un objetivo justo y compartido que concita la acción de actores plurales de diferente signo político ideológico. 


      Ahora bien, este mismo caso exhibe sus limitaciones al promover su protesta activa en Colón y Concordia cuya adhesión pareciera inversamente proporcional a su distancia con Botnia y ni qué decir respecto de su repercusión sobre los habitantes de la ciudad de Bs.As. Pero pensemos que difícilmente una lucha local se extienda tanto como ésta debido a la garra y capacidad de sus protagonistas junto a la reivindicación ambiental que agitan y que comienza a ser vista como problema general. Sin embargo, desconectada de proyecciones políticas ligadas a la problemática de la emancipación y por más que logren sus objetivos de máxima, creo que tenderá a transformarse en otro antecedente de ricas experiencias aisladas tal como aconteció con la oposición del pueblo de Esquel contra la minera internacional que ambicionaba el oro local en colusión con los funcionarios venales de siempre.


      Luego y a pesar de la firme resistencia del pueblo de Gchú, subsiste el problema de los vínculos, vínculos que potencien las acciones que brotan de la sociedad sin reproducir las organizaciones jerárquicas tradicionales espejos del Estado. Pero sería injusta e ilusoria una crítica unilateral en las actuales circunstancias en las que acciones como éstas constituyen una siembra favorable a una política que puja por nacer desde las entrañas mismas de estas experiencias originales. Situarse en la frontera de lo increado no significa desconocer la potencialidad de lo emergente ni renunciar a la praxis que le puede dar vida. Al respecto, los que "hicieron historia" fueron creadores en su tiempo rompiendo el molde de "lo posible" de todo orden opresor que es reproductor de sí y en sí mismo.


      Una clave para los nuevos intentos es abrir caminos hacia la emancipación sin que desemboquen en otra "totalidad" asfixiante. Y éste es el desafío abierto que presenta la cuestión del poder. Pues su ejercicio probó, hasta ahora, que constituye un efectivo cemento aglutinante de las luchas colectivas. Pero también quedó en evidencia que ese cemento lastró las principales luchas liberadoras.


      Llegados aquí, es conveniente introducir la figura del Estado como órgano de una "totalidad" política que continuamente interviene en la vida de la sociedad en tanto es regulada por aquél. Por cierto que su gravitante presencia en toda sociedad cohesionada por relaciones de dominación conforma el territorio en el que debemos desenvolvernos.


      Lo anterior remite a la escala y a lo institucional (qué Estado consideramos) y a la totalidad en cuanto a su inscripción dentro de las relaciones mundiales capitalistas. Vuelve a presentarse entonces el tema del todo y las partes que revierte sobre los alcances de cada situación cuyo encuadre también deberá ser situado. Y esto, a su vez, plantea el problema político de lo coyuntural.


      "La totalidad" es una eminente cuestión política que, además de lo que abarca, exige decidir en nombre de qué y de quiénes se plantean las luchas. Si se exalta la universalidad de los mismos, se puede enunciar un sujeto ideal y privilegiado, sea la clase obrera, la nación, la humanidad o también la muchedumbre. Caso contrario, marchamos hacia la valorización de las partes que en sentido amplio connota la pluralidad. Y ésta exige un cambio sustantivo de mirada que contradice la cultura política que tenemos introyectada. La cual supone el reconocimiento del Estado como eje de los cambios (visión instrumental del marxismo leninismo) e incluye el modelo de representación vigente que, en los hechos, desliga al representante del mandato conferido por los representados. Sus dos mayores expresiones hasta ahora han sido: para el capitalismo, la democracia representativa; para el socialismo revolucionario, la dictadura del proletariado. Y ambas convergen en un punto: el poder de decisión anclado en un núcleo minoritario. A partir de allí, se pueden establecer las diferencias históricas y todas las que se quiera.


      El poder del capital.


      El capital, en su sesgo totalizador, absorbe relativamente sus diferencias por arriba y las contradicciones sectoriales asumen su término de unidad en la vigencia y reconocimiento de aquél. Lo cual incluye las luchas por la hegemonía que muchas veces alcanzó enfrentamientos armados de gran magnitud tales como lo fueron las guerras mundiales del siglo XX. Pero hoy, dada la preeminencia del gran capital con sus interrelaciones a escala mundial, pareciera diluirse esa posibilidad. Asimismo, la vertiginosa internacionalización del capital en su esfera más concentrada y de mayor poder, está subordinando las contradicciones nacionales poniendo límites a las mismas en el "primer mundo" y aherrojando a los países dependientes. Lo cual no significa que dentro de aquél no se constituyan grandes conglomerados de intereses que disputan su primacía ni que en varios de los últimos se experimenten reacciones impredecibles en los noventa cuando arrasaba el llamado "neoliberalismo".


      De todos modos, la unidad o concertación de intereses por arriba resulta más fácil de visualizar debido a la hegemonía mundial del capitalismo. La dificultad mayor proviene de plantear términos de "unidad" (designación cargada de historia y sujeta a controversia) en el campo opuesto, o sea, el que comprende a las grandes mayorías. Pero antes de encarar esta sustantiva cuestión haremos un breve intermedio para esbozar el marco general en el que se desenvuelven las contradicciones estatales.


      Sabido es que el Modo de Producción Capitalista (MPC) porta la oposición clásica entre trabajo y capital como basamento de la explotación. 


      Pero el mundo del trabajo ha sufrido fuertes cambios en lo económico-social y en lo político también. El Manifiesto Comunista (que data de 1848) simbolizó una apuesta política que conmovió al mundo y del que Marx fue su principal inspirador. Recién constituida la gran industria fue la clase obrera industrial la fuerza motriz a la que el movimiento revolucionario de entonces y durante mucho tiempo, jugó sus principales fichas. En su nombre se hicieron las grandes revoluciones del siglo XX con inclusión de aquéllas donde predominaba netamente el campesinado como fuerza social, claramente en China y en Vietnam. 


      En el período actual, post fordista y del nuevo modelo de acumulación, se produjeron cambios sustantivos en la organización productiva del trabajo, en el transporte, en la administración y los servicios -vía informatización- con la consiguiente y vertiginosa aceleración del giro del capital cuyo extremo más ágil, parasitario y abarcador es el financiero. Este señalamiento es apenas una mínima mención a las transformaciones ocurridas a fin de ilustrar caracteres salientes del capitalismo hoy. Paralelamente, esto se tradujo en la pérdida relativa de gravitación de la clase obrera industrial frente al conjunto de la sociedad reflejada en el manifiesto deterioro de sus conquistas laborales, comenzando por la "flexibilización" y siguiendo por la precarización y desocupación que atenazan las demandas laborales a punto tal que solicitar trabajo hoy día ocupa el podio de los reclamos para llegar, muchas veces, a expresar gratitud a los capitalistas por brindar tan preciado "bien". 


      Este cuadro llevado al terreno político implica la hegemonía actual de la gran burguesía reforzada por el control del potente recurso mediático que brinda la televisión en particular y los nuevos recursos tecnológicos en acelerada expansión.


      Esa gran hegemonía internacional del capital se internaliza en el Estado Nacional y socava su soberanía. Por eso tomar al mismo como un "todo" y a las diversas expresiones de lucha que se dan en su interior como las partes, supone que ese "todo" está atravesado por las relaciones mundiales de dominación cuya magnitud se agiganta en la época actual. Convengamos que esto sitúa dinámicamente la interrelación del todo y las partes y plantea tanto la importancia del análisis coyuntural como la de su inscripción política que responde a la orientación por la que se apuesta. Como es obvio, ésta influye decididamente en las valoraciones propias de las interpretaciones en juego. Y según nuestra versión, en la independencia relativa de las partes respecto del "todo" radica la potencialidad necesaria como para gestar las transformaciones de fondo que, atentos a las experiencias que dejaron las revoluciones del siglo XX, no son esperables dentro de los límites de la operatoria estatal de la política.


      Políticas independientes del Estado. Problemas.


      Para internarnos en este poco explorado campo debemos partir de la permanente tensión entre la metodología de construcción (inherente a la orientación política) y el peso del Estado con su respectiva cultura (expresado en sus variadas coyunturas). 


      Si se reproducen construcciones jerárquicas de corte estatal, nos deslizamos hacia la política tradicional partidista que se desenvuelve de acuerdo a las reglas que generalizadamente impone el capitalismo. En cambio, al correrse de ese modelo si se subestima la importancia del Estado, se tiende a una construcción "a futuro" que posterga el presente indefinidamente. 


      Lo primero, en sus versiones "contestatarias", pretende expresar los intereses del "pueblo", totalización que invocan sus "representantes", o sea, quienes lo dirigen. La vanguardia (cualquiera sea el término que se emplee) conduce desde arriba hacia abajo, concentra poder y disputa el control del Estado con las mismas armas que le han dado entidad histórica y, por esa vía, es presumible que se la seguirán concediendo.


      Ahora bien, si privilegiamos a las partes y valorizamos las situaciones en sí mismas, nos preguntamos: ¿cómo se expresa el todo en cada parte?; ¿cuál sería el hilo conductor que haría lazo entre las múltiples "inmanencias" de cada situación?; Y si no hay tal lazo, ¿en qué consistiría el "todo"? ¿en la pura diversidad?


