Zapatismo
Ramona está allá.
Milenio Diario
México
Observadores llegaron hasta Oventik, intentando expresar sus condolencias por la muerte de la comandante Ramona.
Tal vez la copiosa lluvia de la tarde en Los Altos fue lo que único que pudo romper el silencio alrededor de la pobre choza de Suitic, en donde la comandanta Ramona, una de las indígenas fundadoras del EZLN, era "dolida" durante el día de ayer por centenares de indígenas tzotziles.
Conforme al rito maya utilizado para despedir a las personas, "que se van al otro mundo", los funerales de la indígena tzotzil de 46 años de edad eran realizados sólo entre aquellos cercanos, en este caso familiares, vecinos de la comunidad y sus compañeros milicianos zapatistas.
Los velorios tradicionales en la región incluyen el uso ceremonial de una sábana blanca, de 11 velas, cuatro cirios, agua bendita, prolongados rezos y una cruz de madera, que en este caso representa la devoción católica que existe en la mayoría de los zapatistas que habitan en esta zona. Ramona, guerrillera y guadalupana hasta su último día con vida, no era la excepción.
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Bajo neblina intermitente y frío invernal, Oventik, sede de la Junta de Bueno Gobierno Corazón Céntrico de los zapatistas delante del universo, recibía de manera constante la visita de bases de apoyo zapatistas preguntando por el cuerpo de Ramona.
A unos, los menos, las autoridades indígenas locales daban la información de que se encontraba en su poblado natal, Suitic, ubicado en a cuatro kilómetros de Andrés Larrainzar, el municipio en donde el EZLN llegó a firmar con el gobierno federal los acuerdos de paz, que por cierto, aún siguen pendientes de ser cumplidos.
Observadores internacionales y nacionales, como los integrantes del colectivo antisistémico de Italia "Ya basta", llegaron a lo largo de la tarde hasta la punta de la montaña en donde se halla Oventik, intentando expresar sus condolencias de manera personal. Pero era en vano. Tal y como lo había señalado el subcomandante Marcos en la víspera en Tonalá, los funerales de Ramona, eran celebrados con el más sigiloso de los modos.
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Ramona, tejedora sempiterna, le dio a Marcos en persona, un bordado que el 16 de septiembre del año pasado, en la principal reunión previa a La otra campaña, el líder zapatista enseñó a los asistentes reunidos en un cobertizo de madera construido en la comunidad de La Garrucha.
"Esto es lo que queremos de La otra campaña. Estos colores, ni uno más, pero ni uno menos", recordó Marcos que le dijo a su comandanta justo al momento de dárselo.
"Tal vez lo que tenemos que hacer es entender la unidad como este bordado de Ramona, donde cada color y cada forma tiene su lugar; no hay homogeneidad ni hegemonía. Finalmente, entender la unidad como el acuerdo en un camino", reflexionó entonces.
Posteriormente, el vocero zapatista utilizaría el simbolismo del bordado en sus manos, para pedirles "lealtad" a las organizaciones con las cuales el EZLN trata de conformar una nueva organización política.
"Nosotros, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, les ofrecemos nuestra lealtad como compañeros; la misma que tenemos con nuestras comunidades y con nuestros compañeros de tropa. Se trata de que el nadie que somos defienda su lugar, su camino, su paso y su destino y, sobre todo, la multiplicidad de pies y modos de caminar en Otra campaña".
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Frente a la entrada principal de Oventik, cinco indígenas tzotziles veían una serie de fotografías que les mostraba uno de los visitantes a esta fría región chiapaneca, en donde la temperatura de tres grados cala en los huesos.
Una por una, las gráficas mostradas contenían escenas de la cotidiana vida indígena en Los Altos. La figura del subcomandante Marcos y la de las verdes montañas de la Selva Lacandona, eran lugar común, hasta que aparecía de repente la figura morena y menuda de Ramona, "La dulce furia", en una foto tomada durante una reunión celebrada hace dos meses.
–¿Ramona murió?, les preguntó al momento el visitante.
–Ramona está allá…, respondió entonces una de las mujeres tzotziles, señalando su existencia hacia el neblinoso horizonte de una de las tantas montañas de Los Altos.
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Apenas unos días atrás un barullo interminable recorría los salones de la Universidad de la Tierra. Ahora, el silencio era total y se esparcía a sus anchas en lo que fue primera sede de las reuniones plenarias de La otra campaña.
La actriz Ofelia Medina, el director de la revista Rebeldía, Javier Eleorreaga, sindicalistas, campesinos, líderes indígenas y miembros adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona llegaban hasta aquí para firmar un libro de condolencias al EZLN, y apartarse en pequeños grupos a dialogar sobre la muerte de su compañera.
El ambiente era triste pero uno que otro grito intermitente invocando La otra campaña, provocaba exclamaciones entre zapatistas de antaño y zapatistas recién incorporados. Se hacían fogatas, se daban abrazos, se contaban historias.
A la entrada del sitio, una manta y su leyenda, daban el colofón del largo día de luto en las filas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional: "Ramona vive, La otra campaña sigue".
Fuente:
www.lafogata.org