Reuquen Lauquen
Bajé del bondi en el kilómetro 12 de la avenida Ezequiel Bustillo, que es la ruta que une el centro de San Carlos de Bariloche con el parque municipal Llao Llao, por la costa del lago Nahuel Huapi.
Aunque son alrededor de 25 kilómetros de costa, acceder al lago libremente resulta una aventura casi tan riesgosa como el ascenso al cerro Tronador por su pared sur.
En la pequeña playita de la Bahía Serena, justo a la entrada del barrio Nahuel Malal, era la cita.
Allí encontré a Seba, que forma parte de la agrupación Costas Libres, que reúne hace más de dos años a vecinos de los alrededores, quienes decidieron juntarse en resistencia a quedarse sin tener por dónde acceder al lago.
Todavía era temprano. El clima anda cambiado y el frío se extendió este año mas de la cuenta y a pesar de que estamos a principios del verano, las cumbres están aún cubiertas de nieve y hay mucho deshielo, lo que mantiene los lagos fríos y tan altos que, por ejemplo aquí, el cantero ilegal e invasivo del espacio público del bar/restó Bahía Serena, se ahoga con todas sus plantas. Un poco más allá también han intentado construir en, es decir, dentro del lago. Bajo el agua hay caños y suplementos de hormigón muy peligrosos porque no se ven: construcciones submarinas detenidas a destiempo, acechando al nadador distraído.
Caminé hasta un peñón, apenas unos metros antes de la bahía, que es la vía de acceso a unas pequeñas playas que hay del otro lado. Menos de cinco minutos de asenso por una picada me llevaron a la cima de unos acantilados; y un pequeño descenso por éstos hasta pequeños peñones pedregosos separados por pequeñísimas playas, justo frente a una isla que no figura en el mapa turístico. Un lugar privilegiado por la belleza, la calma, tan sólo a quince minutos del centro y público... al menos por ahora.
Hace poco más de dos años la municipalidad barilochense vendió los terrenos públicos del peñón para un emprendimiento inmobiliario, turístico y privado. Esto fue lo que motivó a los vecinos de la zona a unirse en resistencia, pudiendo detener la construcción en dos oportunidades: pero en algún momento se va a construir, porque es legal, siempre y cuando no construyan sobre el lecho del lago, me dirá Seba mas tarde, aunque en el tiempo en que el Nahuel Huapi crece por los deshielos, no queda por donde acceder a esa parte.
Cuando volví a la bahía, el panorama había cambiado por completo. Ahora la playita desbordaba de gente. Había desplegado un mapa de San Carlos de Bariloche y sus alrededores, que comprenden los lagos Nahuel Huapi, Perito Moreno Este, Perito Moreno Oeste, Gutiérrez y la laguna El Trébol. Era una enorme fotocopia en la que habían pintado de colorado las zonas de acceso público al agua que suman en total menos de 2 kilómetros y medio: son pequeños puntos, distantes, ínfimos en la inmensidad del paisaje privatizado.
Pero lo más importante no es que al final se construya o no sobre el peñón, sino que ésta movida nos ha acercado mucho entre nosotros, ahora nos conocemos más, compartimos más y éstos nuevos lazos son los que importan, me recuerda mi amigo.
Y así lo demuestra el vecino que trajo sus canoas inflables y las puso a disposición de quienes quisimos remar un rato sobre el oleaje tempestuoso.
Así nos lo hicieron sentir los chicos de una murga venida de los barrios del Alto Bariloche, no sólo por defender las costas y por hacernos bailotear un rato, sino también por recordarnos que los pobres existen en ésta comarca y que a pesar de estar bien arriba y lejos de los turistas, saben hacerse oír.
Al final y como un rito de fraternidad, nos encandilaron con sus antorchas de fuego los bailadores de capoeira, con sus contorsiones y su tamborilear incesante.
El sol descendió un poco por el cielo y el frío del verano patagón empezó a hacerse sentir. Con Seba nos despedimos prometiéndonos mantener el contacto para otros encuentros y me volví en el bondi esos 12 kilómetros hasta el centro observando tanta costa que por ahora no podré pisar, pero contenta de haber participado, por sentir que estamos forjando éstos lazos que no conocen de leyes ni privatizaciones.
Ale Marcer 12/05
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