      Las distintas preguntas apuntan al vínculo pues creo que si no se logran establecer nuevos lazos que condicionen o supriman las relaciones de dominio intra y extra partes en lucha, es de esperar la absorción de las mejores iniciativas dentro del ámbito de las políticas estatales. 


      Los ensayos que se apartan de los caminos trillados y promueven nuevos horizontes políticos no nacen de la nada sino que ya tienen su historia por más reciente que ésta sea. Y ese proceso abierto demandará su tiempo de maduración para que se desarrollen las ideas, las acciones, la experimentación y la reflexión crítica que sean capaces de darle vida. 


      Referente a ello y como orientación básica, asumimos dos principios rectores que sentimos tan esenciales como problemáticos: construir desde abajo hacia arriba y tender a un mundo donde quepan muchos mundos. Esenciales, porque definen nuestro lugar político. Problemáticos, por las grandes dificultades para materializarlos. Y siguiendo esta línea de pensamiento, apostamos a la gestación de una política independiente del Estado. Y otra vez emerge la ardua cuestión de los vínculos relacionada aquí con el significado que se le dé a la independencia del Estado procurando una perspectiva más amplia que la de un situacionismo a ultranza.


      Apartándonos de la discusión acerca del carácter supra nacional del Estado hoy y pasando de lo genérico a un plano más concreto, tomamos como referencia al Estado Nacional, con inclusión de sus cambios, pues configura el marco territorial e institucional donde los protagonistas en pugna intervienen directamente en el azaroso fluir político de cada contexto. Hecha la aclaración, continuemos.


      Independencia alude a la capacidad de decidir por sí mismo. Pero las decisiones de las partes pueden chocar contra las que provienen del Estado Nacional reconocido socialmente como ente rector de la esfera pública. Estos choques cuando surgen de la oposición al Estado como dispositivo estructural de dominación, son visualizados sólo por una ínfima parte de la población. Y muchísimo más minoritaria si se impulsa la gestación de otro tipo de ordenadores sociales (nuevas formas de organización), algo impensable para la inmensa mayoría con inclusión de la izquierda tradicional. (Primer problema). 


      Si tal independencia debe gestarse desde abajo, cómo se controla o relativiza el poder de las vanguardias "realmente existentes", nutridas fundamentalmente por actores de elevado desarrollo cultural con manifiestas diferencias y ventajas respecto de "los de abajo". "Educar al soberano", "concientizar a las masas", "formación de cuadros"., son expedientes conocidos que no resolvieron la cuestión. Por añadidura, los principales centros transmisores de conocimientos dependen del Estado y, lo que es peor, de instituciones privadas con fines de lucro. (Segundo problema)


      Dentro de los mismos grupos donde se ensayan relaciones más democráticas y se intentan trayectos como los que aquí se propone, se debe luchar internamente y cada uno consigo mismo para despojarse o minimizar el peso de las contradicciones existenciales sumergidas en la atávica cultura estatal y en la vida de relación del "universo" capitalista. (Tercer problema)


      El peso de lo coyuntural. Gobiernos y Estado.


      Lejos de imaginar un catálogo de respuestas, sería tan pretensioso como vano, buscaremos establecer algunos parámetros que sirvan de referencia frente a estos problemas tan enigmáticos como los que presenta todo territorio virgen. Para lo cual nos valdremos de algunos antecedentes y ejemplos de la situación actual que ilustren las ideas aquí expuestas pero sin incursionar en un análisis profundo que no corresponde al objeto de este trabajo.


      En primer lugar, los tres problemas referidos están atravesados por un componente "totalizador" bajo la influencia "omnipresente" del Estado y las relaciones que de él emanan. Este componente es relevante en la coyuntura actual con sus indudables proyecciones a futuro. Mas, si de la vigencia del Estado hacemos un absoluto, se cierran todos los caminos excepto los que conducen a revalidarlo como instrumento clave de cualquier intento emancipatorio. Ergo, lo de la independencia pasaría a ser un imposible y una fantasiosa quimera.


      Pero la cuestión a dirimir responde a la ruptura del "imposible" que plantea todo orden social que reproduce sus propias reglas y que dictamina los límites de "lo posible". Ejemplo: los doce náufragos del Gramma constituyeron "el imposible" de una situación revolucionaria frente al poder de la dictadura de Batista. Y entró frontalmente en contradicción con la "racionalidad establecida" que se corporizó en la postura clásica del Partido Comunista Cubano de aquel entonces. 


      Ahora conviene aclarar una frecuente confusión que emana de la identificación gobiernos-Estados. Los primeros, con vida efímera, nacen de las luchas sectoriales por controlar el aparato del Estado, mientras éste constituye una estructura permanente que posibilita el funcionamiento de la sociedad atenuando sus conflictos (relativamente y según los momentos). Así su control, directo o indirecto, permite ejercer la conducción del conjunto en base a las relaciones de dominio que atraviesan a la sociedad. Y dado que las relaciones de poder inherentes a la dominación enhebran a los diversos Estados, más allá de sus características y manifiestas diferencias, su figura permanece como una invariante histórica desde los orígenes de su existencia hasta el presente. Esto explica las tensiones entre los gobiernos, el Estado y la sociedad cuando aquéllos expresan los intereses de las mayorías. Emergen así situaciones de agudas crisis políticas pero las luchas sectoriales y de clases, parteras de los diferentes gobiernos, no pudieron terminar con la dominación en tanto no alcanzaron a despegarse de la configuración estatal. Es que toda revolución porta los gérmenes del cambio junto a los de su propia disolución. 


      En el orden burgués es evidente que el capital constituye la principal fuente de poder aunque muchas veces sus representantes se hayan visto desplazados de gobiernos que contradecían en mayor o menor grado sus designios. Pero como fehacientemente lo demostró la experiencia socialista en el poder, la estructura estatal resultó un instrumento indócil para la liberación y apto, en última instancia, para el ejercicio de la dominación. Justamente esta comprobación puso sobre el tapete la cuestión del Estado como punto clave de los debates contemporáneos.


      En torno a la confusión señalada gira buena parte de los desencuentros y polémicas en el campo emancipatorio. Así, la emergencia actual de gobiernos populares en nuestro subcontinente pusieron a la orden del día dicha cuestión. Y el negar sus logros en forma excluyente reconoce dos vertientes simétricamente opuestas. La de aquéllos que siguen sosteniendo la necesidad de tomar el poder del Estado como condición sine qua non de los procesos liberadores atribuyéndose su representación y la de quienes identifican gobierno con Estado sin mediaciones de ningún tipo. 


      Los primeros ven en el Estado una condición necesaria; los segundos, apoyados en la identificación descripta, se desentienden de las variables coyunturales en aras de un futuro sólo realizable a través de las prácticas concretas del presente que no deben soslayar el estado de las luchas actuales. Pienso que esta última visión resulta también totalizante, pero "por defecto". 


      Para clarificar el significado de lo dicho, acudiré al ejemplo de los sucesos que se están dando en Venezuela porque ocupan un lugar destacado dentro de los que se desarrollan en Sudamérica hoy. En primer lugar, admito que mis conocimientos de dichos sucesos son limitados lo cual no me parece suficiente impedimento como para inhabilitar reflexiones en torno a ellos aún sin entrar en un análisis pormenorizado que exigiría una información más rigurosa.


      Apreciándolos desde el punto de vista de los alcances populares del gobierno de Chávez no tengo mayores dudas de que está produciendo beneficiosos logros para su población. Y que en el plano internacional constituye un "forúnculo" para las políticas de sometimiento emanadas de los EE.UU. que se asocian a los intereses de las oligarquías vernáculas del país hermano. No obstante y aunque parezca extraño, una bisagra conflictiva se origina en su formulación del Socialismo del siglo XXI. Porque ésta, al tiempo que hostiga al enemigo "imperial" e incomoda a sus amigos "progres" que regentean el capitalismo realmente existente al poner en escena ese símbolo odioso y vilipendiado por los poderes dominantes; a la vez plantea una metodología de construcción y una concepción preñada de contradicciones y rasgos similares a los que llevaron al colapso del campo socialista.


      De acuerdo a lo que pretendemos extraer de este ejemplo no vamos a entrar en detalles, pero lo apuntado no es algo menor porque desde la construcción misma se pone en riesgo el objetivo propuesto. Es fácil apreciar "las razones de Estado" en las relaciones que tiene que establecer el gobierno Bolivariano inmerso en una realidad mundial que le es adversa aunque en el subcontinente y en virtud de las luchas populares, se hayan producido "sorpresas" políticas como la de Bolivia por citar la experiencia gubernamental que parece contar con mayor potencialidad.


