Fabio: A pesar de ser discutible y poco claro, me parece importante porque
no es un discurso cerrado y es un poco como se nos presentan las ideas
espontáneamente. Lo reenvío a los amigos.
Es muy importante para mí que si utilizás esta dirección para alguna cadena
o mail masivo, lo hagas con CCO. Gracias
-----Mensaje original-----
De: Fabio Tadeo [
mailto:fabio_puky@yahoo.com.ar]
Enviado el: Lunes, 27 de Marzo de 2006 18:08
Para: Hugo Pérez
Asunto: Rv: Antígona-Lavado y planchado
Una nota un poco más desprolija que la anterior, pero es lo que salió:
Antígona
«Llamamos realidad a nuestros propios mitos»
Lavado y planchado
Si ésta interesante heroína de la literatura griega leyera esto, seguro
que me caga a palos, pero como no puede...
Porque al parecer la mina tenía unos ovarios de aquellos.
La tragedia de Sófocles cuenta el final de la hija de Edipo (historia que
conocí gracias a Les Luthier) a quien, por otro lado, acompañó desde el
momento que descubre que se ha casado con su madre y se quita la vista,
hasta que éste muere, en su menesteroso vagar. Pero la historia se centra en
los episodios posteriores.
Antígona había tenido tres hermanos, todos hijos de Edipo y Yocasta (su
esposa madr e): dos varones, Eteocles y Polinice, y una mujer Ismene.
Los dos varones se matan mutuamente en las puertas de Tebas. Eteocles
defendiendo a la ciudad y Polinices del lado de los sitiadores. Creonte,
gobernador déspota y tío de éstos ordena que Eteocles sea enterrado con los
honores correspondientes a los que mueren por la patria y que por otro lado,
permitiria el pasaje a las próximas vidas.
En cambio que Polícides sea dejado insepulto y por lo t anto destinado a
que su alma vague sin descanso, en razón de que se había levantado contra
Tebas. Y que su orden sea cumplida bajo pena de muerte.
El tema es que Antígona se caga en esto y le pide a su hermana Ismene que
la ayude a enterrar a su hermano, esta se abre de gambas y termina
haciéndolo sola.
La descubren, la llevan ante la presencia de Creonte y se desarrolla una
escena donde confrontan la piedad familiar de Antígona con la voluntad del
gobernador. Creonte sentencia según su poder material y físico. Antígona
argumenta según la ley que los dioses tienen escrita en el espíritu del
corazón humano. Para Creonte es importante que su ley sea inflexible para
que no se lesione su autoridad. Antígona se defiende: No fue por cierto
Zeus quien impuso esas leyes; tampoco la Justicia, que vive con los dioses
del hades, esas leyes a los hombres dictó. Aquí se asiste en esa escena al
nacimiento de la libertad, de la dignidad humana, de la conciencia personal.
Antígona grita: No nací para compartir el odio, sino el amor. Creonte
pronuncia su sentencia de muerte y Antígona es enterrada viva en una cueva.
Hemón, hijo de Creonte, que amaba a Antígona, fue a libertarla y, al
encontrarla muerta, se traspasa el corazón no sin antes intentar matar a su
padre sin lograrlo; mientras su propia madre, la reina Eurídice, esposa de
Creonte, se retira de escena al comprobar la doble muerte de su hijo y su
prometida, Para darse muert e por su propia mano.
Todo un quilombete.
Existen miles de interpretaciones y mirada sobre esta obra, es eso lo que
la hace maravillosa. Algunos ven la lucha del orden frente a la libertad,
otros la lucha de una mujer contra la ley de los varones, otros las
consecuencias que pueden acarrear ciertas decisiones, otros el
enfrentamiento de la leyes de los hombres contra las naturales o divinas.
A mí, hoy me pegan mucho un par: que la autoridad deba ser sostenida desde
la rigidez, y que por lo tanto, cuanto más cerca del Estado y del poder, más
estable, más rígida. Más allá que se muestren con una imagen desprolija y
asuman reivindicaciones humanitarias o como pasa en la Argentina hoy, con
defensa de los DDHH del pasado.