      Entonces, si juzgamos a aquel gobierno bajo la excluyente lógica estatal lo podríamos negar de plano. En cambio, si lo ponemos sólo en el contexto de las luchas actuales, tenderíamos a sobreestimarlo y resucitar las ilusiones en torno al Estado. Esto exige deslindar los campos y ponderar la situación que plantean las fuerzas en juego para evaluar la existencia de gérmenes de lo nuevo que pueden llegar a vigorizarse en función de una construcción propia. Asimismo, me parece una mirada miope considerar un obstáculo al gobierno de Chávez para la creación de otras opciones emancipatorias pues éstas dependen de lo que ellas mismas sean capaces de gestar ya que lo determinante radica en su propia vitalidad. Y entiendo que las apreciaciones deben situarse en el escenario que ofrecen las actuales relaciones capitalistas y la presencia del Estado. Por eso es importante distinguir las diferencias existentes entre los gobiernos no para sumarse a sus políticas estatales sino para favorecer el contenido popular que puedan albergar pero desde una política propia. Claro, hay quienes rechazan a los gobiernos más radicalizados calificándolos de "populistas" aunque, casualmente, en eso coinciden con la prédica del gran capital y sus voceros.


      Mas, si ponemos en foco las proyecciones de las políticas gubernamentales, pasa a primer plano la cuestión del Estado, desde dónde y cómo se construye. Y no vemos perspectivas en reproducir lo que nos condujo a la situación actual por más que valoremos las fisuras que afectan al sistema para desarrollar construcciones de nuevo tipo. Por eso hablamos de fisuras y no de rupturas, que no es lo mismo. 


      Ahora bien, Chávez ejerce una política estatal que pivota sobre su liderazgo y que genera el cerril antagonismo de la reacción. Aunque también llegan noticias que parecen aludir a la diversificación del poder como las propuestas de creación de pequeñas ciudades autónomas y de mecanismos de participación popular con el empleo de formas de democracia directa. Sin embargo, esto contradice lo anterior y tampoco se condice con las confusas enunciaciones respecto del Socialismo del siglo XXI cuyas bases teóricas, al menos los que conocemos, resultan tan débiles como reproductoras de lo "viejo". De allí que al comienzo habláramos de bisagra conflictiva. 


      De todas formas lo que nos interesaba ejemplificar era nuestro punto de vista sobre lo coyuntural. O sea, actuar con independencia de las políticas tradicionales pero discriminando sus diferencias así como las emergentes de los distintos gobiernos para ir materializando la orientación propuesta a través de las diversas situaciones. Transitamos una larga etapa de transición donde lo nuevo recién despunta en medio de la férrea presencia estatal firmemente arraigada en la vida diaria y en el imaginario colectivo.


      Otra mirada en torno a la organización.


      Retomemos ahora los problemas enunciados más arriba y que gravitan sobre la orientación política que pretendemos impulsar. 


      Insistimos en que la problemática no debe reducirse a la sola negación del Estado sino que demanda actitudes positivas relacionadas con proyectos y apuestas. Y si afirmamos que un principio básico es la construcción de abajo hacia arriba aceptemos que "el abajo" está atravesado por relaciones de dominio entretejidas con el discurso hegemónico. Mas, esto no impide valorizar a las partes como lugares donde las luchas que se libran, junto a la creación de los vínculos que eviten su esterilización, son mucho más permeables para la actuación de los de abajo. Asimismo, atribuimos significación a los logros particulares pues vemos en ellos el terreno apto para que se vaya gestando lo nuevo, por su escala al alcance de la acción de todos y de cada uno y por constituir células del tejido social que pueden ir transformándolo desde adentro. Ahora bien, si consideramos al poder como el núcleo duro del asunto que atañe tanto a "las partes" como al "todo", traigámoslo a escena bajo las luces de la organización. Tornemos entonces la mirada hacia una construcción política en red que no sólo motiva nuestros desvelos sino que se ha instalado como un tema de interés común. Intentemos ahora una aproximación valiéndonos de una metáfora.


      La red no sólo se liga a través del hilo sino que éste conforma los nudos que se vinculan entre sí. O sea, el vínculo es de la misma naturaleza de lo que relaciona. Luego, se podría decir que los principios y la orientación política constituyen las múltiples hebras del hilo y de su cualidades dependerá la fortaleza de la red. Pero ésta es obra del tejido que transforma el hilo en red. Esto exige ir construyendo los nudos al tiempo que se los va ligando (metodología de construcción). Traducido en términos políticos, es producto de las acciones constitutivas de los nudos (las partes) pero que si no se vinculan pierden su razón de ser (potenciación de los cambios colectivos). Y al hacer centro en la organización necesariamente debemos precisar a qué tipo de hilo nos referimos. Pues se pueden construir redes afines al orden establecido (conexiones interempresarias), como redes de autoayuda, de políticos tradicionales, de mafias, etc. etc. Pero en este caso hablamos de una red emancipatoria.


      Entonces, el problema revierte sobre la condición constitutiva de la red. Y para que la misma no se convierta en la que emplea el pescador que es quien la maneja, el poder debe circular entre los distintos nodos que componen la red y al interior de los mismos. Queda establecida así la condición fundante a que debe responder semejante construcción para que no se constituya, bajo una apariencia distinta, en otra variante de una estructura piramidal a imagen del Estado. 


      Este esbozo metafórico, plantea simultáneamente la necesidad de crear organizaciones políticas junto a la modalidad asumida para establecer sus relaciones internas. De lo dicho se desprende tanto la autonomía de las partes en aptitud de decidir las situaciones que la involucran así como sus vínculos que deben corresponder a la orientación política que define tal metodología de construcción.


      Cuando rechazamos la toma del poder del Estado no es por negar oportunidades favorables al campo popular y mucho menos para alentar su impotencia. Es porque pensamos que la oposición a su carácter de dispositivo de dominación no puede provenir de construcciones previas que, a través de su práctica, lo refuercen como tal dispositivo. Y si bien su control es un terreno de acerbas disputas en las que el poder dominante no quiere ni acepta perder su hegemonía, el destronarla no admite replicar los mismos métodos que sirvieron para imponerla. De allí la necesidad de una construcción independiente que se desarrolle en tanto sea capaz de instrumentar las contradicciones emanadas de las políticas gubernamentales.


      Conocida es la añeja idea marxista del Estado como administrador en la etapa de transición. Pero si realmente se transformara en un administrador de justicia, libertad y equidad social no habría ningún problema en asumir su existencia porque sencillamente estaríamos hablando de otra cosa, cualquiera fuese su nombre. Mas, a esta altura es inverosímil la construcción de un organismo de poder que pretenda transformar su naturaleza sin cambiar las relaciones de dominio que genéticamente lo constituyen.


      Y cuando las coyunturas, como algunas que se presentan actualmente, muestra el ascenso de gobiernos de corte popular, se tensa al máximo semejante contradicción. Por un lado, se generan medidas que responden a las necesidades de las mayorías (dejemos de lado su relatividad). Por el otro, se reproduce el ordenamiento jerárquico estatal que subsume la potencialidad de los de abajo que fueron quienes realmente propiciaron las condiciones de acceso al gobierno. Es el caso de Bolivia donde los movimientos sociales (de alto contenido político) apoyan y también se oponen a las directivas del gobierno de Evo Morales que, piloteando al Estado, busca el equilibrio entre aquéllos y la madeja de intereses interno-externos que lo condicionan.


      Fabricar respuestas fuera de contexto y del protagonismo que demanda toda acción política ligada a las situaciones concretas, es un viejo vicio en el que no queremos incurrir. Creemos sí que las posibilidades de que surja algo nuevo está del lado de "los de abajo" y de lo que sean capaces de ir construyendo en esta etapa donde el capitalismo sigue siendo muy fuerte y la presencia del Estado es una realidad tangible. Las experiencias que aportan en ese sentido, como la más profunda y rica del zapatismo, dependen principalmente de cómo se vaya resolviendo la cuestión del poder para que el edificio que se construya no resulte un palacio del privilegio sino un albergue para todos. El futuro está por verse y en la actualidad nada está cerrado, pero las señales son promisorias y representan un desafío para la imaginación.--- (26/01/07)


      (1) En "Gualeguaychú y la `Estrategia´ del Socialismo del SigloXXI" (Boletín de La Fogata del 11/01/07)



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      Jorge Julio López : Contra el olvido y el silencio.


      Que el terror no te acostumbre.
      ni que te gane la indiferencia.


      Andrea Benites-Dumont
      La Fogata


      La reaparición de la desaparición 


      Demasiados meses ya de la desaparición de Jorge Julio López; meses en que se han recrudecido las amenazas a testigos, el secuestro de Luis Geréz, a quien soltaron a las 48 horas sin que hubiera ni un solo detenido por ello ni por las torturas que se le infligieron; amenazas a Victoria Donda, nacida en cautiverio; Héctor Bustos militante de los derechos humanos de Venado Tuerto, estuvo secuestrado 13 días sometido a torturas, con múltiples quemaduras entre ellas una cruz svástica en el pecho a hierro candente; Jorge Salcedo militante de la Liga por los Derechos del Hombre en Mendoza, fue torturado en dependencias policiales... 
      Así estamos en estos meses del secuestro y desaparición de Jorge Julio López.


      ¡Cómo cuesta retomar el verbo de la denuncia de hace 30 años! ¡Cómo desgarra retomar la exigencia de aparición con vida de Jorge Julio López! 
      Entiéndase, compréndanos, no podemos tan siquiera enunciar 30.000 más uno... no podemos soportarlo, por eso luchamos.


      Pero es ahora, en el momento en que costosamente se avanza en algo en los juicios contra los genocidas, justamente por esto, emerge el aciago mecanismo de la desaparición y reabre la caja de Pandora, y salta al corazón mismo de la sociedad el poder funesto del terror cuyo efecto es paralizar, acallar, mirar para otro lado, la repetición del "no te metás" y de "por algo será", pero ahora con un grado más de perversión el "por algo será" se ha extendido  más allá de los militares y de la derecha que las propagaron.


      Tan es así, que son tres las desapariciones de Jorge Julio López; la de 1976, la del 18 de septiembre del 2006 y la de la indiferencia y la difamación que se ha hecho. La víctima sospechosa y culpable: el engranaje de inducción con que la dictadura aislaba y enfrentaba a los desaparecidos y a sus familiares. 
      Desde el 18 de septiembre, resurge la aparición de la desaparición. 
      Los desaparecidos han vencido la muerte en estos 30 años porque vivían -viven- en el imaginario colectivo; sus ausencias poblaron todos los acontecimientos de las gentes y fueron hechas presencias referenciales desde lo cotidiano a lo excepcional, inclusive en el núcleo del silencio como si nunca hubiesen existido, han estado siempre marcando el antes y el después del genocidio en Argentina, en todos los planos y en todos los ámbitos.  


      Y es en esta etapa democrática que nuevamente con la re-desaparición de un exdetenido-desaparecido, vuelven a rebrotar todos y cada uno de los mecanismos anuladores que la desaparición impuso, y, las secuelas a pesar del tiempo transcurrido contienen la potencia de antaño. Los efectos determinados por las diferentes modalidades operacionales y de conducta, las inducciones a la culpa tanto a la víctima, como a la familia, y establece en la conciencia social que de no haber declarado en el juicio contra Etchekolatz(1), a Jorge Julio López "no le hubiera pasado nada". 


      Pero hoy hay un elemento más pérfido, organismos de derechos humanos que sobrevivieron durante la dictadura por el ejercicio del no-olvido, impidiendo en cada marcha la reconciliación con los verdugos, actualmente en esta "normalización democrática "nuestra" pasan a actuar con el olvido y con la convivencia auto-permitida. 


      Es tan devastador ver cómo a pesar de diferencias políticas, orgánicas, existía siempre un nodo esencial, los desaparecidos, y así fue que a pesar de todo cuanto trataron de impedirlo los represores, sobrevivían los mecanismos de identificación y hasta cierta "fraternización", y de pertenencia. La "cofradía" de los desaparecidos sin distinción de partidos, grupos, actividades: todos eran los nuestros. Pero en este presente y en estas circunstancias lo individual bloquea, paraliza, no hay un cuerpo colectivo de contención, por el contrario hay discriminación entre aquellos "cofrades" que eran aceptados y queridos tal cuáles y por igual. Ahora no: hay exclusiones, se ha roto los "nuestros", se ha roto el "común". 
      La mano larga de la dictadura se evidencia, el mecanismo desintegrador se reinstala. 
      Y peor aún, la víctima es culpable, sospechoso, enfermo, la inducción de la dictadura de difamar toma cuerpo y voz en gargantas insospechadas. 


      Es tan vergonzante como demoledor que a los pocos días del secuestro y desaparición de Jorge Julio López, un hijo de desaparecidos nacido en cautiverio prestara testimonio en una comparecencia judicial y estuviera absolutamente solo. Nadie lo esperaba para el abrazo, nadie con su cuerpo ocupó en lo simbólico el  lugar de los desaparecidos.
      Si desde los momentos más tenebrosos -tanto propios como los padecidos a lo largo y ancho de las diferentes modalidades de exterminio- se sabía desde siempre que la soledad se destruye con solidaridad... ¿por qué se falta a esta cita tan anhelada? 


      La impunidad naturalizada


      La otra deriva eslabonada gravemente con la anterior, es que la desaparición de Jorge Julio López evidencia -una vez más- que los criminales impunes, han estado siempre, en diferentes reparticiones y dependencias, asimilados, consentidos, tolerados, legalizados, ... hasta que por primera vez una sentencia ajustada a los hechos y al derecho, condena por genocidio a uno de sus ejecutores, al comisario Miguel Etchekolatz. Y entonces el "nebuloso acecho" cobra cuerpo y actúa. 


      La dificultad de aceptar la aparición de la desaparición llevó en el primer momento a la negación de la realidad, a la desviación justificadora para no dar crédito a que la amenaza "durmiente" se concretaba. 
      No aceptar -y por ende callar- ha estado siempre presente, el modelo genocida ha pervivido en forma paralela. Y así ha sido desde el poder ocupando el gobierno tanto Alfonsín como  Menem, quienes utilizaron también resortes de inducción o de imposición para que se asentara la impunidad como forma natural de convivencia social. Y las leyes amparadoras y los indultos perdonadores del genocidio, fueron presentados como elementos de "necesidad de fortalecimiento democrático", de "pasar página", de conciliación, del ya está bien... 


      En el hoy es posible que los homenajes efectuados desde instancias gubernamentales, otrora deplorados, son aceptados, ahora las violaciones a los derechos humanos del pasado se exorcizan en despedidas, en adioses, en museos, en monumentos. 
      En el presente los derechos humanos están custodiados por el Estado,  por un gobierno, ... y al mismo se transfiere la custodia de los mismos;  se ha delegado al gobierno la patria potestad o la mater potestatis' al actual inquilino de la casa rosada, edificio que comparte con personajes que actuaron durante la dictadura que no fueron ni prejubilados, ni expulsados, ni excluidos; pero están en la invisibilidad de las instituciones. 


      No sólo los profusos informes de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) denuncian la evidencia de la impunidad, la aceptación social y política de la impunidad es la evidencia misma.


      Y frente a ella volver otra vez más, a romper el condicionamiento que impone el miedo; enfrentar las intimidaciones, coacciones y amenazas, denunciar y presionar al gobierno a desinfectar todos y cada uno de los rincones, escritorios, cargos, cuarteles, comisarías, juzgados... en cualquier lugar donde están los intocables. 


      No mencionar a Jorge Julio López en cada acto, en cada panfleto, en cada discurso, es ratificar la impunidad.


      Los hechos, el derecho y la justicia


      Desde el 18 de septiembre del 2006, y una vez superados los primeros momentos de confusión, pasividad e infundios, no demasiados organismos de derechos humanos han ejercido la persistencia de la lucha por los desaparecidos y que tanto frutos diera: inicio de causas judiciales, derogación de las leyes de punto final y obediencia debida, (queda aún la inmoralidad de los indultos), recuperación de la identidad de menores apropiados...
      Desde el 18 de septiembre del 2006 se han recrudecido las intimidaciones, provocaciones y amenazas contra todos aquellos que activamente exigen la aparición con vida de Jorge Julio López. 
      Desde el 18 de septiembre del 2006, como otrora la cita semanal de los jueves en la ronda de los pañuelos blancos, cada 18 de mes se reclama por Jorge Julio López, y se extienden las acciones como en el pasado, así en el Parlamento Europeo(2)  a instancias de miles de firmas asume tramitar ante el gobierno argentino el reclamo por la vida y la integridad del testigo secuestrado. 


      Sin olvidar las deplorables primeras declaraciones del Ministro del Interior argentino, no es posible comprender la dejación de responsabilidad del gobierno argentino, teniendo a su disposición leyes y convenciones, y discursos, 
      Es inexplicable que el no se haya abordado como un caso de desaparición forzada la desaparición de Jorge Julio López, existiendo indicios y presunciones suficientes para ello. (intimidaciones y coacciones antes y durante el juicio a Etchekolatz, y al concluir el mismo en las amenazas que el condenado por genocidio anuncia a los jueces del tribunal);  es incomprensible que no se hayan tomado medidas inmediatas de rastreo, minimizando el hecho a una simple ¡averiguación de paradero!


      La Convención sobre la desaparición forzada de personas, se legisló en función de la profunda preocupación "por el hecho de que en muchos países, con frecuencia de manera persistente, se produzcan desapariciones forzadas, es decir, que se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que éstas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley."  y en estos términos se ratifica en su introducción, aprobada en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, siendo Argentina país signatario de la misma de en el mes de junio de 1994, ratificándose en la aceptación y adhesión a la
        misma en octubre de 1995.   


      Existiendo un instrumento legal que obliga tan claramente al gobierno argentino, existiendo el inmediato pasado dictatorial, y sobrando los indicios harto suficientes, sin embargo el gobierno como primer responsable de los ciudadanos, actuó como si de una "escapada" voluntaria se tratara, emitió promesas de recompensa monetaria, y ordenó reforzar la vigilancia de las fronteras(¿?); y se ordenó a la policía bonaerense, la misma que mantiene en sus filas a 9.026 efectivos que actuaron durante la dictadura; y que Jorge Julio López denunciara, que sea la fuerza que lo busque.(¡!)