En el fondo, los poderes económicos y de clase que lo sostienen se
mantiene de forma estable, aun adoptando lavadamente estas reivindicaciones.
Antígona se animó a revelarse, no sólo ante el tirano, sino ante su
familia, defendiendo paradojicamente, los sentimientos familiares, ante
principios que hasta hacía poco eran suyos.
Porque si frente a rigideces enfrentamos rigideces, no cambiamos nada. Y
tal vez sea hora de enfrentar nuestras propias rigideces. Todos somos un
poco Creonte y un poco Antígona. Claro que Creonte a veces le pasa la
plancha a Antígona y la deja dura.
Aunque parezca mentira es esto lo que venía pensando al dejar la Plaza de
Mayo el 24 de marzo. Hace un par de días. Porque alguna cosa me impulsó a
cambiar... y hacerme devariadas preguntas.
¿No será hora de preguntarnos si un puñado de Madres, con mayúscula,
maravillosas, con unos ovarios de aquellos, que salieron a buscar a sus
hijos, tengan que ser tomadas como paradigma de la dirigencia
revolucionaria?¿no habrá sido una exageración?
¿No será que muchos de aquellos jóvenes se levantaron y opusieron también
a los paradigmas familiares que esgrimían sus padres y sus Madres? Y hoy
nosotros convertimos este vínculo en bronce. Porque muchos de ellos éramos
nosotros, así que sería bueno acordarse. Más allá de lo que los medios nos
dicen que tiene que ser la memoria.
¿Porqué seguir hablando de 30.000 desaparecidos?
¿No sería mejor saber cuantos y quienes fueron e investigar que fue de
cada uno y quien los asesinó, reivindicar el por algo será y ver cual era
su lucha personal?
¿Cuál es la lista completa de los 1200 indultados?
Cuando se habla del decreto d e exterminio ¿porqué se nombra a Rukauf, a
veces a Luder, pero nunca a Cafiero que también lo firmó?
Es importante, en momentos donde hay cambios históricos con respecto a los
DDHH, que podamos cambiar nuestras preguntas. La única manera que sea cierto
el Nunca Más es que seamos capaces de profundizar en las causas concretas
que hicieron posible el genocidio. Si no se repetirá, y así los
descendientes de los que sufren la opresión en Palestina oprimirán a otros,
como hoy los descendientes de los que sufriero n el genocidio nazi los
oprimen a ellos.
Aquellos paradigmas, consignas y posturas, que alguna vez fueron válidos y
necesarios, hoy deben dejar paso a los nuevos. Si somos capaces de asumir
esta encrucijada podremos encarar la lucha contra los intereses que hoy
matan a miles de personas o la sumen en una pobreza inhumana, muy lejos de
sus DDHH.
Entonces preguntarnos:
¿No es comparable la muerte por falta de alimentos y medicamentos a los
vuelos de la muerte?
¿No es comparable presenciar la muerte de un hijo por desnutrición a la
parrilla de tortura?
La negación de la palabra por el solo hecho de ser pobre, o p orque los
medios de difusión están en pocas manos, ¿no es comparable a la censura?.
No vaya a ser cosa que los que sostuvieron y se beneficiaron de aquel
genocidio sean los mismos que se benefician y sostienen el actual,
entregando a un puñado de idiotas útiles, gerontes ya sin uniforme que viven
en un departamento en Belgrano, mientras ellos brindan con champaña en sus
mansiones construidas con sangre.
Mientas sus lacayos de turno nos dicen que tengamos memoria, pero que no
nos hagamos problema: ya pasó.
Y sobre todo jugar con ideas, preguntas e ironías para bajar las viejas
banderas y levantar nuevas. Y así como lo dispuso Sófocles el que termine
llorando sea Creonte.
PD: los invito a que divaguen en el cruzamiento del cuento de Antígona y
la realidad de hoy y si se copan... mándenmelos: fabio_puky@???
Cuanto más delirante mejor.
--
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