      Un elemento que caracteriza a crímenes como la desaparición forzada de personas es la clandestinidad, la ocultación y el secretismo del mismo, y así es contemplado tanto en la normativa vigente como en el acerbo jurisprudencial, la dificultad de la aportación de pruebas del hecho, de la identidad de los autores,  por ello los indicios y presunciones son aceptados como suficientes. 


      Establece asimismo dicha Convención, que bien se reciba una denuncia sobre una posible desaparición forzada de personas, el gobierno correspondiente deberá en la mayor brevedad posible dar toda la información sobre el paradero de la persona; más aún, se precisa que " siempre que haya motivos razonables para creer que una persona ha sido sometida a desaparición forzada, las autoridades a las que hace referencia el párrafo 1, iniciarán una investigación, aún cuando no se haya presentado ninguna denuncia formal.



      Pero aún hay más, Los Estados Partes asegurarán a cualquiera persona que alegue que alguien ha sido sometido a desaparición forzada el derecho a denunciar los hechos ante las autoridades competentes, quienes examinarán rápida e imparcialmente la alegación y, en su caso, procederán sin demora a realizar una investigación exhaustiva e imparcial. Se tomarán medidas adecuadas, en su caso, para asegurar la protección del denunciante, los testigos y allegados de la persona desaparecida y los defensores, así como de los que participen en la investigación, contra todo maltrato o intimidación en razón de la denuncia presentada o de cualquier declaración efectuada.


      Es función del Estado argentino ser garante de la seguridad de las personas que se encuentren en su territorio como de la vigencia y respeto a los derechos humanos. Y para que los enunciados jurídicos se traduzcan en Justicia, el gobierno de Néstor Kirchner debe vivir (tal como lo hiciera en el caso de Luis Geréz) en un "virtual estado de movilización" hasta la localización y liberación de Jorge Julio López. Y si es tal como lo reconociera públicamente el presidente Kirchner, la existencia de grupos paramilitares y parapoliciales vinculados a las fuerzas regulares no anunció  sin embargo ni una sola medida para el desmantelamiento de las mismas y enjuiciamiento de sus integrantes.  


      Además de las referencias jurídicas mencionadas, la responsabilidad moral y política del gobierno argentino es indiscutible, y no quedan eximidos por la ignorancia de los hechos ni del derecho los que desestiman y silencian la situación de Jorge Julio López. 


      Concluyendo 


      No habría que hacer excesivos ejercicios de memoria para encontrar caminos de lucha y de resistencia a la impunidad. 
      A la vuelta nomás de la conciencia están allí esperándonos como siempre han estado, desde las fotos al viento, desde los pañuelos blancos, desde las calles rebeldes, desde la coherencia y no de la representación  ni del espectáculo. 
      Los desaparecidos no viven en monumentos ni en museos. Por el contrario son muertos otra vez en los genocidas indultados, en los torturadores que continúan en las fuerzas represivas, en la judicatura, en la jerarquía eclesiástica.  
      Los desaparecidos no son adornos de programas electorales, nunca se permitió que lo fueran, ni sus madres, ni sus hijos, ni sus compañeros lo consintieron, no lo consentimos. 


      Por ello, aquellas comprometedoras y hermosas consignas unidoras de corazones, Aparición con vida, contra el Olvido, contra el Silencio, por la Justicia, seguirán aventando dignidad contra la cobardía, contra el acomodamiento, contra la indiferencia. 


      Los desaparecidos hoy se llaman Jorge Julio López. 


      Codo a Codo (www.nodo50.org/codoacodo)


      Notas :
      (1) Miguel Osvaldo Etchekolatz; comisario general, jefe de investigaciones de la policial provincial, responsable dirección política del grupo de tareas de los campos de concentración Pozo de Quilmes, de la dirección de investigaciones de San Justo, de la brigada de investigaciones de La Plata, Jefatura de Policía


      (2) Las actuaciones que se llevan a cabo frente al Parlamento Europeo, pueden ser respaldadas firmando electrónicamente en: http://www.nodo50.org/casapueblos/html/formulario.htm; O enviando un correo electrónico a: casapueblos@???   



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      Raul zibechi: "hoy hay un problema relativo a la autonomía de los movimientos sociales" 


       Luis Karlos Garcia   
      eutsi.org  
      La Fogata


      Raul Zibechi ha visitado recientemente Europa a fin de presentar su libro "Dispersar el poder", editado por Virus. Es un trabajo indispensable para comprender los procesos de lucha en Bolivia que llevan a un radical cambio en el Gobierno del país, pero que, en general, sirve para analizar el antagonismo entre esos movimientos y el Estado. Aprovechamos la presencia del periodista y escritor uruguayo en Madrid para charlar con él sobre la situación que atraviesan las luchas sociales en Latinoamérica. Esta es la charla, que, además, fue emitida el pasado lunes en las ondas libres de Hala Bedi Irratia. 


      Tu eres analista, especialmente, de los movimientos sociales de Latinoamérica. ¿Cuál es la salud de este entramado a 2007? Hace poco el ecuatoriano Pablo Dávalos hablaba de "momento critico" después de las victorias electorales de gobiernos progresistas. 


      Hay algo de eso, sí. En el nuevo escenario hay varias cosas nuevas. La primera es que, a diferencia de los años 90, los movimientos sociales ya no están en el centro del escenario político, sino que está la contradicción entre los gobiernos y las viejas derechas que buscan no perder sus privilegios, buscan consolidar sus privilegios y negociar una nueva relación con estos gobiernos de izquierdas. En segundo lugar, hay políticas sociales de los nuevos gobiernos surgidos de la lucha de los movimientos que afectan a la autonomía de estos en la medida de que esos programas tienden a socavar la base social. Programas que son necesarios, pues la situación de pobreza es necesario combatirla, pero ello afecta a las misma base social que anima a los movimientos; o sea, que ahí hay un problema que tiene que ver con la autonomía de los movimientos. Y luego hay una gran cantidad de dirigentes que han sido cooptados en cargos de Gobiernos en casi todos los países, y ello afecta a lo que sería un disciplinamiento de los movimientos por parte de estos Gobiernos. 


      Tu has prestado siempre una especial atención a Bolivia. La gestión de Evo, a diferencia de lo que pasó con Lula, por ejemplo, no se percibe como la enésima desilusión. ¿Evo ha ido más lejos de lo que creías hace un año? 


      El Gobierno ha hecho un par de cosas interesantes, por ejemplo, la llamada nacionalización de los hidrocarburos que, que en resumidas cuentas son nuevos contratos con las petroleras. No es nacionalización, pero mejora la situación del Estado boliviano, si bien no es lo demandado por los movimientos; ahí hay una contradicción relativamente importante. En segundo lugar está la Asamblea Constituyente, que es interesante que se haya convocado, pero que está trabada y en las condiciones actuales parece difícil si no imposible que esta instancia pueda refundar el país tal y como lo planteó el Gobierno en su afán de descolonizar el Estado. En esa medida hay que ser cautelosos: Evo ha dado pasos adelante pero tiene muchas dificultades y enormes problemas internos y en la región, en concreto con Brasil. Esto dificulta el programa de cambios del Gobierno. Bolivia es un país al que no podemos exigir más que a Brasil o a Argentina, por ejemplo, porque la potencia del Estado boliviano es muy pequeña si lo comparamos con otros de la región. Hay luces y sombras, pues, pero, si me apuras, el nucleo del programa de Evo, la descolonización del Estado, no se está cumpliendo, y, además, no se ve cómo se puede avanzar. 


      Los procesos de Asamblea Constituyente están en curso en varios países. Pero, ¿crees que caben ahí las ansias de cambio social de amplias capas de la sociedad? 


      En absoluto. Por ejemplo, Ecuador ya tuvo una Asamblea Constituyente en el 96 y no sirvió para nada. Se reconocieron formalmente una serie de derechos pero no sirvió para cambiar la cultura política, que de eso se trata, al fin y al cabo. Y creo que una Asamblea Constituyente que se limite a convocar una elección y elegir constituyentes que redacten una nueva Constitución no cambia mucho las cosas, creo que lo que cambia de verdad es un proceso de debates en la sociedad, de años, para ir consolidando cambios. Pero así, a bote pronto, en tres meses de sesiones, eso no produce cambios en la cultura política de un país. 


      En muchos lugares de América Latina está más o menos extendido, desde sectores diversos, el reclamo de creación de un nuevo Estado, un Estado plurinacional, dicen, que reconozca de verdad el entramado social que acogen. Tu, sin embargo, eres bastante escéptico con esa formulación... 


      Sí, pues el Estado, en general, es una construcción del capitalismo, en algunos países de América con un componente claramente colonial, y, por lo demás, no veo cómo se puede construir un Estado a partir de un periodo en el que los Estados nacionales se están debilitando. Esto es, no veo cómo construir un Estado favorable a las mayorías. No me lo imagino, la verdad. El Estado, el más revolucionario, el más liberal, es un Estado opresor que no puede prescindir de sus aparatos represivos. Así que plantearse como tarea construir un nuevo Estado, pues no me parece. 


      A Hugo Chávez le han caído algunos palos después de plantear la creación del socialismo del siglo XXI. Supongo que sobre todo, por esa idea de construcción de arriba a abajo. ¿No indica eso que no se ha enterado mucho de la película? 


      Sí. Indica dos cosas, una que parecería que ya sabemos qué es el socialismo, de modo que se trataría de, ya sabido qué es, comenzar a transitar ese camino, pero yo creo que no sabemos todavía qué es el socialismo, luego de la experiencia del siglo XX. En segundo lugar creo que la experiencia indica que un socialismo basado en la centralización y concentración de los medios de producción en manos del Estado es más de lo mismo. Así que no me parece que se puede formular esto con esa alegría, planteando que ya sabemos qué es, y vamos a hacer esto: nacionalizar las compañías, etc. y crear un macro-Estado. ¿Eso es un cambio? No, es más de lo mismo, solo que cambian las formas, y en vez de empresas en manos de las multinacionales tendremos una nueva burguesía de Estado que controlaría los recursos. Me parece que hay un gran simplismo y una mirada que no puede eludir la centralidad de lo estatal. 


      ¿No crees que la lucha de Oaxaca fue el hito más importante dentro de las luchas del 2006? 


      Oaxaca ha protagonizado seis meses de asamblea popular, de una comuna, en una ciudad importante de México, mientras que hasta ahora las comunas que conocíamos eran rurales, Chiapas, principalmente. Ahora se da un salto hacia lo urbano, siendo como es México un país fundamentalmente urbano, de modo que aquí hay un cambio cualitativo, un cambio de escenario fundamental de cara al futuro. En segundo lugar estamos ante un movimiento autoconvocado y autogestionado, que no es poca cosa, en una ciudad, porque en las comunidades rurales hay una larga historia de autogestión del poder comunitario, pero en las ciudades es mucho mas difícil, y que la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca se haya mantenido 6 meses en estas condiciones me parece que es un hito, una proeza que nos va a marcar a todos. Creo que en 2006 lo más importante que sucedió fue Oaxaca, visto desde un punto de visto critico con el capital. 


      ¿Cómo están las luchas sociales en Argentina? 


      La situación es compleja, pues el Gobierno de Kirchner ha cooptado una buena porción de dirigentes, y otros, no cooptados, ven con simpatía el gobierno de Krichner lo ven con buenos ojos pues es mucho mejor que los gobiernos de las últimas décadas. Así que los movimientos se han fragmentado, hoy hay una multiplicidad de organizaciones que hacen trabajos interesantes, no hay un movimiento masivo pero hay multiplicidad de iniciativas que a veces se coordinan parcialmente por temas. Hay problemas vinculados a los derechos humanos importantes, hay otros como la criminalización de la protesta que son serios, pero ya no tenemos esa masividad, esa confluencia de luchas, pero bueno, esa confluencia se volverá a dar en algún momento. Lo importante hoy en la Argentina es que hay una gran cantidad de personas en pequeños nucleos, en relaciones cara a cara haciendo cosas importantes. 


      ¿En qué andas trabajando ahora? ¿Hay algún nuevo libro en puertas? 


      Estamos trabajando un tema como es las dificultades actuales de los movimientos en los gobiernos progresistas, los problemas de la cooptación, los planes sociales de los gobiernos y cómo afectan a los movimientos. No se si será un libro o una serie de artículos, eso lo iremos viendo, pues hemos empezado ahora, siendo una realidad nueva que recién nos empezó a impactar y recién estamos empezando a reaccionar a la bofetada.



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      Alberto Spagnolo: "El autoritarismo conduce al desencanto". 
      9 años de prácticas autónomas del MTD Solano 


      Tutti  Alvarado 
      La Fogata




      En junio de 1994 comenzó el movimiento de los desempleados y la adopción por su parte del corte de ruta (el piquete) como principal arma de lucha para conseguir sus reclamos (trabajo, subsidios económicos y materiales). En agosto se cumplieron nueve años del nacimiento del Movimiento de Trabajadores Desempleados (MTD) de Solano. Quizás no sea ni ha sido nunca el más fuerte de los movimientos sociales argentinos, pero sí uno de los más novedosos a la hora de concebir prácticas liberadoras y rupturistas para con el capitalismo y los conceptos clásicos de revolución. Alberto Spagnolo, miembro del MTD Solano recorre este lapso de tiempo y también la apuesta de la Autonomía, viva, vigente y sana. En Euskal Herria podemos aprender de estas experiencias de nuestros pares argentinos. 


      Los cortes de carretera de Cutral-có y Plaza Huincul (localidades patagónicas asediadas por el desempleo tras la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales -YPF- en beneficio de Repsol) fueron los primeros, hace 12 años ya. La contundencia del piquete reside en estrangular el tráfico de mercancías, vital para el desarrollo de la actividad económica; no es una sentada folklórica: muchos piquetes sobrepasaron la semana de duración. Esta práctica, eminentemente reivindicativa, fue, en un primer momento, despreciada por la izquierda clásica argentina (trostkistas, maoístas) que siempre desconfió del lumpen proletariado como sujeto revolucionario. A posteriori, vista la masividad del movimiento, crearían sus propios movimientos piqueteros y, como suele ser habitual en estos casos, al toque vieron la revolución, la acumulación de fuerzas y demás. La pueblada del 19 y 20 de diciembre de 2001 fue considerada por el rancio leninismo como una situación prerrevolucionaria. Agotados los tiempos, las herramientas de lucha, persisten en su empeño. 


      Podríamos decir que en el 2002, los movimientos piqueteros (incluído el MTD de Solano) están en su punto álgido, refiriéndonos a la cantidad de personas que agrupan, o acumulación de fuerzas, que dirían otras gentes. A partir de ahí, el proyecto parece no tan atrayente y hay gente que se va, por diferentes cuestiones (a casa por cansancio, a otros movimientos, cooptados por la oficialidad, etc.). ¿Podríamos decir que algo falla en el proyecto? De ser así, ¿qué sería ese algo? Vendría a ser un relato breve de estos últimos cuatro años. 


      De haber comenzado en el 96 con una serie de discusiones con diferentes colectivos, se logró un acuerdo principal que era darle la batalla a un programa establecido por el Gobierno y el Banco Mundial (BM), un programa para los desocupados. Muchos movimientos no van a aceptar alegando que era "caer en las redes del Estado", "ser funcional". Más allá de que se sabía que iba a tener la consecuencia de relación permanente con el Estado y toda su lógica, no veíamos otra forma de desbaratar este programa, el plan que tenía el Gobierno de que no hubiera lucha. Para eso se pensaba. Los movimientos vamos desarrollando esa opción de dar una batalla por los subsidios para desocupados. Para nosotros fue recuperar la iniciativa en un momento de mucha fragilidad de los movimientos; no contábamos con una fuerza, una preparación como para tomar otro camino o prescindir de lo que era, en ese momento político, la relación con el Estado. 


      Lo que nos da en ese momento la fuerza y la unidad es, me parece, la posibilidad de constituir una espacio de coordinación sin una línea única, sin un predominio de un grupo sobre otro. La fragmentación; se está discutiendo el tema de la fragmentación, la razón de la fragmentación. Por un lado tiene que ver con la recuperación institucional, de la iniciativa del Gobierno, que siempre ha trabajado para sostener esa hegemonía; esa gobernabilidad, dicen ellos. Y ocupar el lugar del Estado con todas sus fuerzas disciplinadoras, instituciones, las ONGs. Pero también tiene que ver con las falencias de los movimientos de querer hacer un único movimiento de algo tan heterogéneo, tan distinto. Eso sí es una responsabilidad de los movimientos, más allá de todo lo que el Gobierno hace para desbaratar, quitarle presencia a los movimientos: es un error de muchos movimientos esto de ver que en un momento de alza, de protagonismo fuerte es el momento de la alta política y de ahí la idea de movimiento único. Eso generó un daño muy grande a lo que es la coordinación: es muy loco pensar que se podía generar un movimiento único de algo tan heterogéneo, siendo, precisamente, esa la riqueza. Heterogéneo en cuanto a la dinámica de construcción, pero con muchos acuerdos también: la decisión de no presentarse a elecciones; de la lucha como dignidad, decir que no vamos a convertirnos en organizaciones de asistencialismo... Que ahí es cuando se produce la ruptura: bueno, no vamos a reproducir el Estado ni el capitalismo en el seno de los movimientos (que, desgraciadamente, muchos movimientos terminan en eso). Pero ese proceso de aceleración se da en un momento que, por desgracia, carecía de auge. Muchos movimientos pensaban que ahí iba a quedar el organismo, para la convocatoria nacional, para pasar a ser un movimiento nacional. Esa unidad como uniformidad era el paso previo a poder convertirse en ese movimiento de vanguardia que convocara a todos los movimientos. En Solano lo vimos siempre como un error, sobre todo los procesos de los movimientos, era demasiado prematuro. Uno dice, bueno, en un determinado momento puede haber una convergencia, por seguridad, porque te están reprimiendo, uno puede adoptar formas organizativas que supongan un mayor grado de cohesión, de elaboración política, pero ya son momentos muy particulares, y esas condiciones no se daban en la Argentina. Esto es, por lo menos, lo que sacamos como conclusión de la fragmentación, de la pretensión de convertirse en vanguardia y ya disciplinar, digamos, a los movimientos a través de la reivindicación, de las luchas. Eso es un tremendo error. 


      Frente a la uniformidad, la formación del partido, la toma del poder, el molde clásico, ¿qué propone Solano? ¿Coordinación y unidad de acción en base a temas o hechos puntuales? 


      Irónicamente, es también otra variable que tiene que ver con los movimientos político-sociales. Para nosotros no existe esa separación entre lo político y lo social, pero en la concepción tradicional, hacen la separación, y el movimiento social debe estar resguardado y apadrinado por el movimiento político, el órgano por excelencia, que diseña las estrategias, que lleva adelante las luchas. Esa es también una de las causas de las diferencias: para nosotros lo político y lo social están unidos, no existe una separación; es una unidad en permanente creación, no es algo definido, sino que se construye. Pensamos, por lo tanto, respecto a la fragmentación que hay responsabilidad de los movimientos, por los errores, por los malos análisis hechos por los movimientos. Por otra parte, es cierto que estos momentos de consenso que se generan por parte de la población, la sociedad, son muy difíciles para los movimientos, sobre todo cuando se vuelcan presupuestos, se atienden necesidades. De alguna manera, nosotros igual lo vemos como un avance de las luchas. No es porque sí: hay una concepción por parte de la burguesía, del Capital, que puede haber una gobernabilidad, una estabilidad institucional, pero que consideramos que es precaria, que no está para siempre. Creo que, en un tiempo, podremos sacar conclusiones que nos permitan no volver sobre los mismos errores. Es un deseo, y creo que la práctica nos educa, si uno es honesto en cuanto a sacar conclusiones, creo que esto nos va a servir de experiencia. 


      ¿Qué es lo que falla en Solano? Todos sabemos que los movimientos básicamente reivindicativos llevan aparejados este tipo de dificultades: una vez satisfecha la necesidad, viene la desmovilización. También está la represión, la cooptación (el dinero invertido por el Banco Interamericano de Desarrollo -BID-, el BM), circunstancias que realmente se dan. Esto sería a nivel general. Pero, como te decía, en el caso concreto del MTD Solano, después de haber "jugado en Primera", ser la "vedette", coordinar a un millar de personas, etc. ¿Qué hay ahora? 


      Sin duda hay deficiencias, aun estamos aprendiendo de la práctica. Son un montón de cosas. Pero también es cierto que, en algunos momentos, nosotros decíamos que de todo este movimiento iban a quedar núcleos pequeños. Nunca nos creímos que esto iba a ser para siempre. Lógicamente era una alegría grande ver que el desarrollo se daba en todo el país. Y la lucha, la organización, etc. es un saldo que queda a favor, la experiencia creo que es a favor. Por otro lado, es difícil sostener semejante número de familias, de personas, cuando uno hace una opción por principios que son de ruptura. Si nuestra pretensión hubiese sido sostener mucha gente, hubiésemos requerido de mayor control; cuando no está dada la experimentación, no está dada esta forma de libertad: experimentación de la libertad sin una organización de tipo autoritario, sin una organización que te condicione de acuerdo a tus necesidades. Esto es el ejercicio de libertad, libertad que deja saldos positivos y negativos; lógicamente, en un ámbito que no hay autoritarismo, que no hay control, no hay comisarios políticos, también te queda un flanco para el oportunismo: muchas personas, sin duda, no digamos que se enriquecieron, pero sí sacaron provecho de algo que era común. Ese oportunismo se ha dado, pero con una necesaria firmeza para no quedar entrampado en esa lógica, y es una forma difícil porque es de ruptura, ruptura que, si se quiere, para un organización popular no es de fácil resolución. 


      ¿Cómo se superan esos golpes? Al fin y al cabo es duro ver que la confianza depositada -no porque seamos buenos, sino por pensar que es el modo correcto de hacer las cosas para cambiar las relaciones sociales, y eso es precisamente hacer la revolución- es traicionada. Pienso que todo más allá de cero es positivo y hace diez años no existía nada. Sin embargo es difícil ver cómo los compañeros se caen. 


      Ayer tuvimos un plenario, y hay cosas de difícil solución. Analizábamos por qué cosas que aparentemente son de fácil solución se convierten en un conflicto y en un desgarro permanente entre los colectivos, los grupos. Se veían cosas, como que hay toda una predisposición por parte de las personas, los grupos, de reproducir una forma de pensamiento que está dada desde hace mucho tiempo: obtener beneficio con el mínimo esfuerzo. No es por una cuestión de seres malignos, sino que hay toda una preparación, una educación para esa forma de pensar. Entonces, revertir esa forma de vida, ese razonamiento implica un desarrollo y una transformación de la conciencia que no es sencilla. Muchos movimientos adoptan, ante este fenómeno, la cuestión de una fuerte, digámoslo así, presión, premio o castigo. Entonces, las personas quedan disciplinadas de alguna manera, y eso también es natural en el capitalismo. A las personas no les pesa el disciplinamiento, es decir si no venís a las siete de la mañana, si no te presentás, a fin de mes no cobrás; ahí estás ejerciendo una presión, una coacción en la conciencia de las personas, pero no necesariamente una transformación, porque también la necesidad es el látigo con que el capitalismo disciplina al trabajador, al profesional; la necesidad actúa como un fuerte elemento de coerción para que la persona acepte cierto tipo de reglas. 


      Para nosotros el dilema siempre ha sido ese, la resolución de este conflicto: no convertirnos en una organización donde la coerción sea el premio y el castigo en base a la necesidad, sino un ámbito de libertad, pero también de ruptura. Porque un ámbito de libertad entendida por una conciencia viciada por el capitalismo, entendida al tipo liberal, nos conduciría a un gran relajo. Entonces hay momentos en que los colectivos se tienen que afirmar en esta cuestión de proyectos que se elaboran en común, se aceptan en común; ahí es el momento de decir "no, no vamos para ese lado; si querés caminar con nosotros, caminarás con nosotros, pero nosotros no vamos a ir para ese lado". Es una tensión permanente. Nosotros, ayer, más o menos, intentábamos decir que no hay que caer en el autoritarismo, que es lo que te puede llevar al desencanto, al desengaño de ver que las personas no actúan ya en base a principios, nuevos, superadores, de ruptura. Por otro lado, la firmeza, la reafirmación, es el momento en el que los colectivos se reafirman. En un momento charlábamos con los compañeros: son momentos difíciles, momentos que generan crisis y ahí momentos en los que hay que reafirmarse para no perder lo más lindo y lo más grande que tenemos, que es esa radicalidad, y no convertirnos en una organización más de distribución de bienes, que en ese caso el Estado no tiene ningún problema, terminás haciendo una tarea gratis, algo de lo que ellos se tendrían que ocupar. 


      Al hilo de lo que hablamos, me gustaría tocar el tema de la radicalidad. Por un lado está claro que decisiones políticas son aquellas fruto de voluntades individuales que se unen para construir un proyecto transformador. Individuales son también las actitudes que has señalado (buscar el provecho personal), actitudes a confrontar con firmeza. Hay gente que se cae, pero no es menos cierto que otros muchos continúan. Me pregunto si esta radicalidad no nos acerca a cierto purismo, si esta radicalidad se puede sobrellevar personalmente y, en definitiva, me pregunto qué hacer para que dicha radicalidad (y las prácticas inherentes a la misma) trascienda de nuestros círculos. 


      Son más los motivos de alegría al ver el crecimiento y el desarrollo (aunque no queden orgánicamente en el movimiento), al ver que hay muchas personas que tuvieron la oportunidad de ver y experimentar algo distinto, que eso queda para toda la vida. Hemos encontrado un montón de gente que han pasado por, no sólo por nuestro movimiento, sino también por otros, siendo esto motivo de cambio, de transformación en sus vidas, sus relaciones. A veces, tenemos el ansia, la prisa de ver ya las cosas; los procesos históricos caminan a un ritmo que excede nuestra voluntad, que no es como nosotros queremos, sino lo que podemos hacer, lo que no implica acomodarse a la situación. Yo creo que siempre está esa tensión permanente entre lo viejo que se vive y lo nuevo que se desea o sueña, que es la mecha encendida para que haya cambios. 


      Hoy, si uno observa la realidad, estamos en mejores condiciones en la Argentina de demostrarle al poder, al Gobierno que no vale todo. En un momento se pensó que valía todo y no iba a haber capacidad de respuesta. Si uno mira la historia de Argentina es jodida la situación porque ha habido un corte muy profundo; pasaron treinta años, pero ese corte sigue afectándonos. La represión, el terrorismo de Estado han dejado una marca profunda. En otros países se pueden encontrar movimientos que tienen 30 ó 35 años de continuidad histórica. En Argentina, a pesar de que tenemos experiencias de lucha, de que tenemos un caudal histórico riquísimo en cuanto a experiencias de lucha, estamos en un proceso de recuperación que no ha terminado de saldarse. Muchas generaciones han quedado cortadas. El avance que nos alegra, por ejemplo, es esa ruptura con el miedo, el primer miedo que se daba entre la población era a reunirse, encontrarse. Creo que hoy ese miedo, ese terror ya no nos condiciona; miedo dado por una situación bien real: un Estado represor, una dictadura, que si te juntabas ya eras un subversivo. Son pasos que se van dando. En Argentina los movimientos son frágiles, no hay movimientos que tengan su experimentación, y no es una cuestión que pueda resolverse con tiempo, pero también afecta. Entonces eso da elementos como para pensar que se va a hacer lo que se pueda hacer. Nos queda una enorme lección de un montón de fenómenos y, en definitiva, uno podría caer en esa cuestión, pensar que el ser humano es una mierda, y muchas veces las grandes lecciones te dejan en esa crisis, pero por otro lado también ves actitudes y gestos que compensan todo eso de negativo que hay en nuestra naturaleza. Es una recreación permanente que da lugar a la esperanza. Caeríamos en una situación terrible si pensáramos que el ser humano no tiene futuro sino a través de la coerción y la represión. Hace poquito charlábamos si podría existir una sociedad sin represión. Es todo un tema. Nosotros vemos Cuba, lo heroico de ese pueblo en su lucha contra una dictadura y, de repente, han quedado entrampados en un régimen que es otra dictadura. Muchos lo resuelven por el lado de que "bueno, no puede ser de otra manera"; nosotros damos otro paso diciendo "sí puede ser de otra manera", hay que experimentarlo y la necesidad de experimentar la libertad genera crisis, necesariamente te rompe la cabeza. No es fácil decir nos reunimos, charlamos, tenemos conceptos, el desarrollo de una teoría que nace de la práctica, ya está; es una tensión permanente, porque el ejercicio de la libertad no está dado por decir "ya somos libres"; estamos condicionados y es un condicionamiento tan grande que, a veces, lleva a crisis profundas, que pone en crisis a las organizaciones que se plantean este tipo de experimentación. Pero, sin duda que vamos a poder ser más plenos y más libres cuando lo podamos experimentar, con todo lo que eso trae de negativo, porque lógicamente esto trae situaciones, si se quiere, de caos, pero en ese caos nace una nueva subjetividad que esa experimentación no va a tener mejores modos de encarar y tenemos la confianza de que esto es un permanente jugársela. 


      Hablando del tema de la coyuntura política argentina, sudamericana, donde hay gobiernos que unos llaman progresistas, otros populares, todos han llegado tras importantes crisis, empujados directa o indirectamente por movimientos populares, como opina Raúl Zibechi. También tenemos lo que dice Hebe de Bonafini que el "momento político es diferente", en Argentina y en Sudamérica. Esto nos plantea la cuestión de la postura a tomar respecto a estos gobiernos, el tipo de relaciones. En Europa occidental es muy claro que la izquierda no aspira más que a ejercer de regulador o conciencia. No sé si aquí algunos grupos (quizás Madres, aunque sea muy aventurado decirlo) pudieran estar jugando ese papel de agrupar fuerzas, de canalizar expectativas, apoyo popular al Gobierno para obtener de éste el máximo posible, no sé, para lograr una nueva clase de pacto social. Con la plata que está volcando el Gobierno de Kirchner o Lula con el asistencialismo en zonas muy pobres (como el nordeste brasileiro), ¿qué postura hay que adoptar? Quiero decir que, más allá de la habitual proclama de que este gobierno es malo (como todos) porque es otro gestor más del capital, no podemos basar las críticas en dogmas. Recuerdo lo que me señalaba Hebe, de que "hay que apoyar lo que está bien y criticar lo que está mal" y cómo yo le dije que esa dinámica puede ser un freno a la experimentación, quedarnos con lo que hay y no buscar algo superador. 


      Sí, bueno, esa no es nuestra opción. Es cierto que hay mejores condiciones para acceder a un montón de recursos; de hecho, muchas organizaciones lo están haciendo con idea de acumulación; piensan, "bueno, está bien, este gobierno va a pasar y debemos quedarnos con condiciones materiales que nos permitan continuar la lucha". Es un análisis de acumulación, de fortalecimiento, institucional en alguna manera; este Gobierno lo permite, brinda a las organizaciones que se alinean un montón de beneficios que se traducen en planes de vivienda, programas de alimentación, fondos para distintos tipos de iniciativas. Lo más jodido de eso es que la experimentación de ruptura y una nueva subjetividad se ve condicionada: podremos avanzar en lo material, pero no en la construcción de subjetividad, es muy difícil volver después de eso. Los movimientos que no nos alineamos quedamos en situación de fragilidad; logramos algunas cuestiones reivindicativas que, por nuestra historia, nuestras movilizaciones, se han logrado, no han sido regalo, pero han sido mínimas en comparación con lo de los movimientos oficialistas. Pero en los núcleos que puedan preservarse de esta lógica va a ser mucho más grande el desarrollo de una potencia transformadora. Es muy difícil volverse después de esa jugada, jugar a la acumulación, a tener mejores condiciones para hacer política, como dicen ellos. En este caso, nosotros seríamos marginales, en este momento. Marginales en el sentido de que quedamos mucho más frágiles, con menos capacidad de reivindicaciones -si se quiere- a nivel económico, que la gente ya puede conseguir y obtener por los canales tradicionales del Estado, pero con la posibilidad de experimentar algo distinto, y ahí creemos que se va a practicar la ruptura, el ejercicio de la ruptura, que es permanente, que, bueno, es abnegado y es de ver cosas que muchos no ven, es un riesgo, pero a la vez es de una gran esperanza, de tener una gran confianza de que esto no es el futuro, que esto es una cortina de humo, que no es el Gobierno popular. 


      Creemos que el zapatismo está haciendo algo parecido, muchos movimientos están haciendo algo parecido, diciendo que esto no es la izquierda, con todo lo que eso implica de soledad y pérdida de adhesión de muchas personas. Muchas personas nos han dicho que fortalecemos a la derecha manteniendo esta práctica. A corto plazo creo que tienen esta iniciativa, tienen esta fantasía; muchos necesitan esta fantasía, que la vivan, pero a largo plazo no es el futuro. Estamos trabajando para algo que todavía no se ve, que no está muy claro, pero creemos que va a ser, necesariamente, lo que va a traer una transformación radical, de raíz, y lo más alejada de las armas melladas que tiene el capitalismo. No se puede generar una sociedad nueva con las herramientas del sistema. Entonces eso nos deja en una situación de exposición y nos dicen "son sectarios, son dogmáticos, son un nuevo dogma", que es de revisarse: nosotros siempre hemos tenido esa intención de revisar nuestra práctica para no caer en eso, en ser la secta iluminada, pero, por otro lado, es lo que lo ha hecho bien para constituirnos como pequeños núcleos que en un momento tuvieron la potencia, la coherencia para poder activar una política de otro tipo que no significara quedar preso en las redes del capitalismo. 


      El trabajo de Solano, en base a los principios de siempre, ¿a dónde se dirige? En un momento estaba todo el tema reivindicativo (los planes, la mercadería...), el satisfacer las necesidades más básicas e inminentes acaparaba casi todas las fuerzas. Como decías, hoy por hoy, esto se puede solucionar mediante los cauces tradicionales y sería, por lo tanto, un tema superado en el tiempo. Está también el tema de la organización, siempre en revisión por todo esto que hablamos de la reproducción de prácticas del sistema y sus efectos sobre el colectivo. 


      La adopción de una forma organizativa tiene que ver con el momento de mucho crecimiento, mucha acción directa, pero que también tiene que ver con esta posibilidad de que se fuera distorsionando, que es lo que termina siendo. De algo que en principio reflejaba una manera distinta o que tenía que ver con no reproducir la institucionalización y los caudillajes estamos haciendo relectura de todo esto porqué es valiosísimo como experimentación. De momento no estamos intentando ensayar otro tipo de estructura sino hacer encuentros grupales, plenarios una vez por mes, fortalecimiento de los grupos, estudio, trabajo, bastante trabajo, lo que por un tiempo nos va a permitir también procesar toda esta experiencia que ha sido vertiginosa, nos envolvió una realidad vertiginosa; también superar el cansancio, ha habido mucho cansancio: en los últimos años se hicieron una serie de cosas que requirieron mucha energía. Este es un tiempo de distendernos y poder procesar toda esta serie de prácticas que hemos tenido. Todavía no tenemos hecho el saldo, lleva su tiempo pero creo que nos va a quedar un saldo y una lectura que nos va a servir muchísimo para el futuro. Argentina, como otros países de América Latina, atraviesa un momento muy particular y creemos que hay que aprovechar este momento para el fortalecimiento... Nosotros en el 97 éramos cinco personas en Solano, y nos largamos a experimentar; comenzó un crecimiento muy grande, no sólo en Solano, sino en todo el país. No sé, tenemos mucho mejores condiciones para continuar la lucha, estamos mucho más maduros y experimentados, muchos de nosotros no teníamos demasiada experiencia, muchos eran padres y madres de familia que tenían un ritmo de vida común, no eran militantes. Esto nos deja una gran enseñanza. En el sentido más positivo va a significar la posibilidad de reconstituirnos, atravesar este momento -en que para algunos murió todo, para nosotros no-. Queda un caudal enorme de experiencia y potencia para la transformación. Esos son los motivos que siguen alimentando nuestra práctica. 




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